Monjas y guardias civiles
J. A. C., Nacido como edificio de las Temporalidades, sus patios guardan en la actualidad los ecos de las charlas de los alumnos del Colegio Humanidades de Francisco Serra, de las oraciones de una comunidad de religiosas irlandesas y de los sonoros pasos de las botas de los guardia civiles de final de siglo. Fueron ¨¦stos los inquilinos que, sucesivamente, ocuparon el bloque de la plaza del Duque de Alba antes de convertirse en casa de vecinos. Tras el enorme portal¨®n de madera que da acceso a la finca, descansan tiradas en el zagu¨¢n dos pilastras de granito, testigos de otros tiempos de grandiosidad.
De esta ¨²ltima etapa como casa de vecindad todav¨ªa se aprecian restos de metralla de la guerra civil en una de las paredes que nunca se lleg¨® a reformar porque el dinero de sus propietarios s¨®lo dio para el encalado de una de las fachadas interiores.
En los patios, hoy abandonados, com¨ªan los pobres por el d¨ªa de San Cayetano y se bailaba con organillo por La Paloma. Casi todos los vecinos recuerdan aquellos d¨ªas de esplendor vecinal entre piedras que hoy se encuentran en decadencia.
La portera, el ch¨®fer y la ni?era de los duques, que tuvieron una vivienda cedida por los propietarios como atenci¨®n personal, hoy han recibido una carta de desahucio de los nuevos caseros. Ellos no ten¨ªan contrato, no hac¨ªa falta, eran personas de confianza.
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