Antoine Vitez: "Le soulier de satin' es una obra esencial de este siglo"
El director estrena ma?ana en Avi?¨®n el primer montaje integral de la pieza de Claudel
"Plus jamais Claudel" pod¨ªa leerse en las paredes del barrio Latino de Par¨ªs en mayo de 1968, el a?o precisamente del centenario del nacimiento del poeta (1868-1955). Entre aquellos, m¨¢s bien escasos, que, de Lugn¨¦-Poe a Anne Delb¨¦e, pasando, claro est¨¢, por Jean-Louis Barrault, siempre han cre¨ªdo en la fuerza conmovedora y pol¨¦mica del verso claudeliano se cuenta Antoine Vitez, director del Th¨¦?tre National de Chaillot, que ma?ana presentar¨¢ en Avi?¨®n la primera representaci¨®n ¨ªntegra de Le soulier de satin. Para Vitez, se trata de "una obra esencial de este siglo". El montaje podr¨¢ verse en octubre en el Mercat de les Flors, de Barcelona.
Vitez descubre a Claudel en 1958, interpretando junto a Madeleine Marion Partage de Midi. "Fue Madeleine Marion", conflesa el director, "quien me descubri¨® a Claudel y, con ¨¦l, la lengua francesa, por la manera como ella dec¨ªa, hablaba, cantaba el personaje de Ys¨¦...".Durante los a?os de docencia en el Conservatorio, Vitez profundiza su conocimiento de los textos claudelianos, y en 1975, en la Com¨¦die Frangaise, pone en escena Partage de Midi. En noviembre del pasado a?o, en Chaillot, dirige L??change, y ma?ana, en el hueso de la Cour d'Honneur del palacio de los Papas de Avi?¨®n, Vitez presentar¨¢, por prime ra vez, la versi¨®n ¨ªntegra de Le soulier de satin, esa "¨¦norme ratatouille", ese enorme guisote, como lo calificaba, burlonamente, su autor. Quinientas p¨¢ginas de texto, nueve horas de representaci¨®n, repartidas en dos jornadas o bien de un tir¨®n.
No lejos de la Cour d'Honneur, donde dirige hasta altas horas de la madrugada los ¨²ltimos ensayos, Vitez nos habla de Claudel y de Le soulier de satin, que se perfila ya como el gran acontecimiento de esa 40? edici¨®n del festival de Avi?¨®n.
Pregunta. Como usted habr¨¢ podido corriprobar leyendo la Prensa francesa, especializada o no, existe una gran expectaci¨®n en torno a ese estreno. ?A qu¨¦ la atribuye usted?
Respuesta. Consciente o inconscientemente, la Prensa, la cr¨ªtica y el p¨²blico en general ven Le soulier de satin como un enigma. A pesar de que Barrault la estren¨® en 1943, en una adaptaci¨®n para la escena del propio Claudel, y que posteriormente, en 1958, mont¨® ¨ªntegramente la cuarta jornada, Sous le vent des les Bal¨¦ares, lo cierto es que ja m¨¢s se vio entera sobre un escenario, en un viaje semejante al que ahora emprendemos nosotros. As¨ª pues, nos encontramos frente a una obra que es una leyenda de la literatura, del teatro franc¨¦s. Por fin vamos a saber qu¨¦ es Le soulier de satin. Si se trata de un enorme souffl¨¦ que se resiste a subir o, por el contrario, tal y como yo pienso, una obra esencial de este siglo, una gran obra inici¨¢tica, como la Divina comedia o Don Quijote".
P. Lo del "enorme souffl¨¦", ?lo dice usted haci¨¦ndose eco de aquella "¨¦norme ratatouille" con que Claudel califica su obra?
R. No, en absoluto. La ratatouille es una mezcolanza, una mezcla sin forma y sin mesura. En cambio, lo que caracteriza Le, soulier de satin es su econom¨ªa. Podr¨¢ resultar sorprendente que hable de econom¨ªa trat¨¢ndose de un texto de 500 p¨¢ginas, pero le dir¨¦ m¨¢s: se trata de un texto de una gran concisi¨®n, o, si usted prefiere, de un pronunciado elipsismo; de lectura muy dificil, no comprendemos del todo lo que ocurre. Pues bien, el trabajo del teatro, del director y de los int¨¦rpretes consiste en explicar, en mostrar eso que ocurre, en poner de relieve el n¨²cleo central de cada escena. Trabajo sumamente dif¨ªcil, pues la habilidad de Claudel, su car¨¢cter perverso, consiste en mezclar lo principal y lo secundario.
P. ?Vio usted el montaje de Barrault, en la Com¨¦die, en 1943?
R. No. Pero puedo decirle algo sobre aquel estreno. Mire usted, Barrault estrena Le soulier de salin en plena ocupaci¨®n, en un per¨ªodo de humillaci¨®n nacional, mejor, de autohumillaci¨®n del pueblo franc¨¦s, pues el petenismo, forma francesa del fascismo, supuso una casi alegre y, por descontado, malsana pr¨¢ctica de la autohumillaci¨®n. Es ¨¦l tem¨¢ del d¨¦clin de la France, de la decadencia nacional, que ahora vuelve precisamente a ventilarse en la Prensa. Barrault estrena Le soulier de satin, cuyo autor es un poeta conservador, cat¨®lico, un reaccionario seducido en un principio por Petain. Recuerde usted su c¨¦lebre Ode au Mar¨¦chal Petain, si bien esa oda no es la peor cosa que hizo Claudel; lo peor, en mi opini¨®n, fue su apoyo a Franco durante la guerra civil espa?ola. Pues bien, ese estreno se convierte, por obra y gracia de Barrault, en un acto de resistencia. El estreno de Le soulier de satin en 1943, en la Com¨¦die, en un Par¨ªs ocupado y autohumillado, supuso un grito de esperanza en la lengua y en la literatura francesa, en su fuerza creativa.
P. ?Cu¨¢l es el contenido de Le soulier de satin?
R. Hay distintas lecturas. La primera es la historia de un amor, un amor que es el combustible de toda una vida, la vida del propio Claudel, transfigurada por la poes¨ªa.
Espa?a irreal
Luego hay una segunda, pol¨ªticoteol¨®gica, es decir, la voluntad de escribir una obra de la Contrarreforma, opuesta a la separagi¨®n de la Iglesia y del Estado, aupada en Francia por el radical anticlerical ?rnile Combes, el petit p¨¨re Combes. De ah¨ª el que la acci¨®n se desarrolle en la Espa?a barroca, una Espa?a plagada de anacronismos, irreal, que traduce un cierto desprecio, no por Espa?a, pero s¨ª por una cierta visi¨®n hist¨®rica de su pa¨ªs.Hay una tercera lectura que concierne exclusivamente al teatro. Es un himno al poder ?limitado del teatro, ¨²nico medio para contarlo todo, para decirlo todo de la vida, sombra de la omnipotencia sobre la tierra, el ¨²nico lugar donde el hombre puede por unas horas creerse Dios... Le soulier... esgrime una concepci¨®n calderoniana del teatro.
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