Las tres opciones del Gobierno
Mantener la pol¨ªtica econ¨®mica y social en la misma direcci¨®n, intentar romper el frente sindical por la v¨ªa de un acuerdo en solitario con UGT, o apostar seriamente por un acuerdo con los sindicatos, son, a juicio del autor del presente art¨ªculo, las tres opciones que se le presentan al Gobierno con relaci¨®n a los sindicatos.
Al nuevo Gobierno se le van a abrir al menos tres grandes opciones respecto de los sindicatos.La primera ser¨ªa considerar que si tras siete a?os en el poder, cuatro de los cuales lo ha sido con pol¨ªticas de ajuste duro y los otros tres neg¨¢ndose al giro social, resulta que el PSOE consigue nada menos que una nueva mayor¨ªa pr¨¢cticamente absoluta, ?por qu¨¦ habr¨ªa de variar de pol¨ªtica?
Visto de manera tan simple, el argumento tiene peso. Sobre todo si se ilustra con el dato de que la anterior legislatura ha estado caracterizada por la confrontaci¨®n abierta entre Gobierno y sindicatos, cuyo momento m¨¢s ¨¢lgido se dio en la m¨ªtica huelga general del 14 de diciembre de 1988. ?Qu¨¦ acci¨®n podr¨ªa superar aqu¨¦lla?
Insensibilidad social
Por otra parte, si, tras la insensibilidad social del Gobierno, la oposici¨®n pol¨ªtica, pese a su alianza y apoyo mutuo, no ha impedido que el PSOE repita esa mayor¨ªa, ?qu¨¦ expectativas razonables hay para no pensar que en 1993 se abra otra legislatura, donde el ¨²nico problema del PSOE sea, quiz¨¢, escoger el aliado para continuar gobernando?Sin pretender agotar hip¨®tesis y argumentos, la cuesti¨®n es que la opci¨®n por mantener id¨¦ntica pol¨ªtica econ¨®mica y social, es decir, la opci¨®n por continuar el enfrentamiento con los sindicatos, no puede descartarse. Desestabilizar a UGT se convertir¨ªa en el objetivo prioritario.
Pero hay diversas consideraciones que podr¨ªan desaconsejar ese camino. Citemos s¨®lo alguna.
Apostar por otros cuatro a?os de confrontaci¨®n social es no s¨®lo mantener la fractura PSOE-UGT, sino hacerla a¨²n m¨¢s traum¨¢tica. En las recientes elecciones ha quedado patente que un sector no peque?o de UGT ha preferido potenciar a IU con tal de contribuir a que el PSOE perdiera la mayor¨ªa. Y no olvidemos que la pretensi¨®n de Anguita es llegar a la Moncloa en 1997, lo que equivale a buscar la desintegraci¨®n del PSOE, ¨²nica manera de quitarle la hegemon¨ªa en la izquierda. Que muy pocos se tomen en serio las ambiciones de Anguita no minimiza que la l¨ªnea seguida p¨²blicamente por IU sea ¨¦sa, al menos hasta ahora. Pues bien, si a una fuerza pol¨ªtica que es visceral y hasta irracionalmente anti-PSOE la ha votado un apreciable sector ugetista, ?qu¨¦ pasar¨ªa ante la exacerbaci¨®n del enfrentan¨²ento entre Gobierno y sindicatos?
Imagino tambi¨¦n que en la direcci¨®n del PSOE habr¨¢ alguien preocupado por otro fen¨®meno que va creciendo en sectores obreros: la conversi¨®n en ideolog¨ªa antisocialista de lo que pod¨ªa haberse quedado s¨®lo en voto de castigo a una pol¨ªtica.
Quiz¨¢ no sean estas cosas las que m¨¢s influyan en la orientaci¨®n que tome el pr¨®ximo Gobierno. M¨¢s determinante puede ser el temor a que se le abra al PSOE una nueva aver¨ªa interna: la de los perjudicados por los retrocesos en municipios y autonom¨ªas. Pues lo previsible es que siga gobernando el pa¨ªs, pero que sean otras fuerzas las que en poco tiempo lo hagan en 11 de las 17 comunidades aut¨®nomas. Lo mismo puede suceder en multitud de alcald¨ªas, algunas fundamentales.
Por estas y otras muchas consideraciones hay que relativizar la contundencia de las declaraciones que aseguran que todo seguir¨¢ igual.
La segunda posibilidad del nuevo Gobierno es intentar romper el frente sindical por la v¨ªa de un acuerdo en solitario con UGT. No es ning¨²n secreto que la l¨®gica tensi¨®n que para miles de cuadros y militantes ugetistas supone conservar los dos carn¨¦s -el del sindicato y el del partido-, unida a la observaci¨®n de lo que est¨¢ pasando en el terreno pol¨ªtico, m¨¢s las inevitables tomas de posici¨®n que cualquier congreso origina -UGT lo tiene a comienzos de la primavera pr¨®xima-, crean una situaci¨®n peculiar sobre la que el PSOE tiene sin duda medios de intervenci¨®n.
Pero por mucha habilidad que emplee no resulta f¨¢cil encontrar qu¨¦ tipo de concesiones podr¨ªa el Gobierno hacer a UGT para que, por un lado, CC OO las rechaz¨¢ramos y, por el otro, se preservara el prestigio que ante los trabajadores ha ganado la honesta y consecuente pol¨ªtica seguida por Nicol¨¢s Redondo y su equipo. A su vez, resulta poco veros¨ªmil que la direcci¨®n actual de UGT aceptara semejante maniobra.
Pienso que ¨¦sta es la menos probable de las opciones, aunque se haya barajado.
La impopularidad
La tercera opci¨®n es apostar seriamente por un acuerdo con los sindicatos.Si partimos de que la raz¨®n ¨²ltima del anticipo de las elecciones era evitar en las urnas los efectos de la impopularidad de las medidas que piensan tomarse para corregir algunos de los males de la econom¨ªa espa?ola, la impresi¨®n sobre una negociaci¨®n y acuerdo aceptables por los sindicatos es muy pesimista. Hacer simult¨¢neamente compatibles medidas de ajuste y de giro social es realmente dificil, en particular cuando el fondo neoliberal de la pol¨ªtica econ¨®mica piensa mantenerse.
Sin embargo, el sentido com¨²n indica la conveniencia de un acuerdo. Pero convendr¨ªa que antes de generar expectativas quedaran claros algunos aspectos. Por ejemplo, si el Gobierno pretendiera que de la actual oposici¨®n a su pol¨ªtica los sindicatos pas¨¢ramos a apoyarla tras suscribir un acuerdo, entonces m¨¢s vale no intentarlo.
Porque con independencia de lo viciado que en democracia es pretender que los sindicatos apoyen globalmente una pol¨ªtica gubernamental, sea la que fuere -sencillamente porque implicar¨ªa una satelizaci¨®n insostenible y, a la larga, negativa para los sindicatos-, en nuestro caso es inconcebible ese apoyo dada la dimensi¨®n de las diferencias existentes en cuanto a la concepci¨®n misma de la pol¨ªtica econ¨®mica. Pero si el Gobierno asume que lo normal en democracia es que seamos independientes y cr¨ªticos, conform¨¢ndose con un mejor clima que el derivado de la confrontaci¨®n y aspereza de estos a?os, entonces el avance es posible.
Por parte sindical hemos venido repitiendo que no resulta viable un pacto social general, pero s¨ª lo ser¨ªan acuerdos puntuales sobre problemas relacionados con la pol¨ªtica social. Y hay que ser ciego para no ver que en pol¨ªtica social existe un considerable margen de maniobra para el Gobierno.
En definitiva, si el Gobierno renuncia a su inveterada pretensi¨®n de que un acuerdo con los sindicatos se convierta en aval a su pol¨ªtica, y nosotros conseguimos que nuestra leg¨ªtima aspiraci¨®n a un cambio de pol¨ªtica econ¨®mica sea compatible con la negociaci¨®n y acuerdo sobre puntos concretos, puede iniciarse un desbloqueo de la situaci¨®n.
Hago estas consideraciones por la convicci¨®n de que varios de los puntos de la Propuesta Sindical Prioritaria caben en la econom¨ªa espa?ola, sin por ello salirse de madre de las pol¨ªticas vigentes en la CE.
Huyamos de la parafernalia que suele acompa?ar los contactos Gobierno-sindicatos; dejemos las reuniones solemnes y hasta omitamos palabras que, como concertaci¨®n social, son barreras para un intento serio de di¨¢logo.
Quien tiene la palabra es el Gobierno.
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