La transformaci¨®n meditada del artista moderno
Con la muerte de Henry Moore desaparece una de las figuras emblem¨¢ticas de la escultura contempor¨¢nea de vanguardia. Me atrever¨ªa a afirmar, incluso, que era la encarnaci¨®n simb¨®lica m¨¢s clara de lo que popularmente se entiende como tal. Henry Moore no fue, sin embargo, un innovador ni un radical, ni siquiera pose¨ªa uno de esos temperamentos provocadores que surgieron en la etapa heroica de la vanguardia hist¨®rica, aunque no dejara por ello de sufrir las consecuencias de la intransigencia acad¨¦mica oficial que antes de la II Guerra Mundial, y sobre todo en la puritana y art¨ªsticamente provinciana Inglaterra de aquel entonces, se cebaba con los esp¨ªritus creadores rebeldes.,Con todo, desde los a?os cuarenta hasta ahora mismo, que acaba de morir, Henry Moore ha sido uno de los artistas de vanguardia m¨¢s celebrados y homenajeados por todo el mundo. En este sentido, desde que obtuvo el Premio Internacional de Escultura en la 24? Bienal de Venecia, el a?o 1948, es raro el centro internacional verdaderamente importante que no le haya dedicado una gran muestra antol¨®gica, desde el MOMA, que ya se adelant¨® a organiz¨¢rsela en 1946, hasta los mejores museos de Londres, Par¨ªs, Bruselas, Florencia, Chicago, San Francisco, etc¨¦tera, sin olvidarnos de la reciente antol¨®gica de Madrid y Barcelona, que hace poco m¨¢s de cinco a?os supuso todo un acontecimiento por la cantidad y calidad de las piezas exhibidas.
Una nota com¨²n, a todas estas exposiciones fue que obtuvieron por igual un respaldo popular masivo, lo que hasta hace poco era un hecho bastante ins¨®lito trat¨¢ndose de la obra de un artista de vanguardia que no hubiera sido precedido por el morbo de alg¨²n esc¨¢ndalo. La explicaci¨®n del fen¨®meno de la aceptaci¨®n de Moore hay que buscarla, desde mi punto de vista, en el uso que hac¨ªa de arquetipos fundamentales -la figura humana, la maternidad-, cargados de afectividad y simbolismos ingenuos, y tratados con los; materiales m¨¢s tradicionales, como la piedra y la madera; es decir, que por los contenidos, las formas y la sensualidad misteriosa y refinada de su pulimiento, Henry Moore supo conectar muy eficazmente con el hombre sencillo de nuestra ¨¦poca. As¨ª, aunque no fuera un Brancusi, ni un Picasso, Matisse, Julio Gonz¨¢lez, Giacometti, Pevsner, Gabo, todos ellos considerados como contribuyentes decisivos para la definici¨®n de la nueva pl¨¢stica. contempor¨¢nea, Henry Moore logr¨® transmitir con ¨¦xito el potencial expresivo de ¨¦sta a los medios sociales m¨¢s alejados del conflictivo universo de la creaci¨®n art¨ªstica de vanguardia.
Conversi¨®n
Henry Moore tuvo unos origenes sociales humild¨ªsimos y su formaci¨®n art¨ªstica estuvo condicionada por ellos, siguiendo una trayectoria de preparaci¨®n artesanal, cuyo necesario complemento intelectual hubo de proporcion¨¢rselo ¨¦l mismo de forma autodidacta. Este tipo de formaci¨®n explica el amor que demostr¨® siempre por los materiales y su predilecci¨®n por la talla directa, as¨ª como el proceso de su evoluci¨®n, art¨ªstica, que le llev¨® a relacionarse con las inquietudes vanguardistas tras a?os de trabajo dentro de los m¨¢s puros c¨¢nones tradicionales. La definitiva ruptura con ¨¦stos se produjo en los a?os veinte y le supuso realizar un esfuerzo de adaptaci¨®n a trav¨¦s del cual demostrar¨ªa una curiosidad y una abnegaci¨®n admirables. Su conversi¨®n a los postulados modernos no fue producto, sin embargo, de un deslumbramiento ni del inmaduro impacto de una, moda, sino de una transformaci¨®n meditada, gracias a la cual, sin dimitir de sus instintos y creencias arraigados, lleg¨® al convencimiento de que ¨¦stos se desarrollar¨ªan expresivamente mejor gracias a las posibilidades ofrecidas por la escultura de vanguardia, que se hallaba entonces en uno de sus mejores momentos.
Henry Moore viaj¨® a Par¨ªs y a Italia durante aquellos a?os, demostrando con aquel recorrido de aprendizaje maduro el deseo de conciliar vanguardia y clasicismo. De hecho, su obra mejor constituye una s¨ªntesis entre lo experimental y la dignidad monumental de esp¨ªritu cl¨¢sico. Sin afiliarse a ninguna tendencia o movimientos concretos de la vanguardia, sigui¨® con intenso inter¨¦s la evoluci¨®n de todos, y no dej¨® de apoyarlos cuando notaba cierta resistencia social para su aceptaci¨®n, como ocurri¨®, por ejemplo, con el superrealismo brit¨¢nico y, en general, con otras muchas iniciativas de vanguardia que pugnaban por afianzarse en el Reino Unido durante los a?os veinte y treinta. Esta voluntad de compromiso tambi¨¦n supo ampliarla al terreno general de la cultura y de la pol¨ªtica, pues la ideolog¨ªa de Moore estaba s¨®lidamente enraizada en el hist¨®rico socialismo brit¨¢nico, en ese esp¨ªritu fabiano que conoci¨® desde su ni?ez obrera. A lo largo de su vida dio abundante testimonios de esa dign¨ªsima consciencia c¨ªvica, entre los que quiz¨¢ convenga recordar, por lo que ata?e a nuestra propia historia, el de su intervenci¨®n contra la neutralidad del Gobierno brit¨¢nico durante la guerra civil espa?ola, interventi¨®n que no se limit¨® a una simple declaraci¨®n, sino que fue acompa?ada por una visita a nuestro pa¨ªs en 1936, gracias a la cual conoci¨® Madrid y Barcelona, pero tambi¨¦n Toledo y Santander, ciudad esta ¨²ltima a la que quiso ir para poder contemplar en directo las cuevas de Altamira.
Esta visita a Altamira no fue una an¨¦cdota insignificante en la vida de una personalidad sensible y curiosa. Una parte sustancial de la mejor, escultura de Moore est¨¢ inspirada en el arte prehist¨®rico y ,primitivo, muy especialmente en las culturas de los,pueblos de la Am¨¦rica precolombina. Con esta atenci¨®n al universo del hombre primitivo, Moore no s¨®lo respond¨ªa a una inquietud b¨¢sica del arte de la vanguardia hist¨®rica, sino tambi¨¦n a la suya personal, interesada por captar los s¨ªmbolos humanos m¨¢s arquet¨ªpicamente primigenios.
Desde una perspectiva estil¨ªstica, ya se?al¨¦ antes que Moore no se adscribi¨® a ninguna tendencia concreta, pero eso no significa que no, estuviese abierto a todas. Y de hecho, siguiendo de cerca su evoluci¨®n, notamos en sucesivas etapas la asimilaci¨®n de elementos procedentes del poscubismo (L¨ªpschtiz y Laurens), del constructivismo (tras la presencia de Pevsner en Inglaterra)- y del superrealismo (sobre todo a trav¨¦s de la sensualidad org¨¢nica de un Art). Estas influencias no despersonalizaron en absoluto el rico mundo de Henry Moore ni le privaron de investigaciones originales, como se demuestra en el hecho de haber sido uno de los primeros creadores que trabaj¨® el hueco, que conceb¨ªa como la posibilidad de realizar una escultura a¨¦rea. "La piedra", ha declarado a este respecto, "se limita a rodear el hueco, que es la forma pretendida, sugerida".
El cuerpo
Su obra de los a?os veinte se caracteriz¨® por planteamientos monumentales, realizando figuras macizas e hinchadas, generalmente basadas en esquemas figurativos cl¨¢sicos, como el de la maternidad, que resuelve con una gran libertad. En la d¨¦cada siguiente abandon¨® las concepciones espectaculares, suaviz¨® las formas y se interes¨® por el ritmo fluido de lo org¨¢nico, creando obras de una sensualidad l¨ªrica y misteriosa.
El superrealismo le llev¨® a incrementar su pasi¨®n por el misterio del cuerpo femenino, mientras que el constructivismo le abri¨® perspectivas en la investigaci¨®n del espacio.
En suma, le puede afirmar que Henry Moore se interes¨® por casi todo, pero sin llegar a ser jam¨¢s un ecl¨¦ctico, un mero bricoleur de estilos ajenos. No pod¨ªa serlo por la contextura de su personalidad sencilla, regia e ¨ªrttegra. Refiri¨¦ndose precisamente a su integridad, el gran cr¨ªtico brit¨¢nico Herbert Read, uno de los que mejor conoci¨® y m¨¢s, defendi¨® la obra de Moore, escribi¨® que era no s¨®lo art¨ªstica, sino tambi¨¦n personal. "Ha conservado durante todo el transcurso de su vida", a?ad¨ªa, "una sencillez estil¨ªstica y una frescura de visi¨®n que s¨®lo pueden comprender exactamente quienes le conocen en persona".
Yo opino, sin embargo, que, adem¨¢s, se trasluc¨ªa en su obra mejor, que fue siempre la de car¨¢cter testimonial, bien de los testimonios arcanos de la memoria humana -maternidades-, bien de aquellos otros que surg¨ªan como respuesta directa ante los sufrimientos del hombre, como la serie, soberbia, de dibujos que realiz¨® con motivo de los bombardeos padecidos por Londres durante la II Guerra Mundial, serie que constituye para m¨ª una de sus m¨¢s altas cotas creativas.
Moore cierra en cierta manera un l¨ªmite hist¨®rico en la evoluci¨®n de la escultura contempor¨¢nea, cuyos or¨ªgenes pueden identificarse con la obra de Rodin. Como ya se?al¨¦ en cierta ocasi¨®n, de Rodin a Moore la escultura se ha ¨¦ncontrado a s¨ª misma: libre de restricciones acad¨¦rnicas, ha vuelto a ser uno delos medios humanos de expresi¨®n m¨¢s privilegiados, aquel en el que mejor colaboran entre s¨ª todos los sentidos y en el que se pu¨¦den armonizar el arcaico anhelo del mito con la m¨¢s sofisticada investigaci¨®n formal.
Babelia
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