Muero porque no muero
Crece en Espa?a la conciencia de que el enfermo terminal tiene derecho a protagonizar el final de su vida
"D¨¦jeme morir tranquila", exclamaba hace pocos d¨ªas una anciana de 86 a?os en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del hospital de la Princesa de Madrid, mientras era entubada por el equipo cl¨ªnico, del centro con el fin de prolongar su vida algunos d¨ªas m¨¢s. A las pocas horas, la anciana hab¨ªa perdido el habla a consecuencia de la trombosis que le afectaba. Normalmente, en cualquier poblaci¨®n rural del pa¨ªs, esa mujer habr¨ªa fallecido a las pocas horas. ?Cu¨¢nto tiempo de vida artificial le queda internada en un centro m¨¦dico equipado con las m¨¢s sofisticadas tecnolog¨ªas?
La escena se repite diariamente en los hospitales de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Eutanasia (etimol¨®gicamente, muerte buena) es un t¨¦rmino que actualmente se traduce por "muerte r¨¢pida e indolora con el fin de evitar sufrimientos". La eutanasia pasiva (por omisi¨®n) consiste en la eliminaci¨®n de los medios que contribuir¨ªan a prolongar la vida del moribundo; por ejemplo, retirar un respirador artificial o no suministrar m¨¢s medicaci¨®n que la destinada a paliar los sufrimentos del enfermo que est¨¢ muriendo.Por el contrario, la eutanasia activa consiste en administrar un tratamiento destinado a provocar la muerte del paciente; por ejemplo, una inyecci¨®n letal. La eutanasia activa directa constituye un delito de homicidio en la pr¨¢ctica totalidad de los pa¨ªses del globo. Una curiosa excepci¨®n es Holanda.
El mundo entero sigui¨® con el alma en vilo el caso de Karen Quinlan. La joven norteamericana que entr¨® en coma a los 21 a?os a causa de una mezcla de droga y alcohol, y fue mantenida artificialmente hasta 1975. Desconectada en aquella fecha del respirador artificial por deseo de sus padres, Karen continu¨® viviendo sin auxilios artificiales durante 10 a?os m¨¢s, hasta el 12 de julio de 1985.
Una sentencia del Tribunal de Rotterdam emitida el 1 de diciembre de 1981, y posteriormente discutida por las autoridades del pa¨ªs, estableci¨® en Holanda una serie de condiciones que eximir¨ªan de persecuci¨®n legal a los m¨¦dicos que practicaran la eutanasia activa. Tales condiciones son: sufrimiento insoportable e irremediable, decisi¨®n firme del enfermo ejercida sin presiones exteriores (habiendo sopesado previamente sus perspectivas y posibles soluciones alternativas), ausencia de otra soluci¨®n razonable y de sufrimiento innecesario provocado a otros, participaci¨®n de un m¨¦dico en la decisi¨®n (el m¨¦dico proporcionar¨¢ los medios para producir la muerte) y m¨¢ximas precauciones para evitar errores. De hecho, se afirma que en Holanda se aplica anualmente la eutanasia a 6.000 personas.
En 1986 exist¨ªa un proyecto de ley, apoyado por la mayor¨ªa parlamentaria de este pa¨ªs, presentado por el peque?o partido centrista D-66, que no s¨®lo admit¨ªa la eutanasia pasiva o eutanasia activa indirecta, sino tambi¨¦n la aut¨¦ntica eutanasia. Esta pr¨¢ctica quedar¨ªa despenalizada en los supuestos de "necesidad urgente" y de "decisi¨®n voluntaria o petici¨®n del interesado, con dictamen favorable de un m¨¦dico cualificado". La petici¨®n del enfermo deber¨ªa constar de forma clara y precisa. La responsabilidad de su aplicaci¨®n recaer¨ªa sobre un m¨¦dico que deber¨ªa redactar una especie de diario de los diagn¨®sticos del paciente hasta el momento del acto eutan¨¢sico, para posibilitar de esta forma el control de la justicia.
Holanda
El Gobierno holand¨¦s no se decidi¨®, sin embargo, a despenalizar la eutanasia. Hace poco tiempo el Gobierno ha presentado un nuevo proyecto de ley, que se sit¨²a en la l¨ªnea de la eutanasia pasiva, al admitir el "cese de tratamientos en los casos extremos", de acuerdo con el C¨®digo Europeo de ?tica M¨¦dica. Mientras tanto, los jueces holandeses no imponen penas a los m¨¦dicos que practiquen la eutanasia de acuerdo con las tres consabidas condiciones se?aladas por los expertos: que se trate de enfermos terminales e incurables, que lo hayan solicitado libremente y que el m¨¦dico haya consultado a un colega despu¨¦s de tomar la decisi¨®n.Puede decirse, pues, que la actual situaci¨®n holandesa es despenalizadora en la pr¨¢ctica y que no est¨¢ lejano el d¨ªa de la despenalizaci¨®n en los Pa¨ªses Bajos, lo que supone un importante precedente, sin duda imitable por otros pa¨ªses de nuestra ¨¢rea cultural.
Simult¨¢neamente, y desde hace algunos a?os, est¨¢n proliferando, especialmente en el mundo anglosaj¨®n, unas nuevas instituciones especializadas en la atenci¨®n de enfermos terminales, a las que se ha dado con cierta frecuencia el nombre medieval de hospicios (hospices o rest houses). Se trata de hospitales donde la filosof¨ªa de la muerte ocupa un puesto preferente, gracias a una cuidada selecci¨®n del personal sanitario. Hace 20 a?os, Cicely Sounder, antigua enfermera, graduada con posterioridad en medicina, fund¨® en Londres el Saint Christopher's Hospice con la intenci¨®n de especializarse en este tipo de pacientes. En 1979 comenz¨® a funcionar en Valdecilla (Santander) la secci¨®n de oncolog¨ªa, dirigida por Jaime Sanz Ortiz, uno de los pocos m¨¦dicos espa?oles especializados en enfermos terminales. Tras conocer la experiencia brit¨¢nica, el doctor Sanz ha convertido el equipo de Valdecilla en pionero de Espa?a en realizar esta labor, seguida hoy por otros centros sanitarios; entre ellos, otros dos catalanes. Para Sanz Ortiz, cuando ya no se puede curar, hay que pensar en cuidar, escuchando sobre todo a un paciente que "tiene todo el derecho de ser el protagonista del final de su vida".
En este tipo de hospitales trabaja una media de cuatro personas por cada enfermo, entre m¨¦dicos, enfermeras y personal de servicio. La atenci¨®n se contin¨²a, tras la muerte del paciente, con sus familiares, mientras ¨¦stos lo necesitan. Para la mentalidad espa?ola, este tipo de servicios resultaba inviable por los altos costes econ¨®micos.
Lo que ha intentado Sanz Ortiz es trasplantar la filosof¨ªa de estos centros a los espa?oles, a partir de una atenci¨®n domiciliaria, conduciendo al enfermo al hospital s¨®lo en situaci¨®n ya aut¨¦nticamente terminal. Desde 1984, Sanz Ortiz ha atendido un promedio de 70 pacientes terminales al a?o, y pone el acento, sobre todo, en la faceta humana y psicoemocional del paciente. "Atenci¨®n continua, permanente y sin l¨ªmite de tiempo", asegura el doctor Sanz. "Con esta estrategia terap¨¦utica tenemos asegurada una muerte digna pr¨¢cticamente en el ciento por ciento de los casos".
Por el momento, el centro se dedica a las personas terminales de patolog¨ªa oncol¨®gica. Para Sanz, el c¨¢ncer es la enfermedad que produce mayor n¨²mero de pacientes con sintomatolog¨ªa m¨²ltiple y tratable. Los pacientes terminales por c¨¢ncer no son ¨²nicamente viejos en Valdecilla, sino que el centro engloba en su terap¨¦utica desde ni?os hasta ancianos.
Hasta donde quiere o¨ªr
Jaime Sanz cuida en su centro terminal las relaciones con el enfermo. "Aqu¨ª se escucha al enfermo y se le dice hasta donde ¨¦l quiere o¨ªr. Es mucho m¨¢s ansiol¨ªtica una conversaci¨®n y manifestarle la verdad hasta el punto que pueda soportar que el administrarle f¨¢rmacos", asegura.La otra cara de la moneda es lo que de hecho ocurre en muchos centros geri¨¢tricos espa?oles. Se convierten en centros terminales, pero por todo lo contrario: porque son lugares donde a los ancianos se les deja para morir. "Aqu¨ª vienen a morir", explica Josep Sala Vila, accionista de uno de los geri¨¢tricos y jefe de una brigada de la Cruz Roja de Barcelona. El 40%, aproximadamente, de los internos del Centro Geri¨¢trico del Maresme procede de los hospitales del Instituto Catal¨¢n de la Salud (ICS). "Cuando ya no pueden hacer nada por ellos, nos los mandan aqu¨ª", coment¨® Sala. "Son gentes de edad muy avanzada, que padecen c¨¢ncer, demencia senil, etc¨¦tera; casi todos est¨¢n condenados a morir a corto plazo", agreg¨®. En este centro fallecen m¨¢s de 80 personas al a?o.
Seg¨²n Rub¨¦n Bild, miembro de la Asociaci¨®n Psicoanal¨ªtica Argentina, formado en el Reino Unido en la t¨¦cnica del buen morir y que ha colaborado en el centro Valdecilla, el objetivo de estos centros es "eliminar el dolor, no acortar la vida". Pero siendo Bild un experto en cuidar al paciente pr¨®ximo a la muerte, reconoce que la eutanasia no es una cuesti¨®n ajena, al menos como hip¨®tesis intelectual.
"La eutanasia pasiva forma parte, de hecho, del tratamiento que debe darse a estos pacientes", dice. La eutanasia activa, por el contrario, es un salto cualitativo que se desgaja de la experiencia de Bild. El criterio de Rub¨¦n Bild es "respetar la voluntad del paciente, considerar que el enfermo terminal es una persona viva hasta el final y no aislarlo en un rinc¨®n". Bild est¨¢ a favor de que los pacientes puedan ejercer su voluntad final a trav¨¦s del manifiesto biol¨®gico, una actitud previsora que se adelanta al posible escamoteo sobre esta cuesti¨®n.
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