'Crepada' como la vida misma
Hairspray sit¨²a su acci¨®n en la ciudad de Baltimore en 1962, y tiene como protagonistas a un grupo de teenagers adictos a un programa de televisi¨®n. S¨®lo viven para intervenir en un show televisivo dedicado a la m¨²sica moderna y, m¨¢s concretamente, a aquellos bailes rid¨ªculos y bien ordenados como el madison, el bug o el dog, -ellos se sit¨²an diariamente frente al televisor y aprenden los pasos- destinados a canalizar de forma as¨¦ptica la sexualidad adolescente.La reina del show de Corny Collins es una muy repeinada chica rubia que responde al modelo wasp y al nombre de Amber von Tussle. Sus padres poseen el parque de atracciones de la ciudad y son fervientes segregacionistas. Poco tienen que ver con la madre y el padre de Tracy, una gorda simp¨¢tica, desinhibida, igualmente fan¨¢tica de la m¨²sica quincea?era y de los aparatosos crepados de polo. Su peinado es el m¨¢s espectacular del barrio, lleva los ojos sabiamente maquillados y usar el l¨¢piz de labios blanco con un aplomo que para s¨ª quisieran muchas jovencitas. Su origen es modesto -la familia tiene una tienda de objetos para bromas-, pero se convierte en la principal rival de Amber en la disputa del t¨ªtulo de Mis Auto Show 1963. Sabe bailar el madison y el pony y eso la convierte en un peligrosa competidora. Tracy tiene adem¨¢s problemas con el director por su escandaloso peinado y termina en la secci¨®n especial para chicos con problemas.
Hairspray
Director y guionista: John Waters. Int¨¦rpretes: Ricki Lake, Colleen Fitzpatrick, Divine, Debbie Harry, Sonny Bono, Ruth Brown, Pia Zadora. Fotograf¨ªa: David Insiey. Director art¨ªstico: Wicent Peranio. M¨²sica: Kenny Vance. Estadounidense, 1988. Estreno en Madrid: Minicines Fuencarral y D¨²plex (V. O.).
Sobre el papel, Hairspray podr¨ªa ser una pel¨ªcula retro o un musical a lo Grease, pero John Waters, que se ha ganado una merecida fama como humorista del mal gusto, no se limita al peque?o placer de reconstruir visualmente los signos de una ¨¦poca. Dado que el enfrentamiento racial -musicalmente expresado- es una parte importante de la historia, no ser¨ªa exagerado pensar que estamos ante una comedia social, con mensaje. Es cierto en parte, pero esa es una definici¨®n que no restituye la verdad de la pel¨ªcula.
El principal m¨¦rito de John Waters es el haber sabido poner ¨¦nfasis en lo que hoy nos parece m¨¢s cre¨ªble. Como el Almod¨®var de Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto, el cineasta de Baltimore -?hace falta decir hasta qu¨¦ punto el filme es personal?- opta por tratar seria y extensamente lo trivial y por dejar como tel¨®n de fondo lo en verdad importante. Con ello, dentro de la clave de exageraci¨®n propia de este tipo de comedia, consigue resucitar el momento y, al mismo tiempo, evitar que la complicidad del espectador tenga algo de autocompasiva. No es una pel¨ªcula ambiciosa, tal y como generalmente aplicamos el adjetivo, pero s¨ª una estupenda prueba de que es posible conciliar el placer con la lucidez, la capacidad de analizarse con la ausencia de moralismo o sentimiento de culpa.
Tracy descubre el racismo casi por casualidad. Ha estado viviendo siempre en un ambiente racista y, quiz¨¢ por ello, porque formaba parte del paisaje cotidiano, no sab¨ªa que lo era. Pero basta con descubrir que a las chicas negras no las dejan salir bailando en televisi¨®n, con escuchar una vez el hit parade del soul o con topar con una beatnik para que su exigencia de un mundo abierto a los diferentes ya no se limite a la inclusi¨®n de las gordas entre la lista de candidatas a Miss Auto Show.
Hairspray resulta divertida y simp¨¢tica, superficial, pero no enga?osa, y cuenta con el enorme atractivo de una excelente direcci¨®n art¨ªstica, una banda sonora trabajada y un reparto espl¨¦ndido. Waters es un director que sabe elegir tipos, al que le bastan dos trazos para definir cada uno de los personajes que aparecen en estas sus memorias de adolescente. Ricki Lake es la verdadera estrella de la funci¨®n, mofletuda y bailonga, arrastrando a su madre -Divine- a esta manera alegre de vivir con un cuerpo no conforme con los c¨¢nones de belleza. Pia Zadora, con una inesperada y breve intervenci¨®n existencialista, y el propio Waters, en el papel de un psiquiatra dado a calmar a sus clientes a base de descargas, compiten con Debbie Harrie y Sonny Bono para coronarse como los mejores secundarios de un relato de adolescentes tontorrones que redime de su tonter¨ªa a las comedias de adolescentes. En esta ocasi¨®n el ¨¦nfasis consiste en oportuno y abundante rociado de laca.
Babelia
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