La importancia de valer para todo

Dec¨ªamos en la primera cr¨®nica de este festival que una de las razones de su ¨¦xito es la disciplina del p¨²blico. Hoy hablaremos de otra: la importancia de los m¨²sicos polivalentes, los todo terreno, los que est¨¢n lo mismo para un barrido que para un fregado. Cit¨¦ ya a Kirk Lightsey, y se me olvid¨® Ronnie Matthews, que ha dado dos conciertos con su tr¨ªo y adem¨¢s ha acompa?ado a Red Tyler y Plas Johnson. Por cierto que Plas Johrison, que se hab¨ªa perdido el primer d¨ªa, apareci¨® el segundo debajo de un biso?¨¦.Hay que destacar tambi¨¦n al pianista filipino Bobby Enr¨ªquez. Nerviosillo y con una t¨¦cnica entre Horowitz y Bruce Lee, toc¨® primero con un par de cantantes bastante vulgares, y se destap¨® luego con un concierto muy apa?ado. Peor suerte han tenido el pianista Eric Gunnison, el bajo Scott Colley y el bater¨ªa Marc Pulice, a quienes hemos visto en Espa?a con Carmen McRae, y aqu¨ª, adem¨¢s de a Carmen, han acompa?ado a Buddy Collette, Clifford Jordan, el d¨²o de Sue Terry y Lodi Carr, y creo que me dejo a alguien m¨¢s; en todos los casos han cumplido perfectamente, sin que la organizaci¨®n haya tenido el detalle de montarles un concierto para ellos solos. A Gunnison, encima, le equivocan el nombre en los programas.

El que se lleva la palma en esto de la polivalencia es el saxo tenor Scott Hamilton. Le llaman el mes¨ªas del jazz tradicional, y, quiz¨¢ impulsado por ansias redentoras, se ha presentado en cinco o seis grupos diferentes. Claro que este segundo d¨ªa estuvo dominado por los tenores. Aparte de lo de Plas Johnson y Red Tyler, y lo de otro Red, Holloway, hubo un homenaje a Buddy Tate en el que se juntaron no dos tenores, ni tres, sino ?cinco! Uno de ellos, claro est¨¢, era Scott Hamilton; los otros, Harold Ashby, Flip Phillips, Lew Tabackin y un jovencito holand¨¦s que se llama Boris Vanderlek y que toca muy bien.

Aunque eso de la orientaci¨®n estil¨ªstica es aqu¨ª muy relativo, la segunda jornada ha resultado bastante visceral y negra. En la sala grande empezaron con George Benson y siguieron a base de soul, hasta culminar con el padrino de la especialidad, James Browni. Por otros recintos anduvo gente como Les McCann, Jack McDuff y el mencionado Red Holloway, aunque, tambi¨¦n actuaron m¨²sicos rusos, indonesios y australianos.

El festival otorga unos premios, los Bird, a personajes destacados del jazz, y le han dado uno a Dizzy Gillespie. Nadie mejor que ¨¦l para recibir un premio que lleva el nombre de quien fue su principal colaborador. Gillespie recibi¨® el galard¨®n rodeado por su nueva orquesta, con la que luego recre¨® los viejos arreglos de Gil Fuller y los m¨¢s recientes de Lalo Schifrin. Los primeros conservan todo su brillo, pero los segundos parecen hoy algo historiados. Unos y otros quedaron afeados por la omnipresencia del guitarrista Ed Cherry. Mientras tanto, en otra sala, el Modern Jazz Quartet otorgaba una vez m¨¢s a Ellington el premio de sus exquisitas interpretaciones.

Hubo tambi¨¦n un buen concierto del grup Supersax. Estas rese?as son fragmentarias porque fragmentaria ha de ser la escucha de los conciertos si se quiere asistir a un m¨ªnimo de ellos. En algunos se puede descansar un ratito: pero, hasta el momento, donde uno ha estado m¨¢s tiempo seguido ha sido en la cola para entrar.