Dos mujeres en la palestra

Lo anecd¨®tico prevalece con frecuencia sobre lo sustancial, y as¨ª, el concierto de la Orquesta de C¨¢mara de Madrid tuvo un obstinado preludio en los medios informativos, llamando la atenci¨®n sobre el hecho de que por vez primera una mujer dirigiese una orquesta en el Real.Pero el concierto, con un equilibrado programa con obras barrocas y cl¨¢sicas tuvo cosas m¨¢s rese?ables que la presentaci¨®n de Mercedes Padilla al frente de un conjunto orquestal.

En primer lugar, la propia actuaci¨®n de la Padilla, digna de elogio por el buen conocimiento que mostr¨® de las partituras, aunque su gesto, a veces un poco r¨ªgido, haya de ganar con la experiencia en recursos y flexibilidad.

En segundo lugar, la orquesta misma, con la cl¨¢sica formaci¨®n de c¨¢mara, integrada por un grupo selecto de instrumentistas de la Orquesta Nacional.

Todos respondieron con el excelente nivel que de ellos cabe esperar.

Finalmente, la actuaci¨®n de la flautista Juana Guillem como solista del Concierto en sol mayor, op. 29, de Stamitz. Juana Guillem dio una verdadera lecci¨®n de musicalidad e irreprochable t¨¦cnica. Su estilo, su fraseo decidido y valiente, nos recordaron m¨¢s de una vez el arte del gran Jean-Pierre Rampal.