La UEFA estudiar¨¢ la expulsi¨®n de la selecci¨®n inglesa
Dusseldorf fue ayer una ciudad tomada por la polic¨ªa. Aunque la cifra parezca incre¨ªble, alrededor de 50.000 agentes, seg¨²n fuentes oficiales, estuvieron en activo para intentar cortar de ra¨ªz cualquier tipo de violencia protagonizada por los hooligans, que la noche anterior provocaron tumultos tan graves que el presidente de la fecleraci¨®n inglesa, Bert Millichip, no tuvo m¨¢s remedio que admitir que "son como animales y, por lo que est¨¢n demostrando, no tienen remedio". Millichip teme que el comit¨¦ ejecutivo de la Uni¨®n Europea de Asociaciones de F¨²tbol (UEFA), que se re¨²nir¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 24 en M¨²nich, prorrogue el veto a los clubes ingleses en las competiciones continentales. Pero parece ser que se ha incluido en la orden del d¨ªa hasta la expulsi¨®n de la selecci¨®n.En el dispositivo de seguridad dise?ado por las autoridades alemanas occidentales no faltaron ni los grupos especiales de operaciones. La polic¨ªa, tal como anunci¨® Hermann Neuberger, presidente del comit¨¦ organizador de la fase final de la Eurocopa, actu¨® sin miramientos, ante el menor signo de violencia, como lo hizo en la noche anterior, en la que se pusieron en acci¨®n alrededor de 3.000 agentes.
Los accesos al Rheinstadion estaban controlados por las fuerzas del orden varias horas antes del encuentro. Los hinchas holandeses y los ingleses entraron a ¨¦l por puertas diferentes. Los primeros, mucho m¨¢s modosos y pac¨ªficos, con sus camisetas naranjas y sus gorras de las que colgaban pelucas postizas para imitar el peinado rasta de su gran ¨ªdolo, el milan¨¦s Gullit. Los segundos, agresivos, pendencieros, descamisados y con pegatinas en las que se pod¨ªa leer: "La nueva invasi¨®n de Alemania". La mayor¨ªa de ellos fueron al f¨²tbol sin haber podido ingerir mucho alcohol porque la polic¨ªa tambi¨¦n aconsej¨® a los comerciantes que se negaran a venderles cualquier clase de bebidas en envase de vidrio.
En las puertas del campo fueron cacheados minuciosamente mientras c¨¢maras de video, instaladas en plataformas, filmaban sus rostros. Cualquiera que tuviese evidentes signos de intoxicaci¨®n et¨ªlica era apartado del grupo y se le negaba la entrada.
Y, por si esto fuera poco, entre los espectadores hab¨ªa camuflados varios cientos de polic¨ªas holandeses e ingleses desplazados especialmente desde sus respectivos pa¨ªses para controlar m¨¢s de cerca a sus hinchas. El propio ministro de Deportes brit¨¢nico, Colin Moynihan, tras entregar un primer informe urgente a su primera ministra, Margaret Thatcher, hab¨ªa regresado a toda prisa para observar personalmente el comportamiento de los hooligans.
El dispositivo de seguridad no finaliz¨® ni cuando concluy¨® el encuentro. Dusseldorf sigui¨® siendo una ciudad tomada por la polic¨ªa, que patrull¨® por sus calles hasta altas horas de la madrugada con el fin de evitar que volvieran a romperse lunas de escaparates y se golpeara impunemente a los coches.
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