Embriones
Seis embriones congelados esperan en la Cl¨ªnica Loreto poder convertirse en beb¨¦s. Son los seis madrile?os del futuro, los seis paisanos de ciencia / ficci¨®n que van a pasearse por la calle Alcal¨¢ del siglo XXI. ?sos s¨ª que son posmodernos. Las anticipaciones de la ciencia, las noticias de lo que va a pasar, los fr¨ªgidos y prometedores anuncios de lo venidero, hacen que todos nos veamos ya a nosotros mismos desde el futuro, y esta visi¨®n no es que nos vuelva viejos, sino que nos anula. A nosotros y a los m¨¢s j¨®venes. Hoy nos sentimos muy posteriores a 'La verbena de la Paloma" que canta admirablemente Sergio de Salas en La Corrala. Este revival, como otros, nos ayuda a sentirnos actuales, incluso a sentirnos posteriores, y por lo tanto m¨¢s que los ingenuos personajes y autores del sainete. As¨ª es como el pasado apuntala el presente, ayuda a vivir, crea la ilusi¨®n de que a nosotros nos ha tocado estar en lo cierto. Pero cuando todos los madrile?os sean congelados, cuando haya desaparecido de la tierra la carne humana fresca, nuestra modernidad o posmodernidad de hoy se habr¨¢ convertido en otra prehistoria. "Hubo un tiempo en que la gente se reproduc¨ªa directamente, como los perros", dir¨¢n, y con raz¨®n. (Suponiendo que los perros, para entonces, no sean tambi¨¦n fabricados in vitro".) Porque eso de ponerse a hacer un ni?o por procedimientos artesanos, manuales, sudorosos y fatigosos, como en la Edad Media, por ejemplo, empieza a resultarnos ya tan rudo como el arado romano. Aparte de que el futuro ni?o no suele ser sino la coartada de la pareja para entregarse a los m¨¢s sucios manejos.?C¨®mo es que nuestra civilizaci¨®n ha sustituido la navaja de afeitar y no ha conseguido abolir otras armas masculinas y agresivas? El sexo se practica ya sin consecuencias, pero no quedar¨¢ libre de culpa hasta que no quede libre de ni?os. Todo ni?o es el cuerpo del delito de una noche loca, y eso, m¨¢s que una verg¨¹enza, nos parece una antigualla. Todo ni?o nace, as¨ª, manchado de lubricidad adulta y casual. Quiz¨¢ fue engendrado en la cocina, mientras chiflaba la olla. Esto nos parece hoy lo castizo. (Y en Madrid, lo madrile?o.) Pero el sexo quedar¨¢ pronto en mero juego, con lo que se parecer¨¢ un poco al amor, y todo el mundo se sabr¨¢ hijo de un as¨¦ptico proyecto cient¨ªfico. Se acab¨® el "Juli¨¢n, que ti¨¦s madre".
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