Ni?os y abuelos pasan la tarde en el circo del templo de Debod
El recinto s¨®lo se ha llenado en los d¨ªas festivos
Beb¨¦s, ni?os en edad preescolar, ancianos, madres con cochecitos y alg¨²n turista despistado ocupan diariamente la carpa de circo instalada debajo del templo de Debod. A las seis de la tarde, el jefe de pista anuncia el comienzo del espect¨¢culo. Los tablones con capacidad para 1.600 personas no est¨¢n completamente ocupados, pese a que la entrada es gratuita. El horario escolar y la escasa promoci¨®n del espect¨¢culo son la causa de que el circo no se llene los d¨ªas laborables. En la pista, j¨®venes artistas intentan atraerse la atenci¨®n de unos ni?os demasiado peque?os.
"?Con vosotros, Chus y Chema.'". El jefe de pista deja paso a dos quincea?eros y tres quincea?eras que, a un ritmo endiablado, sacan del sopor a ni?os y viejos.' Todos repiten el estribillo "A tope, vive la vida a tope". La sesi¨®n transcurre entre un ligero sopor, provocado por el calor que se concentra bajo la carpa, y por la abundancia de beb¨¦s y ni?os de tires y cuatro a?os, que prefieren divertirse por libre. Chus y Chema. cierran su actuaci¨®n con una m¨²sica discotequera que desconcierta a chicos y grandes.Entre la pista y las gradas, en una zona de nadie, est¨¢n aparcados los coches de beb¨¦s; los que son un poco mayores se fr¨ªen a tiros mientras los payasos intentan provocar la sonrisa. Un chaval vestido de Butrague?o contempla un poco extra?ado a las ni?as que van de chulapas.
Las gradas no est¨¢n llenas, como sucede los d¨ªas festivos. El jefe de pista atribuye los claros al horario escolar ya la falta de publicidad. La taquilla situada junto al circo est¨¢ cerrada. Ni siquiera es necesario el requisito de la invitaci¨®n gratuita. Hay sitio para todos.
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