Nuestro Chejov y el suyo
T¨ªo Vania.De Chejov (1897). Int¨¦rpretes: E. A. Liebiediev, L. I Malievarmaya, T. S. Debova, M. A. Prizhivan-Sokolova, O V. Basiliashvili, K. I Lavrov, N. N. Trofimov, Z. M. Sharko, E. K . hudakov. Decorados: E. S. Kocherguin. Director: Tovstonogov. Compa?¨ªa del Tatro M¨¢ximo Gorki de Leningrado. VI Festival de Teatro. Estreno: teatro Espa?ol, 19 de marzo.
Chejov plant¨® en Rusia media docena de grandes obras y otras menores en los ¨²ltimos 20 a?os del siglo pasado. Han crecido en el mundo entero, se han hecho patrimonio universal y tienen el valor de un testimonio literario, teatral, que todav¨ªa es aplicable: una clase burguesa que se desmorona despu¨¦s de haber contribuido con su cultura y sus formas morales a la construcci¨®n de una ¨¦poca fecunda y de haber abierto paso a otras situaciones, otras ideas, otras soluciones. Personajes entra?ables, transidos, de contradicciones, de emociones, tocados por su propio fracaso, incomunicados. As¨ª es T¨ªo Vania. Puede que en la URSS tenga otra lectura moral oficial y que estos personajes aparezcan como culpables, como aferrados a sus privilegios, y que su acta de defunci¨®n sirva para exaltar lo que sucedi¨® luego: la revoluci¨®n, 20 a?os despu¨¦s del estreno. Esto no quiere decir que su Chejov sea m¨¢s aut¨¦ntico que el nuestro ni que su forma de hacerlo sea hegem¨®nica ni la medida ¨®ptima. En Occidente, la burgues¨ªa se est¨¢ desvaneciendo a¨²n de otra manera, y lo que era el fin de siglo en Rusia se prolonga largamente aqu¨ª. A pesar de las dos guerras, o tal vez porque las dos guerras, sobre todo la ¨²ltima, tuvieron el car¨¢cter de revoluci¨®n burguesa, porque el esp¨ªritu reformista se defiende no s¨®lo desde los partidos conservadores, sino des de una estructura en la que est¨¢ metida la misma izquierda, y por que ya se sabe que aqu¨ª no va a ha ber revoluci¨®n de clases y la posible pr¨®xima guerra est¨¢ fuera de las ideolog¨ªas. Nuestro Chejov tiene m¨¢s nostalgia del presente que de reprobaci¨®n del pasado; es et¨¦reo, alado, amargo. Es posible re conocer rasgos de sus personajes en muchos de nuestros contempor¨¢neos. En el Chejov de esta compa?¨ªa y de este director -Tovstonogov- podemos reconocernos en la larga y maravillosa escena entre las dos mujeres con que termina el segundo acto -un prodigio de interpretaci¨®n y un alarde del director-, en la forma de relaci¨®n de las dos mujeres, en alg¨²n mon¨®logo del T¨ªo Vania y en su agitaci¨®n, su malestar profundo, en el abandono final entrecortado por golpes secos de las cuentas del ¨¢baco. No, en cambio, en el episodio agitado del final del tercer acto. Nunca ese patetismo desesperado ha dado risa, y aqu¨ª se produce en forma de melodrama y de violenta exageraci¨®n del rid¨ªculo. Esto parece deberse, sobre todo, a que dentro de esta evoluci¨®n distinta de las sociedades est¨¢ la del teatro, y la reconstrucci¨®n que hace Tovstonogov no corresponde a nuestro sentido actual de la teatralidad. Aqu¨ª hay otra suavidad, otra interiorizaci¨®n de los personajes, otra forma de estallar.
La representaci¨®n, sin embargo, alcanz¨® un ¨¦xito clamoroso. Gran parte se debe al homenaje de bienvenida a estos artistas insignes ya la presencia en el teatro de la colonia rusa y sovi¨¦tica, a la de estudiantes de ruso que reconoc¨ªan gozosamente un fragmento excelente del idioma que estudian, a la creencia por parte de muchos deque esta forma de hacer Chejov tiene que ser la ortodoxa y al homenaje de los profesionales del teatro al trabajo minucioso de los actores sovi¨¦ticos y del director Tovstonogov, que sali¨® a saludar ante las ovaciones.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.