Una llamarada y un trueno seco, enorme

, Antonio Mora S¨¢nchez, de 29 a?os, casado y con dos hijos, fue testigo directo del atentado. "Eran las siete y veinte de la ma?ana", recuerda. "Iba en la parte posterior trasera de un taxi en direcci¨®n a mi trabajo. El taxi, creo que un Horizon, se hallaba detenido en el sem¨¢foro situado en la confluencia de Juan Bravo con Pr¨ªncipe de Vergara. Justo inmediatamente delante de nuestro taxi iba el Land Rover de la Guardia Civil, que tambi¨¦n estaba a la espera del sem¨¢foro".

"De pronto", contin¨²a, "v¨ª una gran llamarada. y, luego, un trueno seco, enorme. Qued¨¦ muy aturdido. Todos los cristales del taxi saltaron hechos a?icos. El coche qued¨® bloqueado. No pod¨ªamos abrir las,puertas. Sal¨ª por la ventana trasera derecha. Al. salir, una ver.dadera lluvia de cristales rotos cay¨® sobre m¨ª. Proced¨ªan de los edificios pr¨®ximos. Ech¨¦ acorrer. Busqu¨¦ cobijo en el bulevar central de la.calle, donde ca¨ªan menos cristales. El taxista no estaba herido".

"Mir¨¦ hacia la calzada", pros?gue, "y vi tumbados dos o tres cuerpos de guardias civiles. Estaban desfigurados. El Land Rover ard¨ªa. El muro de- un edificio [se refiere a la cl¨ªnica Nuestra Se?ora del Rosario], mostraba un boquete por el que cab¨ªa el cuerpo de un hombre. Me llev¨¦ las manos a la cara y descubr¨ª. que ten¨ªa sangre. Me asust¨¦ mucho. Un polic¨ªa nacional se acerc¨® a m¨ª y me llev¨® al Ho spital Provincial. All¨ª, con pinzas, me extrajeron much¨ªsimos cristales de la cabeza. Me dol¨ªa un o¨ªdo. Fui dado de alta. Ahora quiero descansar".