La campa?a de Washington
?Por qu¨¦ Panam¨¢ est¨¢ bajo una campa?a tan dura, sistem¨¢tica y donde todo es v¨¢lido? ?D¨®nde est¨¢ la seriedad de los Estados para tratar sus contenciosos? ?Es posible que una naci¨®n tan poderosa como EE UU utilice argumentos y armas tan viles contra otra tan indefensa como mi pa¨ªs? La historia de los ¨²ltimos tiempos nos muestra que parece que en Washington hay funcionarios a los que no se averg¨¹enzan de aconsejar a sus dirigentes que las leyes, el ordenamiento legal internacional, los tribunales internacionales, son asuntos secundarios que pueden ser soslayados. Pero recordemos: si este ordenamiento se debilita, se ataca a la estructura que sostiene la civilizaci¨®n.Panam¨¢ quiere discutir los problemas derivados de los tratados Torrijos-Carter (1977) con el Gobierno norteamericano como dos naciones soberanas que se respetan y son amigas y aliadas. Lo que no acepta Panam¨¢ es que se arme un montaje insidioso teatral (con un testigo conde nado por la misma justicia norteamericana por delincuente convicto en el negocio del tr¨¢fico de estupefacientes, a quien le proponen reducci¨®n de su pena por su testimonio y acusaci¨®n), y la utilizaci¨®n de los mecanismos de la gran prensa para propagar su orquestada campa?a de las drogas contra el jefe de las fuerzas armadas paname?as -un militar at¨ªpico en el escenario de los militares latinoamericanos, porque ¨¦ste s¨ª ha dado prueba de que defiende -posiciones populares y no a las multinacionales o las oligarqu¨ªas nacionales- es un recurso amoral y tan insostenible que el propio Gobierno norteamericano, el U. S. Department of Justice, la oficina que persigue el narcotr¨¢fico, el Drug Enforcement Administration, entre otros organismos oficiales, regularmente nos env¨ªan documentos (oficiales) agradeciendo la gesti¨®n de las autoridades de mi pa¨ªs, las acciones de las fuerzas de defensa y la colaboraci¨®n del Estado en la lucha contra los jerarcas y traficantes del vil negocio de las drogas. ?C¨®mo se puede entender entonces esta campa?a contra mi pa¨ªs? ?Qu¨¦ objetivos tiene entonces?
Objetivos pol¨ªticos
Los objetivos son indiscutiblemente pol¨ªticos. El presidente Carter firm¨® unos tratados legales, de Estado a Estado, en 1977, producto de la estrategia de Omar Torrijos, que dec¨ªa que lo ¨²nico v¨¢lido era "negociar, negociar y negociar". As¨ª llegamos al acuerdo: EE UU reconoc¨ªa que la soberan¨ªa del canal de Panam¨¢ era de Panam¨¢. Pacta sunt servanda (los pactos se cumplen), dicen los juristas, pero esto lo logramos negociando, dialogando como Estados civilizados modernos. Esto es lo que Panam¨¢ quiere ahora con Estados Unidos: sentarse a dialogar, porque el problema es pol¨ªtico.
Debemos alertar al mundo que la campa?a contra mi pa¨ªs es un recurso para desviar el tema central. Los sectores ultraconservadores de Washington no quieren discutir el problema de las bases norteamericanas, que deben retirarse el 31 de diciembre de 1999. Lo que quieren es un Gobierno provisional o espurio con el que puedan conseguir, mediante concesiones, la permanencia de las important¨ªsimas bases militares y del Comando Sur en mi pa¨ªs. ?Esto es lo civilizado?
Nosotros le hacemos una pregunta a la comunidad internacional, pidi¨¦ndole que mediten seriamente esto: ?si teneTos elecciones generales democr¨¢ticas en 1989, por qu¨¦ desestabilizan ahora a nuestro Gobierno? ?Por qu¨¦ no esperan el veredicto popular en muy pocos meses? No esperan porque quieren renegociar los tratados con un Gobierno provision¨¢l, en la oscuridad de las viejas t¨¢cticas muy conocidas. ?La democracia y el voto secreto y universal (del cual habla tanto la Administraci¨®n norteamericana) son un recurso pol¨ªtico y no una convicci¨®n? Porque parece, a la luz de los hechos concretos, que se juega a la democracia como un big stick- siempre y cuando para que paguen las deudas, para integrarse en acuerdos interesados, para responder a los intereses generales de Washington. Para algunos, la democracia no es una convicci¨®n universal, sino un argumento coyuntural.
La teor¨ªa del patio trasero (backyard) de algunos estrategas de Washington es tan tensa, dramatizada y amenazante que cualquier argumento es v¨¢lido, como montar un espect¨¢culo en una instituci¨®n oficial como el que est¨¢n haciendo en estos d¨ªas contra mi pa¨ªs. Pero esto no es civilizado ni moderado, y, menos, democr¨¢tico. Lo que s¨ª hay es un espect¨¢culo informativo internacional, de cargos y no de pruebas reales, y que mi pa¨ªs, porque es peque?o, no puede detenerlo. La maquinaria internacional se ha puesto en marcha: esto es un espect¨¢culo.
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