Una letra a medio plazo
Para realizar una valoraci¨®n -subjetiva, sin duda- de las repercusiones que ha tenido el 14D sobre la sociedad espa?ola resulta inevitable partir del an¨¢lisis de aquel acontecimiento.As¨ª, opino que el paro general (e insisto en este t¨¦rmino frente al de huelga, ya que, en el contexto espa?ol, la distinci¨®n no era puramente t¨¢ctica o sem¨¢ntica, sino que pretend¨ªa indicar una finalidad que, como se vio m¨¢s tarde, no buscaba cambiar el sistema ni tampoco derrumbar al Gobierno) fue esencialmente una manifestaci¨®n de madurez y afirmaci¨®n democr¨¢tica.
Este suceso respond¨ªa y expresaba a su vez tres grandes conflictos: la respuesta a la sorda pero encarnizada batalla que se ven¨ªa produciendo por la integraci¨®n o bien la deslegitimaci¨®n del movimiento sindical y, en particular, de UGT; la contraposici¨®n entre dos concepciones, una neoliberal y desarrollista Y. otra socialdem¨®crata, sobre la modernizaci¨®n de Espa?a y, finalmente, el antagonismo entre las tendencias hegemonizadoras y centralizadoras que pesaban sobre la democracia espa?ola, y los deseos de una vida democr¨¢tica m¨¢s articulada. Alguien ha dicho que el 14-D comenz¨® una segunda transici¨®n. Comparto, en cierta medida, esa opini¨®n. Nuestro pa¨ªs ha conocido manifestaciones multitudinarias en defensa de la democracia, contra el golpismo, contra el terrorismo, por las libertades.
El 14-D, en cambio, fue una gran expresi¨®n de ejercicio de la democracia.
Demostrando que un paro general era compatible y cab¨ªa en la Constituci¨®n. Desembaraz¨¢ndose, de golpe, de una cultura de la transici¨®n dominada por el miedo al pasado, realizada desde arriba, resignada ante lo que puede ser peor.Superando la apelaci¨®n a los viejos demonios nacionales, desde la Revoluci¨®n de Octubre a la manipulaci¨®n comunista. Dispuestos a equivocarse pac¨ªficamente, frente a los que siempre tienen raz¨®n.
Reivindicando que sea considerado normal lo que es normal en democracia. Por ejemplo, que no es subversivo que los sindicatos no compartan la pol¨ªtica del Gobierno, que son normales las disidencias dentro de los partidos o de los sindicatos y . que, a diferencia del pasado, no tienen por qu¨¦ acabar en escisiones, que no es normal up pa¨ªs sin oposici¨®n y alternativa o que las mayor¨ªas absolutas pueden ser buenas, pero su inexistencia tampoco es el caos.
Considero que esa madurez democr¨¢tica puesta de manifiesto el 14-D ha tenido algunos importantes reflejos, no sin contradicciones, durante los ¨²ltimos 12 meses en nuestro pa¨ªs.
Despu¨¦s de un a?o, el conflicto Gobierno-sindicatos ha entrado en un per¨ªodo de mayor serenidad tras recorrer diversas fases.
Desde el asedio y la deslegitimaci¨®n, pasando por el decisionismo pol¨ªtico (pacto con la derecha incluido), el populismo de otorgar sin negociar, la ignorancia hacia los sindicatos y el recorte de las ayudas, y terminando por la situaci¨®n actual, en la que, pese a todo, los sindicatos siguen existiendo y los desequilibrios econ¨®micos, junto a los nuevos equilibrios pol¨ªticos, exigen otra actitud por parte del Gobierno.
Menos acorralados
A su vez, las organizaciones sindicales est¨¢n mejor, m¨¢s seguras, menos acorraladas que antes del paro general. Han ganado en credibilidad y afiliaci¨®n, han concretado y articulado sus propuestas, se ha consolidado la unidad de acci¨®n, han establecido un horizonte de actuaci¨®n a medio plazo y han desgajado, en gran medida, el conflicto sindical del conflictofamiliar y partidario.
El 14-D ha resindicalizado a los sindicatos, orient¨¢ndolos hacia una mayor conexion con los trabajadores, a un esfuerzo de proposici¨®n m¨¢s elaborado y hacia una relaci¨®n de fuerzas que surja desde la acci¨®n sindical cotidiana de base. A buscar, en definitiva, la centralidad en su propia actuaci¨®n y no tanto en las iniciativas que surjan de] poder pol¨ªtico.
El giro social que demandaba el 14-D, expresi¨®n de una concepci¨®n socialdem¨®crata sobre la modernizaci¨®n de nuestro pa¨ªs, que, frente a un modelo incrementalista, contrapone cualificaci¨®n a precariedad, crecimiento solidario a simple acumulaci¨®n, democracia industrial a absolutismo empresarial y protecci¨®n y seguridad frente a desigualdad y marginaci¨®n, ha conocido algunos progresos.
El dogmatismo de una pol¨ªtica que se afiri?aba como la mejor y la ¨²nica posible ha cedido terreno, las fuerzas pol¨ªticas prestan nueva atenc ¨®n a las cuestiones sociales, la deuda social ha pasado de ser considerada una reivindicaci¨®n injustificada y demag¨®gIca de los sindicatos a un acto de justicia proclamado desde el Parlamento. La cultura de la precariedad tiene cada vez menos adeptos confesos. En fin, algunas comunidades aut¨®nomas implantan el salario social garantizado y el Gobierno, con seis a?os de retraso, saca una ley de pensiones asistenciales.
Por otra parte, la monopolizaci¨®n del poder democr¨¢tico se resquebraja y la prepotencia retrocede o, al menos, se disfraza. Hemos entrado en una etapa de mayor vitalidad en la oposici¨®n y en el Parlamento, de mayor entidad y autonom¨ªa de las organizaciones sindicales, de cierta afloraci¨®n del pluralismo en el seno de los partidos.
Junto a ello, las propuestas sobre mejora del control democr¨¢tico de organismos estatales como TVE y de la acci¨®n del Gobierno, la proliferaci¨®n de clubes de debates en el campo de la izquierda o la voluntad expresada por el Gobierno de entrar en una fase de mayor di¨¢logo y consenso, seguramente tienen algo que ver con aquel d¨ªa alegre, pac¨ªfico y sin atascos que vivi¨® Espa?a.
Conflicto interno
En conclusi¨®n, despu¨¦s de un a?o hemos aprendido que el d¨ªa 14-D expresaba algo m¨¢s profundo que las cinco famosas reivindicaciones o un confl Icto interno de la llamada familia socialista y que, por tanto, era simplista tratar de dirimirlo en un confuso rifirrafe, sobre qui¨¦n ten¨ªa m¨¢s voluntad negociadora o, posteriormente, con el acuerdo mayoritario del Parlamento.
Tampoco se pod¨ªa solventar en t¨¦rminos electorales. Es m¨¢s, estoy entre los que piensan que el 14-D y los posteriores resultados electorales no son contradictorios.
No s¨®lo porque el paro no pretend¨ªa cambiar el Gobierno sino reorientar su pol¨ªtica, sino porque no me parece incoherente que una gran parte del pueblo espa?ol (de los que han votado al PSOE, de los que no le han votado o de los que habr¨ªan deseado no votarle) piense que la articulaci¨®nd emocr¨¢tica y una pol¨ªtica realmente socialdem¨®crata no encuentra satisfactorio amparo en otras expresiones pol¨ªticas o que pueda realizarse sin el concurso y la regeneraci¨®n del principal partido de la izquierda de nuestro pa¨ªs.
Hay, pues, a mi entender, motivos para celebrar el aniversario del 14-D. Otra cosa es que, tan s¨®lo por celebrarlo, alguien pudiera apropiarse de un acontecimiento de significados tan hondos, peculiares y colectivos. 0 que cualquier conmemoraci¨®n suponga una mera trivializaci¨®n de algo que est¨¢ vivo y operando.
Quiz¨¢ por ello todos recordamos aquella fecha, pero nadie la ha querido sepultar conmemor¨¢ndola.
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