El Insalud, un gigante con poco rango y escasa autonom¨ªa para decidir
Cuando los socialistas asumieron la direcci¨®n del Insalud se encontraron con que ni siquiera se sab¨ªa el n¨²mero de trabajadores que figuraban en plantilla. Este dato revela mejor que ning¨²n otro el grado de desorganizaci¨®n en que se encontraba el principal ¨®rgano de gesti¨®n de la sanidad espa?ola. Con un presupuesto anual de m¨¢s de un bill¨®n de pesetas y 250.000 trabajadores en plantilla, el Insalud es una de las mayores empresas de Europa. Conseguir una gesti¨®n eficaz en esta instituci¨®n para permitir la racionalizaci¨®n del gasto ha sido el objetivo principal de los socialistas. las reformas estructurales han quedado en segundo plano.
Las medidas de racionalizaci¨®n de la gesti¨®n, introducidas por Francesc Revent¨®s desde su cargo de director general del Insalud, han propiciado un considerable ahorro y un notable incremento en el rendimiento de las instituciones sanitarias, pero se est¨¢ todav¨ªa lejos de los niveles considerados ¨®ptimos.El principal instrumento de esta pol¨ªtica ha sido introducir criterios de profesionalidad y de gesti¨®n empresarial en la direcci¨®n de las instituciones sanitarias, creando en ellas la figura del gerente y cambiando la concepci¨®n de sus ¨®rganos de direcci¨®n.
Las cuestiones de fondo, sin embargo, no se han abordado, a pesar de que han sido motivo de una soterrada batalla en el seno del propio Gobierno y en la c¨²pula sanitaria del PSOE. Un sector de los cuadros socialistas consideraba que el Insalud deb¨ªa transformar su actual car¨¢cter de administraci¨®n funcionarial para acercarse m¨¢s al modelo de empresa p¨²blica, dirigida y gestionada con criterios de profesionalidad y dependiente de un solo ministerio, el que fijase la pol¨ªtica sanitaria. Actualmente el Insalud depende org¨¢nicamente del Ministerio de Sanidad, pero est¨¢ bajo el control financiero del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Estos cuadros socialistas eran, adem¨¢s, partidarios de dotar al Insalud de una mayor autonom¨ªa de gesti¨®n y de mayor rango pol¨ªtico, pues consideraban que s¨®lo as¨ª podr¨ªa abordar los cambios estructurales que requiere la sanidad espa?ola. Perdieron la batalla y el Insalud ha quedado como estaba, con un presupuesto mermado y con evidentes dificultades para aplicar las reformas proyectadas en la estructura asistencial.
Los cambios pendientes
Tanto la reforma hospitalaria como la de la asistencia primaria hab¨ªan despertado una gran expectativa entre los profesionales de la sanidad, pero no ha sido satisfecha. Donde m¨¢s se ha avanzado es en la reforma de la asistencia primaria, con la creaci¨®n de unidades b¨¢sicas de salud organizadas desde equipos m¨¦dicos que dedican una jornada de seis horas diarias en lugar de las antiguas consultas individualizadas de dos horas. Pero de esta reforma s¨®lo se ha beneficiado hasta la fecha el 30% de la poblaci¨®n.La reforma hospitalaria ha quedado a¨²n m¨¢s rezagada. Los decretos que la desarrollan se han publicado al final de la legislatura, por lo que apenas han entrado en juego. El cambio m¨¢s sustancial es la introducci¨®n de la jornada laboral partida en los hospitales, que implica un incremento salarial de 50.000 pesetas. Las escasas disponibilidades presupuestarias, sin embargo, han obligado a restringir su concesi¨®n. Hasta ahora s¨®lo ha podido acogerse a ella el 15% de los m¨¦dicos de la Seguridad Social.
La concesi¨®n se ha realizado, adem¨¢s, de forma discrecional, lo que ha agravado todav¨ªa m¨¢s el descontento de los m¨¦dicos.
Menci¨®n aparte merece la cuesti¨®n de los traspasos de las competencias sanitarias de la Seguridad Social a las comunidades aut¨®nomas. Hasta la fecha s¨®lo se han traspasado a Catalu?a y Andaluc¨ªa. Faltan por transferir a Galicia, Navarra, Comunidad Valenciana, Canarias y Pa¨ªs Vasco. El importante d¨¦ficit acumulado por el Instituto Catal¨¢n de la Salud -el equivalente del Insalud en Catalu?a-, gestionado por el Gobierno de Converg¨¦ncia i Uni¨®, ha provocado un duro conflicto pol¨ªtico entre el Consell Executiu, que se queja de una financiaci¨®n insuficiente, y el Ministerio de Sanidad, que con.sidera que el endeudamiento se debe a una mala gesti¨®n pujolista.
La experiencia de Andaluc¨ªa, que recibi¨® los traspasos m¨¢s tarde, ha revelado que existen problemas de fondo, hasta el punto de que el Gobierno central tambi¨¦n ha tenido que socorrer a la RASSSA -el Insalud andaluz- en este caso administrada por socialistas, con una transferencia extraordinaria de 15.000 millones de pesetas, para afrontar el d¨¦ficit acumulado en s¨®lo dos a?os de gesti¨®n.
Vistas las experiencias catalana y andaluza, algunas comunidades aut¨®nomas -como Galicia- no aceptan las competencias si no van acompa?adas de un presupuesto econ¨®mico adecuado a las necesidades, es decir, mayor de lo que ahora gasta el Insalud en ese territorio. El Gobierno, sin embargo, no puede corregir los desequilibrios pagando m¨¢s a las comunidades que reciben menos si antes no rebaja el presupuesto de las que reciben m¨¢s. Pero como el presupuesto del Insalud es un pastel insuficiente incluso para las que reciben m¨¢s, el problema de la financiaci¨®n de la sanidad se ha convertido en un charco de aguas estancadas en el que todos temen ahogarse.
Un giro pol¨ªtico
Ante esta situaci¨®n, el Gobierno ha optado por frenar el proceso de transferencias a las cuatro comunidades pendientes y emprender una nueva pol¨ªtica, basada en la adopci¨®n de acuerdos de cogesti¨®n con los respectivos Gobiernos aut¨®nomos. Muchos temen que estos acuerdos de cogesti¨®n se eternicen, y que consagren en la pr¨¢ctica un retroceso en el desarrollo del Estado de las autonom¨ªas. El temor se fundamenta en la existencia de una contradicci¨®n latente en el actual modelo auton¨®mico espa?ol: en un momento de recesi¨®n econ¨®mica, el, modelo centralista de gesti¨®n pern¨²te un control del gasto y se convierte, por tanto, en un eficaz instrumento de pol¨ªtica econ¨®mica. Y la sanidad es una partida econ¨®mica importante, que alcanza casi la mitad del presupuesto auton¨®mico de una comunidad aut¨®noma como la catalana.
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