Corralejo:adem¨¢s la nieve
"Semos personas igual que las que hay en la Puerta del Sol", reclama Modesta Rodr¨ªguez, que conoce Madrid -136 largu¨ªsimos kil¨®metros de distancia- porque tiene all¨ª varios hijos trabajando y la han llevado de vez en cuando. Modesta, 74 a?os, vive en Corralejo, un pueblo de Guadalajara, en el l¨ªmite con la sierra pobre de Madrid, en el que la nieve y las temperaturas bajo cero de estos d¨ªas, que pueden hacer que al pueblo no llegue ni el pan semanal, no suponen sino un a?adido a la precariedad de todo el a?o.A Corralejo, 19 habitantes -cinco mujeres, 14 hombres-, seis casas, se accede en estos d¨ªas tras una pista de hielo de 40 kil¨®metros. El pueblo, que vive de una ganader¨ªa encerrada ahora a causa de las temperaturas, y a la que resulta dif¨ªcil dar de beber porque se han helado las fuentes, llene un mundo formado en el sector servicios por don Ricardo, Mari Carmen y Constantino, que son, respectivamente, el cura ocasional (segundos domingos de mes), la m¨¦dica espor¨¢dica (una vez cada veinte o veinticinco d¨ªas, si es que la llaman) y el panadero eventual (los s¨¢bados que no nieva).
Corralejo no tiene calles asfaltadas, ni sanitarios en las casas ni agua caliente o lavadora. Hace s¨®lo tres a?os que tiene tel¨¦fono. Hace s¨®lo cinco a?os que cuenta con luz el¨¦ctrica, y no en todas las casas. Las mujeres lavan al aire libre incluso durante el invierno y se apa?an para lograr unos men¨²s en los que, unto a algo de matanza, el plato fuerte son las patatas que, al igual que las jud¨ªas garbanzos y arroz, tenemos siempre", enumera la despensa Visita Ramos, 49 a?os que parecen m¨¢s. Por eso el viernes se preguntaban si ayer, con la nieve, tendr¨ªan el pan semanal, si podr¨ªa llegar Constantino hasta el pueblo. El a?o pasado, los habitantes de Corralejo estuvieron 15 d¨ªas incomunicados con nieve hasta la cintura, y ahora explican que sus necesidades no nacen de las inclemencias del tiempo y la incomunicaci¨®n. Con ellas simple mente se agravan.
Porque si ahora no pueden sacar a los animales -se dedican todo el a?o a "pelear con la cabra, la oveja y la vaca", como dice el guarda forestal, Alejandro Rodr¨ªguez, 54 a?os-, cuando el tiempo lo permite tampoco tienen gran cosa que hacer con ellos carecen de pastos y de alguna m¨¢quina con la que desbrozar el monte, la jara y la estepa, y ¨¦stos no son manjares que aprecie el ganado.
En agosto, cuando los habitantes se incrementan en alguna decena porque llegan a veranear los familiares, Corralejo celebra las fiestas del patr¨®n, san Agust¨ªn, cuya imagen se encuentra en la min¨²scula y tambaleante iglesia del lugar. Entonces, el pueblo echa la casa por la ventana, alquila un conjunto musical y suelta dos cerdos, tras los que corren lugare?os e invitados, y cuya captura est¨¢ premiada con un trofeo. Los nativos no se esfuerzan por hacerse con el marrano, porque dicen que, de lo contrario, la cosa perder¨ªa gracia, por lo que, para no pon¨¦rselo tan f¨¢cil a los listos de fuera, afeitan los cerdos y los embadurnan con la grasa consistente de los coches.
Antes soltaban "una choteja", pero el alcalde, que est¨¢ en El Cardoso, a 15 kil¨®metros, les dijo que para eso se necesitaba un m¨¦dico y una ambulancia y que lo de los cerdos no exig¨ªa lujos. Porque, como dice Alejandro Rocr¨ªguez, el guarda forestal, que se define "funcionario de Castilla-La Mancha" con la solemnidad de quien estuviera confesando que pertenece a la Guardia Suiza vaticana, aqu¨ª, seg¨²n est¨¢ la cosa se pone una persona mal y no hace falta ni m¨¦dico, ni hostias: se muere".
Por cierto, el alcalde est¨¢ en otro pueblo y los habitantes de Corralejo no llegan a recordar a qu¨¦ partido pertenece. Parece no importarles si es del PSOE de Alianza Popular, e incluso da la impresi¨®n de que esa cirunstancia no cambiar¨ªa demasiado su suerte. Justo Rodr¨ªguez, 33 a?os -"vamos a la ruina, sin tener con qu¨¦ alimentar al ganado"-, no ha llegado a conocer la escuela funcionando. Ahora, cuando alguien quiere que le salga un hijo de provecho, tiene que llevarlo los lunes hasta Guadalajara, poblaci¨®n con la que la carretera se qued¨® a medio hacer, y recogerlo los viernes.
Los j¨®venes -en Corralejo, cada generalizaci¨®n incluye a un m¨¢ximo de dos o tres personas- dicen que ahora, con la nieve, se pasan hasta dos meses sin salir de casa, pero que, cuando hace mejor, van hasta Montejo, "porque hay, por lo menos, un poco de discoteca". Y a las chicas, bueno, "habr¨ªa que meterlas aqu¨ª en el tiempo fr¨ªo para que ya no pudieran salir", se ofrece como secuestrador Jos¨¦ Rodr¨ªguez, uno de los cuatro solteros. Nadie sabe cu¨¢ndo es domingo. S¨®lo en verano, porque llega alg¨²n forastero.
Sentencia el guarda forestal, al hablar de las carencias del pueblo, que es que "las leyes est¨¢n hechas para el que se sabe defender". Su madre, Modesta Rodr¨ªguez, cuenta que se le han helado este a?o la mitad de las patatas. Como no llegue Constantino, el del pan, tendr¨¢ que cocer las sobrantes. Modesta cuenta que en Corralejo casi todos son parientes. "Ahora hay muchos cruces, pero antes nos arregl¨¢bamos en los pueblos". Modesta nos pide que la llamemos al llegar a Madrid, porque hay que ver c¨®mo est¨¢ la carretera. Cuando lo hacemos, da la explicaci¨®n de que hayamos llegado con bien, pese al hielo, la nieve y la ventisca: "Me he pasado todas estas horas rezando por ustedes".
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