Desarmados y en la guerra
Los primeros 'cascos azules' espa?oles controlan en Angola la retirada de las tropas cubanas
La sabana africana como escenario y la guerrilla angole?a como enemigo. Ni el teniente coronel Jos¨¦ Rodr¨ªguez ni el capit¨¢n Fernando Guti¨¦rrez D¨ªez de Otazu, ambos espa?oles, pensaron en un contexto semejante para su primera misi¨®n en una aut¨¦ntica situaci¨®n b¨¦lica. Tampoco contaron con la paradoja de que su objetivo ser¨ªa la salvaguarda de la paz y que ello les obligar¨ªa a enfrentarse al peligro sin armas. Ambos, junto al comandante Jos¨¦ Segura, son los integrantes del primer contingente espa?ol que colabora en una misi¨®n de paz deja ONU en el control de la retirada de las tropas cubanas en Angola.
Los aires de paz que soplan sobre el ?frica austral tras los acuerdos alcanzados el pasado diciembre por Sur¨¢frica, Angola, Cuba y EE UU no han logrado que la guerrilla angole?a de la Uni¨®n Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), dirigida por Jon¨¢s Savimbi, deponga sus armas. Tras el regreso a La Habana, a principios de enero, de los primeros 3.000 soldados -de los 50.000 enviados a lo largo de 13 a?os de guerra en ayuda del Gobierno de Angola-, UNITA ha amenazado con un relanzamiento de sus ofensivas. Adem¨¢s, en sus recientes comunicados ha etiquetado de fuerza enemiga a los integrantes del contingente de los cascos azules de la ONU que desde diciembre se hallan en Luanda para controlar la retirada de las tropas cubanas. Entre los 28 componentes de la misi¨®n internacionalista -que se ha convertido as¨ª en blanco de eventuales acciones de la UNITA- se hallan tres espa?oles: el teniente coronel Jos¨¦ Rodr¨ªguez, el capit¨¢n Fernando Guti¨¦rrez y el comandante Jos¨¦ Segura."Por las noches es f¨¢cil o¨ªr el ruido de disparos sobre Luanda", afirma el teniente coronel Jos¨¦ Rodr¨ªguez. "Pero no s¨ªempre proceden de enfrentamientos con la guerrilla: tantos a?os de guerra han estimulado una tensi¨®n a flor de piel en la poblaci¨®n y un exceso de armas en circulaci¨®n; una reyerta, una borrachera, un robo, son pretextos habituales para recurrir a las pistolas", a?ade.
"De todos modos, una vez en el ojo del hurac¨¢n, la situaci¨®n se presenta menos preocupante de como uno se lo hab¨ªa imaginado", explica el capit¨¢n Rodr¨ªguez. "Incluso se aprende a convivir con los cortes de luz y de agua provocados en la ciudad por los sabotajes de los rebeldes", a?ade. Sonr¨ªe con humor al reconocer que no pensaba as¨ª cuando, hace tres meses, le propusieron formar parte del primer contingente espa?ol en una misi¨®n de los cascos azules.
Acept¨® sin pens¨¢rselo. Entonces, sin embargo, ten¨ªa una idea s¨®lo aproximada de la situaci¨®n de Angola 31 del conflicto en el ?frica austral. "Una foto de Jon¨¢s Savimbi en la selva, dentro de una carpeta de documentaci¨®n, fue lo que, tras el primer entusiasmo, me hizo poner los pies en tierra", recuerda Guti¨¦rrez.
Llamadas piadosas
"A la imagen de ese rostro se a?adieron las llamadas piadosas de los conocidos m¨¢s enterados que siempre se sienten en el deber de darte un informe detallado de lo que es, el paludismo cerebral y otros horrores propagados por las picaduras de mosquitos y par¨¢sitos de la zona. En fin, uno no es de piedra y empieza a pensar en la mujer, los ni?os, en que quiz¨¢ deber¨ªas reflexionar un poco m¨¢s sobre el asunto, en el blanco vistoso que constituye el azul de los cascos de las fuerzas pacificadoras...", concluye con una fuerte carcajada el capit¨¢n.
Al igual que sus dem¨¢s compa?eros, no se ha arrepentido de haberse desplazado a Luanda. Para los militares espa?oles su actual misi¨®n en la capital angole?a "constituye una gran experiencia profesional, al margen del honor que supone el estreno de las fuerzas espa?olas en este tipo de operaciones".
Ni siquiera las amenazas de UNITA han quebrado este optimismo. "Nuestro objetivo en Angola, como miembros de la misi¨®n verificadora de la ONU, se limita a comprobar, cont¨¢ndolos uno por uno, el n¨²mero de los contingentes cubanos que salen del pa¨ªs", explica el teniente coronel Rodr¨ªguez. "Quiz¨¢s el gesto de la guerrilla constituya una protesta por haber sido excluida de las negociaciones de paz".
Los tres militares espa?oles -Segura, como jefe de operaciones del aeropuerto de Luanda; Rodr¨ªguez, como responsable en el puerto de la misma ciudad, y Guti¨¦rrez, como asistente del general brasile?o Pericles Ferreira Gomes, jefe de la misi¨®n pacifista- fueron testigos de excepci¨®n, junto a otros 25 cascos azules, de la salida, a primeros de enero, de los primeros 3.000 cubanos de regreso a La Habana.
Pasada la tormenta, ha vuelto la calma. "Demasiada incluso para las expectativas de aventura que ten¨ªamos con esta misi¨®n", explica Rodr¨ªguez. El momento de la acci¨®n, que los militares esperan con impaciencia, no llegar¨¢ hasta el pr¨®ximo abril, fecha del comienzo de la siguiente fase de la operaci¨®n. Para entonces los cascos azules en Angola sumar¨¢n un total de 70 militares, siete por cada uno de los 10 pa¨ªses participantes -Espa?a, Brasil, Argentina, Argelia, Noruega, Congo, Jordania, India, Checoslovaquia y Yugoslavia.
"Los soldados cubanos deber¨¢n abandonar la zona entre el paralelo 15 y el territorio namibio antes de finales de junio, y tres meses despu¨¦s la franja del¨ªmitada al sur por el paralelo 13; la misi¨®n de verificaci¨®n de la ONU deber¨¢ investigar sobre el terreno las eventuales denuncias de presencia de contingentes extranjeros en la zona", explica.
Con ello, la labor de los cascos azules se extender¨¢ a las zonas boscosas, excluidas del cintur¨®n de seguridad de la capital. "Ser¨¢ nuestra primera experiencia directa en un terreno b¨¦lico, pero, como es preceptivo de estas misiones, tendremos que afrontar la situaci¨®n sin armas", a?ade Rodr¨ªguez. Y concluye: "Viajaremos en convoy e iremos preparados con equipos de supervivencia, raciones secas de alto valor proteico, medicamentos para enfermedades tropicales, hamacas, mosquiteras... Pero la responsabilidad de nuestra integridad frente a la UNITA y las minas pesar¨¢ exclusivamente sobre las fuerzas angole?as".
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