Llanos
El cura jesuita Jos¨¦ Mar¨ªa de Llanos se nacionaliz¨® vallecano en los a?os cincuenta, cuando Vallecas era la ciudad sagrada, del sovietismo residual de la guerra, y desde entonces no se ha movido de all¨ª, aunque se ha movido mucho por all¨ª.Ser vallecano es ser metamadrile?o. Yo la fui. Ser vallecano, hoy, es haber asistido a la lenta y continua transformaci¨®n de la inmensa barriada, mayor que muchas provincias espa?olas, transformaci¨®n que va del comunismo obrerista y resistente de los 50/70 al anarquismo por libre, a la libertad por libre de los 80.
El cura Llanos, mi amigo, que ahora mismo cumple ochenta a?os, ha sabido adaptarse al cambio de Vallecas, seguirlo de cerca, y ya no trata de casar en la cocina de su chabola a una pareja de obreros que viv¨ªan amancebados o abarraganados, sino que se limita a dar nescaf¨¦ a los pasotas, conversa a los tarretes y dinero (el dinero que no tiene) a los profesionales de la imploraci¨®n. Vallecas es el para¨ªso perdido donde uno quisiera perderse para que no le encontrasen jam¨¢s. Vallecas es el contratipo de Madrid, donde hay hasta una librer¨ªa que lleva m¨ª nombre. Llanos, un santo que fue al infierno/cielo de Vallecas para quedarse, un trapero de Dios, ya no hace discursos en la iglesia clausurada con una equis de tablones, ya no hace ninguna clase de apostolado cielista, sino que su apostolado, ahora, es terrestre, social, inmediato, f¨¢ctico, y lo inefable lo deja para su intimidad: el art¨ªculo diario en su maquinita que suena a lata y el cielo barroco de los grandes m¨²sicos en sus discos antiguos, como de m¨¢rmol negro. Los a?os han hecho nido de paloma en su pelo y el viento ya labriego de Vallecas/Pozo le ha vuelto transparente, transl¨²cido, le ha llenado de paz y lucidez ¨²ltima, m¨¢s el aura que ¨¦l se tapa con la boina. Llanos fue a Vallecas para transformar el barrio. Vallecas ha transformado a Llanos. Aunque ¨¦l siga teorizando, a ratos, sobre otros cielos, su cielo conquistado es Vallecas. Un cielo de parados y arc¨¢ngeles drogotas.
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