Dios vigorosas viejas ficciones arroparon la endeblez de la mediocre pel¨ªcula inaugural
El VII Festival de Cine de Madrid (Imagfic) tiene ya deis memorables sesiones, de cine de medianoche, en las que se proyectaron las viejas The killing (Atraco perfecto), de Stanley Kubrick, y The night of the hunter (La noche del cazador), de Charles, Laughton, vigorosas y deslumbrantes joyas de la historia secreta de la ficci¨®n cinematogr¨¢fica, arroparon la confusa median¨ªa de la reciente Enemigo m¨ªo. Es un filme norteamericano del alem¨¢n Wolfgang Petersen, cuya voluntad de originalidad se diluye en la rutina del mimetismo y que convierte un asunto argumental fuerte en un d¨¦bil conglomerado de t¨®picos.Hay una historia secreta de la ficci¨®n cinematogr¨¢fica. Es una parcela oscura, poco y mal conocida, de la historia grande del cine, que est¨¢ poblada por los m¨¢s raros, los m¨¢s iritensos y, en ocasiones los m¨¢s apasionantes monumentos de este explosivo arte de la ficci¨®n y la imaginaci¨®n.
En la noche del pasado viernes, tras la sesi¨®n inaugural de la s¨¦ptima edici¨®n del festival de Madrid, un encuentro anual cobijado precisamente en la ancha sombra de esos signos de fertilidad, imaginaci¨®n y ficci¨®n, que son sagradas e inconmovibles; en estos movedizos terrenos, se proyectaron dos de los cap¨ªtulos m¨¢s bellos, e inquietantes de esta escondida historia: los que en 1955 y 1956 escribieron, respectivamente, Stanley Kubrick y Charles Laughton con Atraco perfecto y La noche del cazador.
Con anterioridad al rescate de estas dos incomparables joyas negras de la ficci¨®n y la imaginaci¨®n de este tiempo, talladas en su d¨ªa con tanta pobreza de medios como opulencia de inventiva, Imagfic 86 arranc¨® su colecci¨®n de nuevas ficciones (es un decir), con el filme Enemigo m¨ªo, realizado por el alem¨¢n Wolfgang Petersen -El submarino y La historia interminable son sus m¨¢s aparatosas y conocidas antificciones- en estudios y escenarios europeos pero con dinero y m¨¢quinas trucadoras californianas. Presupuesto: unos 24 millones de d¨®lares, cinco de ellos para efectos especiales, y s¨®lo un pu?ado de calderilla mal aprovechada para gastos de imaginaci¨®n genuina.
Epidemia de esterilidad
En un marco de ficci¨®n cient¨ªfica, este filme quiere narrar el encuentro, en un remoto rinc¨®n gal¨¢ctico, de dos seres antag¨®nicos, en guerra, uno humano y otro de una especie animal inteligente con rasgos mitad de hombre y mitad de reptil.
Aislados en este planeta, los dos seres comienzan por pelearse y despu¨¦s por hacer una tregua de supervivencia, en la que poco a poco germinar¨¢ la amistad y, en ella, el amor o m¨¢s exactamente una forma asexuada de amor.
La aparente originalidad de la an¨¦cdota queda desenmascarada por la propia textura parab¨®lica de la pel¨ªcula. ?sta muy pronto pierde la eficacia fascinadora y desorientadora que inicialmente tienen los efectos de ficci¨®n cient¨ªfica, y la idea de que todo aquello ocurre en otro planeta se esfuma. Es una mediocre alegor¨ªa no sobre otro sino sobre este planeta de aqu¨ª abajo: una dualidad racial extrema en un marco tambi¨¦n extremo de soledad compartida.
En otras palabras, hay en la pel¨ªcula Enemigo m¨ªo, disfrazada de cosa nueva, una t¨®pica versi¨®n gal¨¢ctica del viejo mito de Robinson Crusoe, por buscar el antecedente m¨¢s ilustre y m¨¢s lejano del poco ilustre y cercano engendro, aunque se le pueden buscar al filme otras campanas bastante m¨¢s cercanas que las de Jonathan Swift y sus vanas secuelas cinematogr¨¢ficas.
Una de ellas es el admirable filme sovi¨¦tico de Gregori Chukrai El 41; otra, el no tan rotundo pero s¨ª interesante Fugitivos, de Stanley Kramer; una tercera, el gesticulante y espectacular Infierno en el Pac¨ªfico, de John Boorman, y, por ponemos a rebuscar en la m¨²ltiple ubre que alimenta a la supuesta originalidad de la en realidad seudoplagiaria ficci¨®n de Petersen, algunos elementos medulares de El rinoceronte, de Ionesco, est¨¢n de prestado en su pel¨ªcula.
As¨ª se escribe una nota m¨¢s de la epidemia de esterilidad que invade a la fabulaci¨®n cinematogr¨¢fica de hoy.
Visto este filme, nos protegemos de ¨¦l despertando los automatismos de nuestra capacidad de olvido. Vueltos a ver Atraco perfecto y La noche del cazador, sus im¨¢genes -con precisi¨®n de un juego de ¨¢lgebra en el primero y con imprecisi¨®n de la sacudida de una tempestad en el segundo- nos protegen de la insignificancia despertando los mecanismos de nuestra capacidad de recuerdo.
Aqu¨¦l naci¨® ayer y ya ha muerto. ?stos nacieron hace decenios y la vejez les ha impregnado del vigor de lo que no tiene caducidad. Su memoria nos ahonda y ennoblece, porque hace de ella un museo viviente de algunos de los signos de la identidad de este siglo.
Babelia
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