La novela de dos casadas y una ciudad
'Fortunata y Jacinta', de Benito P¨¦rez Gald¨®s, sigue provocando estudio y discusi¨®n
No parece que Fortunata y Jacinta supusiera para Gald¨®s un esfuerzo descomunal, pese a escribir sus cerca de 1.000 p¨¢ginas en el t¨¦rmino de dos a?os (desde diciembre de 1885 hasta junio de 1887, seg¨²n la edici¨®n cr¨ªtica de Francisco Caudet; C¨¢tedra). La novela ocupa el 342 lugar entre el centenar de obras de P¨¦rez Gald¨¦s, y es, junto con ?ngel Guerra, la m¨¢s extensa.Consta que el novelista sinti¨® un gran alivio al terminarla y que se acus¨® de haberse apresurado en los ¨²ltimos cap¨ªtulos. Baste se?alar, para calibrar el esfuerzo, que en 1884 Gald¨®s hab¨ªa escrito seis episodios nacionales. El manuscrito, comprado por 400.000 pesetas a la familia por la universidad de Harvard, en Estados Unidos, que lo conserva, revela la minuciosidad caracter¨ªstica de Gald¨®s en la escritura, y sus constantes correcciones. Por si la novela dejara improbables dudas, el propio escritor reconoci¨® haberse documentado muy seriamente.
Gald¨®s ten¨ªa 42 a?os cuando escribi¨® "..:no encerrar¨¢n entre murallas mi pensamiento. Resido en las estrellas. Pongan al llamado Maximiliano Rub¨ªn en un palacio o en un muladar... lo mismo da", las tres ¨²ltimas frases del libro, y, como se dec¨ªa anta?o, estaba en la plenitud de sus facultades. Como casi siempre con el autor, Fortunata y Jacinta fue muy bien recibida por el p¨²blico -Ortiz Armengol recuerda que sus contempor¨¢neos consideraban a Gald¨®s sobre todo un dramaturgo-, y fue un punto de inflexi¨®n importante en su obra. Seg¨²n ha dicho Francisco Caudet, Gald¨®s empez¨® escribiendo la novela sobre y desde la burgues¨ªa y acab¨® escribiendo contra la burgues¨ªa.
Parece haber cierta unanimidad en que el personaje central de la obra es Fortunata, un arquetipo constru¨ªdo poco a poco, m¨¢s bien un s¨ªmbolo en quien, seg¨²n Ortiz Armengol, Gald¨®s quiso ver la Espa?a humilde, explotada y abandonada. Hay iron¨ªa en su nombre, y s¨ªmbolo al igual que en el de Jacinta, que recuerda el de una piedra y evoca cierta dureza de ¨¢nimo. En ella, est¨¦ril, ve la investigadora Carmen Men¨¦ndez la representaci¨®n de la clase media, de la misma forma que en otros personajes del pueblo, s¨ªmbolos de la Rep¨²blica.
En su conocida biograf¨ªa, el norteamericano Sonon Berkowitz sugiri¨® que quiz¨¢ la historia partiera de una peripecia del propio Gald¨¢s. Nada se sabe con certeza, y aqu¨ª se entra, a juzgar por las cautelas de los expertos en el resbaladizo terreno de la otra vida de Gald¨¢s, un soltero con una vida sexual larga y al pa recerintensa.
Seg¨²n Carmen Bravo-Villasante, recopiladora de 32 cartas in¨¦ditas de Emilia Pardo Baz¨¢n a Gald¨¢s (Ediciones Turner) "hubo amores simult¨¢neos y epid¨¦rmicos, y amores que se convirtieron en amistades. Gald¨®s era un hombre tierno y cari?oso, necesitado siempre de presencia femenina, aunque no se cas¨® nunca". Como prueban sus relaciones con Emilia Pardo Baz¨¢n y con Teodosia Gandarias, el escritor las hac¨ªa confidentes de sus escritos. Cierta carta sugiere que su fogosidad no alcanz¨® la de su leyenda. Para Bravo-Villasante, el novelista buscaba en ellas, tambi¨¦n, cierto cari?o maternal.
El pr¨®logo de Bravo-Villasante a las cartas de la Pardo Baz¨¢n, que parten de 1889, supone una larga correspondencia anterior y menciona cr¨ªticas mutuas elogiosas. A juicio de la escritora, seg¨²n dijo a este peri¨®dico, la relaci¨®n entre ambos alcanz¨® su culminaci¨®n hacia 1886.
Rivalidades
No se ha resuelto a¨²n el enigma de si Fortunata es mejor que La Regenta, de Clar¨ªn, su eterna rival (ambos escritores eran amigos), ni es probable que se resuelva nunca. Tampoco parecen acabar las discusiones que oponen a los galdosianos quienes esgrimen a Dickens, Balzac, Zola... como bazas ganadoras en un juego de rivalidades. No lo son. Con independencia del juicio de Madariaga, seg¨²n el cual el desconocimiento exterior de Gald¨®s corresponde a la leyenda negra, el escritor canario no ocultaba su admiraci¨®n por sus colegas. Bernardo Romero, catedr¨¢tico de literatura en la universidad de Zaragoza, mencion¨® ciertos antecedentes de Fortunata..., como por ejemplo el Diario de dos j¨®venes casadas, de Balzac, que rebota en el subt¨ªtulo de la obra de Gald¨®s: Dos historias de casadas. Tambi¨¦n existen correspondencias en las dos mujeres: la una est¨¦ril, la otra madre. Y as¨ª.Gald¨®s no ha dejado nunca de estar presente en todos los movimientos de la literatura espa?ola, dice Pilar Palomo, catedr¨¢tica de literatura y organizadora de un encuentro sobre Fortunata..., en su centenario, en la facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de Madrid. Precisa que tal vez las grandes ¨¦pocas de la novela espa?ola son realistas, aunque no siempre las grandes obras como se ha dicho.
Carmen Men¨¦ndez, que trabaja en la recuperaci¨®n historicista del escritor -c¨®mo era su entomo, c¨®mo eran las florister¨ªas, los mercados...-, apunta que en la visi¨®n que pes¨® durante largo tiempo de la obra galdosiana influy¨® no poco la opini¨®n melanc¨®lica que de ¨¦l tuvo la Generaci¨®n del 98; recu¨¦rdese el mote de Don Benito el garbancero que le adjudic¨® Valle-Incl¨¢n; un ejemplo m¨¢s del rompimiento obligado entre generaciones de artistas. Como dice el catedr¨¢tico Francisco Yndur¨¢in, en el juicio de P¨¦rez Gald¨®s es importante observar su coyuntura.
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