Sabor a cine cl¨¢sico
El retorno a los g¨¦neros, y en especial a la comedia y al g¨¦nero negro (la recuperaci¨®n de este se adorna con frecuencia de salpicaduras de los ¨²ltimos rescoldos del western), es hoy persistente en el cine norteamericano, sobre todo en el de producci¨®n independiente. La idea es que hecha la f¨®rmula, hecha la pel¨ªcula.Una idea que no siempre da buenos resultados, pero que hay ocasiones en que nos trae viejos asuntos con sabor a nuevos. ?sta que comentamos es una de esas ocasiones.Muerto al llegar -seg¨²n cuenta su guionista- est¨¢ inspirada en el argumento de una pel¨ªcula negra de los a?os cuarenta, cuyo t¨ªtulo no hemos logrado averiguar: un hombre descubre que ha sido envenenado, que le queda un s¨®lo d¨ªa de vida, y dedica estas sus ¨²ltimas 24 horas a buscar a su propio asesino. ?sta (no hace falta decir que muy poderosa y original) pista de despegue argumental no quiere ocultar sus antecedentes y para ello comienza y finaliza en blanco y negro, los colores de su procedencia profunda, que no hay que buscar s¨®lo en su an¨¦cdota sino tambi¨¦n en rasgos integrales de su desarrollo, que le dan un tono acorde con el fil¨®n del cine cl¨¢sico de donde procede.
Muerto al llegar
Direcci¨®n: Rocky Morton y Annabel Jankei. Gui¨®n: Charles Edward Pogue. Fotograf¨ªa: Yuri Jewman. Producci¨®n: Ziskin y Sanders. Estados Unidos, 1988. Int¨¦rpretes: Dennis Quaid, Meg Ryan, Charlotte Rampling. Estreno en Madrid: cines Pompeya, Cartago, Novedades y California.
El resultado es, pese a sus muchos balbuceos (pues hay en el filme frecuentes excesos e imprecisiones en el montaje y en el uso de la c¨¢mara subjetiva, que resulta la mayor¨ªa de las veces mareantes; y hay tambi¨¦n carencias en la realizaci¨®n, como por ejemplo el lamentable desperdicio de la ins¨®lita y perturbadora, pero por defecto rutinaria, escena de amor entre el moribundo y una muchacha enamorada de ¨¦l) m¨¢s que prometedor.
Lleva dentro esta pel¨ªcula tensos instantes, impregnados de aquel carrusel ag¨®nico que se puso en movimiento en la edad dorada de este tipo de filmes, y lleva dentro tambi¨¦n un buen trabajo de actores, en cuyo atolladero nos sumergimos sin esfuerzo, arrastrados por im¨¢genes casi siempre convincentes, un ritmo endiablado pero sostenido con buen pulso y por una trama dibujada por buenos ge¨®metras de la imagen.
Se trata, por tanto, de un interesante filme de la serie negra barata del cine norteamericano actual, que es la que en estos momentos mejor partido est¨¢ sacando hoy de las buenas tradiciones de su clasicismo de Hollywood.
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