Las secuelas de un 'agosto negro'
El mes de agosto del pasado a?o fue probablemente el m¨¢s negro en la historia de los siniestros forestales de la regi¨®n de Madrid. S¨®lo dos incendios -uno en Galapagar y otro en San Mart¨ªn de Valdeiglesias- dispararon las cifras de monte alto (pino y roble) quemado hasta las 2.300 hect¨¢reas. Si a esta cantidad se suman las extensiones de monte bajo (encina y matorral) y pastos arrasados por el fuego el pasado a?o, el balance total sobrepasa las 12.000 hect¨¢reas, esto es, el 1,5% de la superficie de Madrid.Las causas de este espectacular incremento de la superficie siniestrada, (en 1984 se quemaron s¨®lo 172 hect¨¢reas de monte alto) habr¨ªa que buscarlas en varios factores. La vegetaci¨®n crecida durante las intensas lluvias de la primavera se convirti¨® en el verano en una balsa de material combustible que propagaba inmediatamente cualquier fuego.
Los vertederos incontrolados est¨¢n tambi¨¦n en el origen de un gran n¨²mero de incendios. La Comunidad de Madrid, a trav¨¦s de la Consejer¨ªa de Ordenaci¨®n del Territorio, ha procedido ya al sellado de un n¨²mero elevado de estos vertederos, pero algunos puntos negros continuar¨¢n si¨¦ndolo durante los pr¨®ximos meses. La ¨²nica actuaci¨®n posible en estos casos es la aplicaci¨®n de sanciones.
Los habitantes de la sierra se quejan tambi¨¦n de la falta de un tel¨¦fono ¨²nico, f¨¢cil de memorizar, para dar inmediatamente aviso a los bomberos. El tel¨¦fono de la centralita de los bomberos de la Comunidad de Madrid (442 56 11) es desconocido por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Lo habitual en estos casos es telefonear al Ayuntamiento o a la Polic¨ªa Municipal de cada localidad, con lo que la movilizaci¨®n de los efectivos contra incendios se retrasa inevitablemente.
La regi¨®n de Madrid no es una de las m¨¢s afectadas por el problema de la reforestaci¨®n con especies al¨®ctonas (distintas a las originales). Sin embargo, en algunas de las m¨²ltiples urbanizaciones que motean el paisaje de la sierra se ha sustituido la vegetaci¨®n original por especies m¨¢s f¨¢cilmente combustibles. El riesgo potencial para la poblaci¨®n es evidente: los habitantes de urbanizaciones como Molino de la Hoz, Entrepinos o Navahonda ya vivieron el verano pasado la experiencia de una evacuaci¨®n precipitada.
Todos estos factores se convierten en aliados circunstanciales de la imprudencia humana, causante del 90% de los siniestros forestales.
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