La inc¨®gnita de la 'perestroika'
Perestroika no es racionalidad econ¨®mica, glasnost no es libertad de expresi¨®n y democratizatsya no significa elecciones libres. A Gorbachov no le eligieron sus pares para que destruyera o modificara sustancialmente el sistema sovi¨¦tico, sino para que lo salvara, y ¨¦se es su prop¨®sito ("Camaradas, no deb¨¦is pensar en el salvavidas, sino en el barco, y el barco es el socialismo"). Gorbachov es gatopardesco. Como el personaje de Lampedusa, cree que es necesario que algo cambie para que todo siga igual. S¨®lo que se ha ido convenciendo de que las cosas est¨¢n tan mal y las resistencias son tan fuertes que ese m¨ªnimo ha de ser bastante respetable. En sus primeros meses parec¨ªa creer que sean suficientes algunos retoques, en la l¨ªnea de Andropov, su protector, al estilo de las campa?as antialcoh¨®licas y la represi¨®n del absentismo y la indisciplina laboral. Habr¨ªa desde luego que hacer m¨¢s eficiente el sistema de planificaci¨®n central, reforzando el control desde arriba y dando una cierta autonom¨ªa a las empresas por abajo, al tiempo que se suprim¨ªan escalones intermedios considerados parasitarios. Todo ello mucho m¨¢s parecido al caso de Alemania Oriental que al de Hungr¨ªa o China; no digamos Yugoslavia.Alimentar la discusi¨®n
Lo que Gorbachov no ten¨ªa muy claro es c¨®mo hacerlo. Una de las funciones de la glasnost es alentar la discusi¨®n para alumbrar ideas sobre el m¨¦todo para revivificar la econom¨ªa y sacudir la apat¨ªa y el escepticismo generalizado. Lo que s¨ª sab¨ªa era por qu¨¦ hacerlo. Porque no hab¨ªa m¨¢s remedio. Su fuerza impulsora y su principal baza en la batalla interna del partido est¨¢ contenida en su frase: "Si nosotros no, ?qui¨¦n?; si ahora no, ?cu¨¢ndo?". En su primer discurso denunci¨® la amenaza a la que la URS S se ve¨ªa expuesta de perder su estado de gran potencia a la vuelta de pocos a?os si no se enderezaba la situaci¨®n econ¨®mica. No menos preocupante para el futuro del sistema, aunque su menci¨®n sea tab¨², es que el partido degenerase en una red de mafias provinciales, como resultado de la tolerancia brezneviana ante los manejos de la nomenklatura.
Esas mafias, en su aspiraci¨®n a la autonom¨ªa, alentaban unos seudonacionalismos no por esp¨²reos menos peligrosos para la cohesi¨®n del Estado multinacional -lo que los diccionarios han dado en llamar imperio- Dwe ah¨ª la lucha contra la corrupci¨®n y el nuevo avance en la rusificaci¨®n de la jerarqu¨ªa. La reacci¨®n popular al estancamiento no ha sido s¨®lo la resignaci¨®n, sino tambi¨¦n la econom¨ªa sumergida, suerte de iniciativa privada semiclandestina que, si en parte ha permitido al pa¨ªs ir tirando, supone tambi¨¦n una amenaza para el sistema, por cuanto choca con los principios legitimadores del mismo o pura y simplemente porque resulta inadmisible que haya actividades que escapen al control del partido.
Control fiscal y legal
La perestroika, al legalizar una veintena de dichas actividades de entre un par de cientos de miles imaginables, las somete al control fiscal y legal. Y ¨¦sta es una de las escasas medidas concretas adoptadas despu¨¦s de tres a?os y medio. Algunas de las restantes no son menos enga?osas si se acude a la letra peque?a. As¨ª, la que establece la electividad de los directores de empresas con la salvedad de que si el elegido no resulta satisfactorio para el partido se proceder¨¢ a nueva elecci¨®n. En todo caso, Gorbachov no ha conseguido explicar a ninguno de sus interlocutores occidentales c¨®mo va a resolver la cuadratura del c¨ªrculo que supone limitar las plantillas a los trabajadores necesarios y cerrar las f¨¢bricas que no son rentables sin crear una legi¨®n de parados, adaptar los precios a la verdad de los costes y la demanda sin generar un fuerte encarecimiento. La conferencia del partido se hab¨ªa anunciado hace un a?o como la sancionadora de un gran paquete de medidas reformistas. No ha habido nada de eso. El futuro de la perestroika sigue siendo una inc¨®gnita, no ya por la resistencia que suscita entre cuadros privilegiados y poblaci¨®n adocenada, sino porque sigue sin saberse en qu¨¦ consiste.
Apariencia de movimiento
Pero una cosa s¨ª est¨¢ clara. La apariencia de movimiento, tremendamente amplificada por el vedetismo de Gorbachov en los medios de comunicaci¨®n occidentales, tiene entre otros fines uno esencial: un per¨ªodo de distensi¨®n que permita al sistema recobrar el resuello, acompa?ado por un plan Marshall que saque del apuro al r¨¦gimen. Cr¨¦ditos blandos, cl¨¢usula de naci¨®n m¨¢s favorecida, inversiones a gran escala, transferencias masivas de tecnolog¨ªa.
Las opiniones p¨²blicas occidentales, con verdadera bulimia para convencerse que la Uni¨®n Sovi¨¦tica es un pa¨ªs como los dem¨¢s, parecen muy dispuestas a conced¨¦rselo. Sus l¨ªderes, o porque son una mera expresi¨®n de sus opiniones p¨²blicas o porque no quieren afrontar el coste de desenga?arlas, proclaman que hay que ayudar a Gorbachov.
Pero lo que Gorbachov pretende es una Uni¨®n Sovi¨¦tica m¨¢s fuerte, con una poblaci¨®n sin problemas y un partido comunista firmemente en las riendas.em0.
Ayudarle, pues, ?a qu¨¦? Y en todo caso, ?c¨®mo? Quiz¨¢ no regal¨¢ndole nada de lo que pide, exigi¨¦ndole hechos y no palabras y forz¨¢ndolo as¨ª a subir dr¨¢sticamente el list¨®n de las reformas inmprescindibles. Demasiada blandura puede poner en peligro la perestroika.
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