Alfredo, sereno
Alfredo es Alfredo, sereno. Tiene 62 a?os y representa 41. Se conoce que eso de la noche y el nocturnaje prueba bien para la cosa de la edad. Alfredo es de Cangas, a pocos kil¨®metros de Oviedo, y lleva treinta y tantos a?os de sereno en Madrid.Cuando quitaron el oficio, Alfredo sigui¨® en lo suyo, como un navegante solitario de La verbena de la Paloma, cobrando la voluntad, m¨¢s un recibito mensual de quinientas pesetas. Alfredo tiene gorra de visera, cara de sereno, un diente de oro, como tantos asturianos -?un mimetismo del indiano aforrado en oros?-, y una parla tranquila y desganada. Es un sereno que serena.
Alfredo es un sereno que serena la noche. Cuando quitaron los serenos, digo/dec¨ªa, ¨¦l sigui¨® en su barrio bien/bian, ignorante de la ley mientras la ley no venga en bable, como si hubiera le¨ªdo a Hans Magnus Enzensberger, a Baudrillard, a todos los brillantes ¨¢cratas europeos de ¨²ltima hora. Dice HME: "Si se cumplieran estrictamente los reglamentos de tr¨¢fico, se parar¨ªa el tr¨¢fico". Y me dice Alfredo:
-Si yo me voy de aqu¨ª, a ver qu¨¦ pasa en el barrio.
De modo que ha estado muchos a?os de sereno ¨²nico de Madrid, entre medieval y asturian¨ªn, funcionario de s¨ª mismo, y ahora le parece una co?a que vuelvan los serenos: "Unos serenos sin chuzo ni llaves ni nada, unos serenos con un spray, como las se?oritas, s¨®lo para la zona centro, como las se?oritas, y aut¨®nomos. Para aut¨®nomo, yo, y eso que tengo carn¨¦ del Ayuntamiento". Alfredo, en fin, es un profesional de la noche que profesa un cierto escepticismo bable por los serenos de oposici¨®n que puedan venir.
-El personal elige y paga lo que le satisface, don Francisco.
Lo que digo, un ¨¢crata francoprusiano, un autogestionario de la noche que lleva quince a?os en el mismo barrio y que ha visto a los que hacen sus necesidades entre los jardines, a los japonesitos apaisados y las Nancy Reagan de Wyoming, con trajes de noche, que vuelven del tablao de madrug¨¢, tras haber vivido "una aut¨¦ntica noche madrile?a" montada para ellos solos.
Alfredo, en la transvigilia del alba, humedece el chuzo de nostalgia de Cangas, a ver qu¨¦ vida, pero aguanta bien en Madrid, que ya tiene los hijos grandes. Es el que sube a la casa de la suicida y el que le echa un ojo a la adolescente drogada y pelona que duerme en la acera. "No creo yo que eso de los nuevos serenos vaya a resultar". Es un autogestionario de la noche, s¨®lo servil en lo justo. Es un solitario que hace su obra cuando los dem¨¢s duermen. Casi como un escritor.
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