Una tela de ara?a contra la marginaci¨®n
En barrios madrile?os surgen grupos que intentan paliar la ineficacia de la Administraci¨®n
Eloy, sacerdote; Blanca, asistenta social; Luis, m¨¦dico, El¨ªas, pastor evangelista, y otros muchos, an¨®nimos y altruistas, son, en este caso en el madrile?o barrio de Canillejas, los promotores de una incipiente y todav¨ªa d¨¦bil tela de ara?a que se est¨¢ tejiendo por la periferia de la gran ciudad, superando fracasos parciales, abandonos e incomprensiones en la lucha contra la droga. La red la forman miles de personas an¨®nimas, peque?os grupos que surgen por doquier, espont¨¢neos, muchos de vida ef¨ªmera, que se destacan contra el tel¨®n de fondo de la ineficacia de la Administraci¨®n.
En este diseminado ej¨¦rcito de altruistas hay de todo: cristianos de base, sacerdotes, m¨¦dicos, abogados, asistentes sociales, evangelistas, madres que han sufrido la p¨¦rdida de sus hijos muertos por la droga, colectivos de base que fundan magazines y revistas marginales o emisoras de radios, talleres ocupacionales, cooperativas, grupos culturales.Pilar Luna Jim¨¦nez de Parga, promotora de la Escuela de Educadores de Calle, abogada, cuyos defendidos, seg¨²n dice ella misma, son en un 90% toxic¨®manos, es una de las m¨¢s radicales detractoras de la administraci¨®n: "No es s¨®lo que no est¨¦ dando una respuesta eficaz a los problemas de marginaci¨®n de los barrios, sino que en gran parte los provoca, porque est¨¢ haciendo una pol¨ªtica general que no responde a las necesidades de la gente. Se est¨¢n incumpliendo mandatos constitucionales, como son los derechos fundamentales de ense?anza, vivienda, trabajo o sanidad".
Ejemplos como el del Ayuntamiento de Madrid son un reflejo de esta situaci¨®n general. El Ayuntamiento cre¨® en septiembre del a?o pasado una comisi¨®n antidroga, dotada con un presupuesto de 1.100 millones de pesetas, que todav¨ªa no ha empezado a funcionar.
Canillejas
El p¨¢rroco de Nuestra Se?ora del Camino dice: "Yo no entiendo en absoluto ser cristiano y no trabajar por el hombre. S¨¦ que me critican muchas personas, que practican un cristianismo puritano"."Pero yo vivo en Canillejas", a?ade, "llevo 11 a?os aqu¨ª, y todos los d¨ªas recibo visitas de mujeres y hombres y chavales que vienen a pedir algo, un poco de dinero para pagar la luz y el agua, vales de comida para los ni?os, ropa usada, una recomendaci¨®n para que le atienda un m¨¦dico".
"Y siempre, por todas partes, aparece la droga. Aqu¨ª se nos han muerto muchos chicos en estos a?os, y nadie parece interesado en hacer nada", seg¨²n asegura Eloy, el cura de la parroquia de Nuestra Se?ora del Camino, antes capell¨¢n de inmigrantes, en Alemania, y antes cura rural, en un pueblo perdido de Extremadura.
Cuando lleg¨® a Canillejas, ech¨® un vistazo a su alrededor y se puso inmediatamente de parte de los que sufr¨ªan. "Mi angustia es que no podemos conseguir todo lo que queremos. Necesitamos con urgencia locales para montar talleres y lugares de reun¨ª¨®n de los chicos. Aqu¨ª, al lado de la parroquia, tenemos unos, de la Comunidad de Madrid, que llevan cerrados unos a?os. Parec¨ªa que no los iban a dar, pero luego cambiaron a un director, y el nuevo dijo que no se pod¨ªan ceder locales en precario, o algo as¨ª, y ah¨ª est¨¢n, sin utilizar, y los chicos en la calle".
En Canillejas han ido confluyendo una serie de personas que en otras circunstancias no tendr¨ªan, nada que ver entre s¨ª: el propio Eloy, L. G., un m¨¦dico prestigioso que prefiere conservar su anonimato, encargado voluntariamente de atender a los heroin¨®manos, incluyendo el recurso a sus influencias personales para buscar trabajo a los ya rehabilitados, un grupo de sus propios disc¨ªpulos, estudiantes o graduados en psicolog¨ªa.
Adem¨¢s del cura y el m¨¦dico, est¨¢n tambi¨¦n Blanca, asistente social, Mayte, psic¨®loga, Pili, estudiante de Pedagog¨ªa, Gonzalo, Juan Carlos, Fernando, y unos cuantos m¨¢s. Todos ellos forman el n¨²cleo de la parroquia de Nuestra Se?ora del Camino.
Pero en Canillejas-San Blas funcionan otros grupos. Est¨¢n por ejemplo, los evangelistas del Centro Cristiano Betel, est¨¢n los voluntarios de Remar (Rehabilitaci¨®n de Marginados), todos ellos con sus propios m¨¦todos, a veces muy dispares.
Amor a Dios
Blanca Maragall, vecina de Cuatro Caminos, veinte a?os, estudiante de Trabajo Social, lleg¨® a Canillejas s¨®lo porque en la escuela le hab¨ªan encargado un trabajo de pr¨¢cticas, y al final se qued¨®. Blanca trabaja con un grupo de adolescentes en un peque?o cuarto, sin decoraci¨®n ninguna, aparte de un par de mesas y, cedido por la asociaci¨®n de vecinos.Los evangelistas del Centro Cristiano Betel basan su m¨¦todo en el amor a Dios. El¨ªas Tepper, pastor evangelista, vecino de Canillejas, dice: "Nosotros intentamos dar un sentido profundo a la vida de los muchachos que nos llegan. No entramos en competici¨®n con otras religiones, ni queremos convertir a nadie".
El Centro Cristiano Betel lleva funcionando cuatro a?os, y en este tiempo han tratado a 225 toxic¨®manos. "Muchos se han ido antes de terminar el tratamiento, pero la mayor¨ªa de los que se quedan rehacen su vida".
No es extra?o que sean los funcionarios quienes reconozcan la ineficacia de su funci¨®n. Un cargo relevante en la estructura ministerial dice: "La Administraci¨®n ha hecho montajes. Es consciente.de la gravedad del problema, pero han triunfado las tesis de Interior, de considerar al toxic¨®mano m¨¢s como un peligro que como un enfermo".
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