Denia
?Por qu¨¦ iba a llorar un Cristo en Denia, con el buen clima que hace? Ahora los naranjos est¨¢n en flor, el sexo revienta por todas partes, la gente come paella y los veleros navegan sobre un mar sonrosado. No se ve en el horizonte un solo motivo para las l¨¢grimas. ?C¨®mo puede llorar un Cristo en Denia, donde los jazmines huelen con una profundidad tan suave? La naturaleza germina en medio de un bullicio de insectos, en los restaurantes sirven langostinos de primera calidad, de noche las ranas cantan a la luna, el sol se convierte en superficie de todas las cosas y por esta comarca hasta el m¨¢s tonto lleva una longaniza en la boca.Dios siempre se hab¨ªa comportado en Denia como un buen turista alem¨¢n. Cada temporada se le hac¨ªa firmar en el libro de visitantes ilustres y por su parte parec¨ªa aceptar gustosamente las reglas de este para¨ªso: no molestar, no alterar la siesta de nadie, no tomar ninguna iniciativa, dejar que la cadencia de las dulces horas se pose en el coraz¨®n. Pero ¨²ltimamente una curandera de origen castellano ha importado a esta tierra una r¨¦plica del Cristo de Limpias que hace unas gracietas tenebristas. De pronto, sin raz¨®n aparente, esta imagen se pone a sudar como un botijo. Ciertos d¨ªas de la semana, en jornada corrida, derrama por los ojos un l¨ªquido bermejo de dolor mientras por el contorno el azahar estalla, los p¨¢jaros comienzan a hacer los nidos y brotan llamaradas de buganvillas. No digo que se trate de una supercher¨ªa, sino que este n¨²mero no encaja en el paisaje. Est¨¢ muy bien que un Cristo llore en Castilla, donde no hay limoneros ni arroz abanda. Motivos no le faltan. En el altiplano la desgracia es una filosof¨ªa, el secano se riega con la sangre licuada de San Pantale¨®n. Pero en Denia no existe la costumbre de sufrir fuera de? misterio de la propia naturaleza. El mito de la muerte y de la resurrecci¨®n est¨¢ unido al destino de los frutales. Aqu¨ª las aves migratorias son j¨®venes escandinavas y el Cristo de Limpias no tiene lugar. Sus l¨¢grimas, que son de tierra adentro, pueden acabar con nuestra tradici¨®n de felicidad moment¨¢nea. En Denia se quiere a los cristos, v¨ªrgenes y santos sonrientes. Despu¨¦s de la recolecci¨®n de naranjas y turistas ellos tambi¨¦n pueden participar en la fiesta de moros y cristianos.
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