Perder el norte
El norte se hab¨ªa convertido en el centro del progreso industrial del pa¨ªs, pero no pudo, seg¨²n el autor, formar una unidad econ¨®mica y territorial integrada, porque creci¨® siempre buscando el centro, tratando de enlazar con la meseta.
El norte de Espa?a fue durante mucho tiempo el centro industrial y econ¨®mico del pa¨ªs, pero la crisis de los sectores b¨¢sicos y la falta de integraci¨®n regional de la cornisa han determinado su declive y est¨¢n condicionando las posibilidades de recuperaci¨®n ante el reto de la incorporaci¨®n a la Comunidad Europea.La vuelta a la conflictividad en el sector naval del norte, la elaboraci¨®n del plan de reconversi¨®n del Pa¨ªs Vasco en abril de 1989 y la reciente presentaci¨®n a la CE del primer Plan de Desarrollo Regional de Espa?a 1989-1993, dirigido a potenciar las zonas menos desarrolladas del pa¨ªs, han puesto de nuevo de actualidad el deterioro econ¨®mico de las regiones cant¨¢bricas, con una industria tradicional en declive, una estructura de servicios en precario y una infraestructura de transportes en proyecto: se trata de no perder el norte del crecimiento econ¨®mico despu¨¦s de un largo proceso de reconversi¨®n industrial que ha colocado a las regiones atl¨¢nticas ante una nueva etapa hist¨®rica donde los sectores b¨¢sicos y el Estado no ser¨¢n en el futuro los protagonistas de su destino.
Porque desde el principio, cuando alboreaba la industrializaci¨®n, fueron efectivamente el Estado y la industria b¨¢sica los instrumentos del despegue econ¨®mico de las regiones atl¨¢nticas.
Adem¨¢s de los apoyos p¨²blicos para impulsar los astilleros ferrolanos y la industria minera y sider¨²rgica de Asturias y Pa¨ªs Vasco, las regiones del norte dispon¨ªan de los recursos minerales caracter¨ªsticos de la primera iridustrializaci¨®n para levantar sus complejos fabriles, as¨ª que desde el siglo pasado el norte se convirti¨® -con Catalu?a- en el centro industrial del pa¨ªs.
Pero tambi¨¦n en el centro de la modernidad espa?ola, porque con las f¨¢bricas muchos trabajadores aprendieron la cultura obrera del igualitarismo y muchos indianos volv¨ªan a invertir desde Am¨¦rica con la cultura schumpeteriana del empresario innovador. Porque a la vez que se levantaban las f¨¢bricas, se promov¨ªan los negocios y se organizaban los obreros, las regiones cant¨¢bricas se fueron poniendo de moda para los veraneantes de ba?os de ola y balneario.
Y el dinamismo de la cornisa se complet¨® finalmente desde mediados del siglo pasado con la creaci¨®n de un importante sector financiero al servicio del crecimiento econ¨®mico: la pujanza que fueron adquiriendo los bancos llamados de Bilbao, Santander, de Vizcaya o el Hispano Ameriano prueba que Espa?a se orientaba mirando al norte.
Enclave aislado
Aunque esta realidad norte?a no era uniforme, porque El Ferrol fue siempre un enclave naval aislado de su entorno campesino, Asturias s¨®lo se industrializaba en la zona central minera, Cantabr¨ªa viv¨ªa de la ganader¨ªa y del tr¨¢fico mar¨ªtimo de la capital, mientras la econom¨ªa vasca se beneficiaba de su localizaci¨®n como zona de tr¨¢nsito y giraba en torno al puerto de Bilbao. Lo dijo bien Unamuno hablando de su lugar de origen: "Mercantil fue el engrandecimiento de la villa; la r¨ªa, nuestra maravillosa r¨ªa, y no propiamente las minas, ni menos las f¨¢bricas, le dieron su primer fomento. Por la r¨ªa entraban mercader¨ªas de ambos mundos, de Europa y de Am¨¦rica, a las Castillas, de que era el principal puerto el de nuestro Bilbao".
As¨ª pues, primero la ventaja geogr¨¢fica hab¨ªa hecho de Bilbao el puerto de Castilla, y despu¨¦s se a?adieron las minas de hierro, hasta convertir a la capital vasca en el centro industrial y mercantil del norte. En cambio, Asturias, que dispon¨ªa en abundancia de la energ¨ªa de la industrializaci¨®n, el carb¨®n de piedra, carec¨ªa de tradici¨®n comercial, estaba aislada de las v¨ªas de tr¨¢fico que se dirig¨ªan al mundo por Bilbao y Santander y adem¨¢s estaba mal comunicada con la meseta.
Esta especializaci¨®n complementaria de las regiones del norte determinada por la geograf¨ªa y los recursos no favoreci¨®, sin embargo, una vertebraci¨®n entre la cornisa, porque las provincias cant¨¢bricas buscaron siempre el mercado castellano como lugar de intercambio, articulando su sistema de comunicaciones hacia la meseta, lo que fue favorecido adem¨¢s por la ejecuci¨®n radial de la red de carreteras y ferrocarriles nacionales.
La situaci¨®n de aislamiento interregional se hubiera podido romper a lo largo del ¨²ltimo siglo si lo que el profesor Nadal llam¨® el eje Gij¨®n-Bilbao se consolida con el intercambio de carb¨®n de piedra para las f¨¢bricas vascas y de mineral de hierro para la siderurgia asturiana, pero la industria vasca tuvo la posibilidad de importar combustible ingl¨¦s a cambio de exportar minerales. S¨®lo cuando el proteccionismo arancelario y el nacionalismo econ¨®mico espa?ol empujaron en el cambio de siglo a las compa?¨ªas vascas a disponer de carb¨®n propio se empez¨® a estructurar una red de ferrocarriles m¨¦tricos para llevar carb¨®n desde Asturias y Le¨®n hasta Bilbao: la v¨ªa actual de FEVE hasta la capital vizca¨ªna es el magro resultadode esta pol¨ªtica de intercambio regional. En definitiva, el norte, que gracias a su disposici¨®n de recursos y en algunas zonas a su tradici¨®n comercial se hab¨ªa convertido en el centro del progreso industrial del pa¨ªs, en la zona m¨¢s moderna, con la dotaci¨®n de servicios bancarios y tur¨ªsticos m¨¢s din¨¢micos, y con la cultura obrera y empresarial m¨¢s avanzada, no pudo, sin embargo, formar una unidad econ¨®mica y territorial integrada, porque creci¨® siempre buscando el centro, tratando de enlazar con la meseta.
Pol¨ªtica nacionalista
Esta orientaci¨®n de las distintas econom¨ªas del norte hacia el mercado interior fue reforzada por la pol¨ªtica nacionalista que caracteriza nuestro siglo hasta fechas recientes, aunque el Pa¨ªs Vasco fue capaz de articular una cierta especializaci¨®n regional cant¨¢brica en favor de su sector sider¨²rgico y met¨¢lico, pues Asturias se convirti¨® en una regi¨®n proveedora de energ¨ªa y hierros bastos para sus f¨¢bricas y Cantabria se especializ¨® en la producci¨®n ganadera para atender una demanda urbana que crec¨ªa con la industrializaci¨®n de las regiones colindantes, mientras El Ferrol -Galicia en general, pese a contar desde los sesenta con f¨¢bricas de autom¨®viles y aluminio- permanec¨ªa aislada de la evoluci¨®n de la comisa.
Cierto que las regiones cant¨¢bricas pudieron prosperar protegidas en la reserva del mercado interior: el carb¨®n y los aceros gruesos los suministraba Asturias; la leche, las vacas de Cantabria, a la vez que los hierros y aceros se acababan en el Pa¨ªs Vasco para atender la creciente demanda de un pa¨ªs que necesitaba infraestructuras b¨¢sicas por todas partes para modernizarse.
En realidad, con una econom¨ªa sostenida en los sectores b¨¢sicos, el norte empez¨® a perderse para el progreso cuando el pa¨ªs empez¨® a ganarse para el desarrollo. En efecto, abiertas las fronteras a los productos for¨¢neos en los a?os sesenta, la crisis apareci¨® porque, primero, la competencia de los petr¨®leos importados y la electricidad de los pantanos arrumb¨® el futuro de las empresas mineras asturianas; despu¨¦s, la siderurgia integral fue nacionaliz¨¢ndose -aunque la industria vasca pudo aprovecharse del tir¨®n econ¨®mico del tardofranquismo- y, finalmente, el sector naval fue cerrando astilleros: las luchas recientes de los trabajadores de Reinosa o El Ferrol, de Bilbao o Gij¨®n, son el canto del cisne inevitable de toda una ¨¦poca: de la hegemon¨ªa de los sectores de la primera revoluci¨®n industrial y del protagonismo de mineros y sider¨²rgicos.
Aunque el final todav¨ªa no est¨¢ escrito. En Asturias, los mineros impedir¨¢n el cierre de los pozos sin que se generen otras alternativas de empleo en la zona; Cantabria no ha perdido posiciones relativas en la crisis, y el Pa¨ªs Vasco se empieza a recuperar gracias a las reservas de su tejido industrial y a su buena situaci¨®n en el mapa del comercio comunitario. Ciertamente, la cornisa cant¨¢brica est¨¢ atravesando la crisis hist¨®rica del fin de un modelo de crecimiento econ¨®mico, pero su resistencia social y su experiencia industrial contribuir¨¢n a una recuperaci¨®n que pasa por diversificar su econom¨ªa, aprovechar sus grandes recursos naturales para la nueva industria de los servicios e integrar su territorio para llegar juntos a Europa: para volver a ganar el norte.
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