Dos conciertos con pianista
Los dos programas de las orquestas estatales madrile?as contaron con pianistas invitados espa?oles: a la RTVE volvi¨® Ach¨²carro, y a la ONE, Joaqu¨ªn Soriano, recientemente escuchado en el primer concierto de Chopin. Y en cada caso recibimos a directores de fuera: Paul Capolongo, ¨ªtalo-franc¨¦s (Alger, 1940), y Sergiu Comissiona, rumano-israel¨ª (Bucarest, 1928).Prepar¨® el director Sergiu Comissiona, con esa vitalidad que le caracteriza, esa manera alegre de sentir que mueve todas sus versiones, un programa de repertorio y a la vez poco com¨²n: el Till, de Strauss, narrado con esplendor y sin demasiada perfecci¨®n detallista; la Danza macabra, de Liszt -en la que Soriano demostr¨® una vez m¨¢s su preferencia por los rom¨¢nticos, y particularmente por Liszt-; la Sinfon¨ªa de salmos, de Igor Stravinski, y la Toccata y fuga de Juan Sebasti¨¢n Bach, seg¨²n orquestaci¨®n de Stokovski.
Oquesta y Coro de RTVE
Director: Paul Capolongo. Solista: Joaqu¨ªn Ach¨²carro, piano. Obras de Crist¨®bal Halffter y Schumann. Teatro Real. Madrid, 3 de marzo.Orquesta Nacional de Espa?a Director: Sergiu Comissiona. Solista: Joaqu¨ªn Soriano, piano. Obras de Strauss, Liszt, Stravinski y Bach-Stokovski. Teatro Real. Madrid, 4 de marzo.
M¨²sico por naturaleza, el atual director de la ¨®pera de la ciudad de Nueva York, que naci¨® a la m¨²sica como violinista, resulta gran colaborador de los solistas. As¨ª, su trabajo con Joaqu¨ªn Soriano (Le¨®n, 1941) apoy¨®, envolvi¨® y enalteci¨® la parte pian¨ªstica, ejemplo de gran virtuosismo lisztiano que parece hoy reservado a los monstruos herederos lejanos del demoniaco maestro h¨²ngaro ("O es usted Liszt o es usted el demonio", como cuenta la an¨¦cdota). Al pianismo de Soriano llega siempre, mucho antes que Lucifer, la elegancia, el bon g?ut, la renuncia a todo exceso.
Punto alt¨ªsimo de la tarde fue la Sinfon¨ªa de salmos, cuyo tercer movimiento constituye sin duda una de las expresiones m¨¢s emocionadas de toda la m¨²sica espiritual de nuestro siglo. El coro de RTVE, preparado por Tom¨¢s Cabrera, la orquesta -en su peculiar formaci¨®n- y Comissiona se sintieron tocados por la invenci¨®n stravinskiana, con lo que la versi¨®n super¨® lo sumario o meramente cualitativo.
Serenidad
Joaqu¨ªn Ach¨²carro -esta vez regular o, si se quiere, irregularmente asistido por el maestro Capolongo- hizo un Concierto de Schumann de primera categor¨ªa. No hay que ponderar la capacidad del pianista bilba¨ªno (1937) en cuanto a soluci¨®n de los problemas t¨¦cnicos (bastar¨ªa el comienzo de la obra para comprobarlo), sino insistir en lo que caracteriza los ¨²ltimos a?os de este solista internacional: la hondura de concepto, la serenidad expositiva, el contraste rico entre las afirmativas potencias y la introspecci¨®n ensimismada.El lirismo sustancial de Schumann encuentra en Ach¨²carro un transmisor de categor¨ªa infrecuente, sin truco t¨¦cnico ni expresivo y alentado en su sentir y su hacer por un principio de veracidad claramente transmitida. El triunfo fue grande y merecido.
Lo fue tambi¨¦n el de Crist¨®bal Halffter con su Tiento y batalla imperial sobre Cabez¨®n y Cabanilles, transmigraci¨®n del ¨®rgano a la orquesta seguida de la eclosi¨®n percutiva que sit¨²a al compositor en l¨ªnea con la explotaci¨®n de los tambores de Calanda por Luis Bu?uel, aunque el punto de partida provenga de Basilea. Esto a pesar de que la interpretaci¨®n de Capolongo result¨® refinada pero d¨¦bil.
Lo que sucedi¨® tambi¨¦n con la superficial lectura de la Primera sinfon¨ªa de Schumann, aunque fuera lo mejor del director invitado.
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