A¨²n quedan c¨®micos
Los c¨®micos lloraban. Fern¨¢n-G¨®mez proyect¨® para ellos El viaje a ninguna parte. Se vieron y lloraron: por sus personajes, por sus antepasados de profesi¨®n, por los c¨®micos de la legua que ellos mismos nunca han sido. La medida del tiempo en la salita de pruebas estaba entre la fr¨¢gil menudencia de Nuria Gallardo, con su ombliguillo al aire, como si todav¨ªa estuviera cicatriz¨¢ndose del nacimiento, hasta el veterano peso de Mar¨ªa Luisa Ponte, con tantas ovaciones a lo largo de su vida; y las manos cogidas y muy apretadas de Jos¨¦ Sacrist¨¢n, tan inteligente, y la joven Laura del Sol, que todav¨ªa no est¨¢ rota por todo esto.Por la pel¨ªcula transitan siendo ellos sin serlo; por los caminos vecinales, por los cuartos l¨®bregos de la fonda, por los casinillos; entre fugas, deserciones, amores frustrados. Todav¨ªa quedan c¨®micos por los pueblos, ahuyentados por el cine, perseguidos por las risotadas tontas, trabajando a partido.
Todav¨ªa ellos mismos, la tropa de los que han ganado, saben lo que es ser actor en Espa?a: acuciados por quienes quieren convertirles en m¨¢quinas, o vaciar sus cerebros, escolarizarles, meterles en las coordenadas de m¨¦todos y t¨¦cnicas: al menor resquicio se libran y vuelven a ser los c¨®micos, los que inventan con su cuerpo.
Esta vez lloraban solos, sin que lo pidiera el gui¨®n, sin motivarse. Pero tambi¨¦n porque la pel¨ªcula trasciende: se anda en ella por la soledad, por el final de algo, por el ¨¢mbito p¨¢lido del triunfo imaginado y del fracaso que se siente dentro del est¨®mago mismo. Como en el verso de John Donne, las campanas doblan por ti y t¨² viajas tambi¨¦n, como ellos, hacia ninguna parte.
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