Sem¨¢foro
Esa chica de azul que espera ah¨ª enfrente en el sem¨¢foro, ?qui¨¦n ser¨¢?, ?de d¨®nde vendr¨¢?, ?ad¨®nde ir¨¢ con el bolso en bandolera? Parece vulgar. No s¨¦ nada de ella, aunque en otras circunstancias pudo haber sido quiz¨¢ la mujer de mi vida. Por la calle, entre los dos, pasa un furg¨®n de polic¨ªa y el aire de la ciudad se rasga con sirenas de ambulancia. La chica ser¨¢ secretaria, enfermera, ama de casa, camarera o profesora. En el bolso llevar¨¢ un l¨¢piz de labios, un peine, pa?uelos de papel, un bono de autob¨²s, polvos para la nariz y una agenda con el tel¨¦fono de unos primos del pueblos, del alg¨²n amigo, de alg¨²n amante. ?Cu¨¢ntos amo res frustrados habr¨¢ tenido? Los anuncios de bebidas se licuan en la chapa de los autom¨®viles. Hay un rumor de motores. La alcantarrilla huele a flores negras. La joven me ,ve desde la otra acera y probable mente tambi¨¦n estar¨¢ pensando algo de m¨ª. Creer¨¢ que soy agente de seguros, un tipo calvo, muy maduro, con esposa y tantos hijos o que tengo un negocio de peleter¨ªa, un llavero en el bolsillo, un ignora do carn¨¦ de identidad, una ¨²lcera de est¨®mago y 2.500 pesetas en la cartera. Se oyen violentos chirridos de caucho, la tarde ya ha prendido las cornisas. El sem¨¢foro a¨²n est¨¢ en rojo.Si esa mujer y yo nos hubi¨¦ramos conocido en cierta ocasi¨®n tal vez nos habr¨ªamos besado, ama do, casado, odiado, gritado, reconciliado e incluso separado. Lleva un abrigo azul. Parece un poco fr¨¢gil y vulgar. No s¨¦ nada de ella. Desde el otro bordillo la chica tambi¨¦n me observa. ?Qu¨¦ estar¨¢ imaginando? Que -soy un sujeto anodino, operado de apendicitis, con muchas letras de cambio firmadas para comprar un v¨ªdeo. Sin embargo, pude haber sido el hombre de su vida. Pude haberla lleva do a la sierra con una tortilla o a Benidorm con grandes toallas y un patito de goma. Finalmente huye el ¨²ltimo coche y el sem¨¢foro se abre. Por el paso de peatones la chica avanza hacia m¨ª y yo voy hacia ella. Los dos, al cruzarnos, sorbemos sesgadamente nuestro rostro anodino con una mirada y al llegar cada uno a la acera contraria ya para siempre nos hemos olvidado. En la ciudad se oyen sirenas de ambulancia.
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