North: "No lo discut¨ª personalmente con el presidente"
El teniente coronel Oliver North, el principal protagonista del Irangate, no implic¨® ayer al presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, en el desv¨ªo a la contra nicarag¨¹ense de fondos procedentes de la venta de armas a Ir¨¢n. North, de 43 a?os, con seis filas de medallas en la guerrera de su uniforme verde de oficial de marines, rompi¨® un silencio de siete meses para afirmar. "Cre¨ª que lo que hac¨ªa ten¨ªa la aprobaci¨®n del presidente. Pero nunca lo discut¨ª personalmente con ¨¦l". North, que se mostr¨® a ratos contrito, pero en ocasiones desafiante durante las tres horas de testimonio ante los comit¨¦s de investigaci¨®n del Congreso de EE UU, declar¨®, bajo juramento, que todas sus actividades siempre se produjeron con permiso de sus superiores.
El laureado teniente coronel, en un momento de agresividad emocional, advirti¨® que no es el responsable de todos los horrores del Irangate y que hay otros personajes detr¨¢s, y cit¨® al ministro de Justicia, Edwin Meese, al ex director de la CIA William. Casey, y a los ex consejeros de Seguridad Nacional, Robert McFarlane y John Poindexter. "No quiero que se piense que yo he hecho todo esto por mi cuenta y que soy un incontrolado. Muchas personas ven¨ªan a mi despacho y me dec¨ªan que estaba haciendo un gran trabajo".La esperada intervenci¨®n de North, que declarar¨¢ durante toda esta semana protegido por una inmunidad limitada que impedir¨¢ su procesamiento por lo que diga estos d¨ªas, no produjo la prueba concluyente que vincule a Reagan con el desv¨ªo de fondos a la contra.
North, que consult¨® pr¨¢cticamente cada respuesta con su abogado, cont¨® como el pasado 25 de noviembre -despu¨¦s de su cese- le llam¨® Reagan por tel¨¦fono y le dijo: "Yo no sab¨ªa nada", en referencia al desv¨ªo de fondos a la contra. A mediados de noviembre, dijo, pregunt¨¦ a Poindexter (consejero de Seguridad Nacional) si "el presidente lo sab¨ªa". "Me contest¨® que no", a?adi¨®. El problema reside en la credibilidad de North, muy deteriorada por las revelaciones de que se benefici¨® personalmente con la operaci¨®n iran¨ª, que falsific¨® documentos y que destruy¨® pruebas comprometedoras. El 59% de los norteamericanos estima que va a mentir al Congreso y tambi¨¦n una mayor¨ªa cree que Reagan est¨¢ mintiendo sobre su responsabilidad en el Irangate.
"Cumpl¨ªa ¨®rdenes"
Este teniente coronel que, de hecho, manejaba un gobierno paralelo desde el Consejo de Seguridad Nacional, con el est¨ªmulo del desaparecido director de la CIA Casey, asegur¨® ayer que "cumpl¨ªa ¨®rdenes" o al menos cre¨ªa que las cumpl¨ªa. Sus primeras declaraciones suponen un alivio para la Casa Blanca, cuyo portavoz asegur¨® ayer que el presidente est¨¢ "demasiado ocupado con los asuntos de gobierno" para ver por televisi¨®n el testimonio de North, a quien hace meses calific¨® de "h¨¦roe nacional".
Reagan, aseguran sus asesores, est¨¢ convencido de que ni North ni su superior Poindexter, que declarar¨¢ la semana pr¨®xima, le implicar¨¢n directamente con el aspecto m¨¢s delicado del esc¨¢ndalo, el desv¨ªo de beneficios procedente de la venta de armas al r¨¦gimen de Jomeini para los rebeldes antisandinistas.
El testimonio de North comenz¨® a las nueve de la ma?ana (tres de la tarde, hora peninsular espa?ola), en un ambiente cargado de expectaci¨®n y con el Washington pol¨ªtico paralizado, pegado a los televisores. El abogado del principal testigo, Brendan Sullivan, intent¨® a ¨²ltima hora impedir la declaraci¨®n de North alegando indefensi¨®n de su cliente, que no hab¨ªa tenido tiempo de revisar todos los documentos del caso. Explic¨® que North hab¨ªa sido ya condenado por varios miembros de los comit¨¦s investigadores antes de ser ni siquiera o¨ªdo. Pero Sullivan fue cortado en seco por el presidente del comit¨¦ especial del Senado, Daniel Inouye, que dijo que parec¨ªa que el testigo estaba sugiriendo que estaba por encima de la ley.
El interrogatorio se centr¨® sobre todo ayer en los ¨²timos d¨ªas de noviembre, cuando North, alertado por el ministro de Justicia Meese de que se hab¨ªa descubierto el pastel, acudi¨® a su oficina, horas antes de ser destituido y despu¨¦s de que Meese (inexplicablemente dej¨® pasar 48 horas) abriera, una investigaci¨®n, para destruir documentos con la ayuda de su secretaria, Fawn Hall.
Este incre¨ªble oficial defendi¨®, no sin cierto cinismo, que el Gobierno le puso en su despacho una m¨¢quina trituradra para destruir documentos y que, pr¨¢cticamente, la usaba todos los d¨ªas. "Est¨¢bamos en el medio de dos operaciones encubiertas y son encubiertas para que el presidente pueda ser separado de las mismas, neg¨¢ndose su participaci¨®n. Se destruyen documentos que pueden probar la participaci¨®n del Gobierno en estas actividades".
La insistencia de los comit¨¦s en la cuesti¨®n de la destrucci¨®n de documentos se explica por la posibilidad de fabricar un caso de conspiraci¨®n y obstrucci¨®n de la justicia. Aunque North no podr¨¢ ser procesado por lo que diga estos d¨ªas tendr¨¢ que tener cuidado con el peligro de cometer perjurio.
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