Muere D¨¢maso Alonso, patriarca de las letras espa?olas
Falleci¨® a los 91 a?os, despu¨¦s de una vida dedicada a la Academia, la filosof¨ªa y la poes¨ªa
La literatura espa?ola del siglo XX debe a D¨¢maso Alonso los atisbos m¨¢s geniales sobre los escritores m¨¢s j¨®venes, coment¨® al salir de la casa Manuel Alvar, director de la Espa?ola. Pero en cambio los escritores m¨¢s j¨®venes no hab¨ªan acudido a¨²n ayer a primera hora de la noche a despedirse de quien estaba considerado desde hac¨ªa mucho como uno de los grandes patriarcas de las letras. espa?olas, pese a que, como dijo Fernando L¨¢zaro Carreter, "su verdadera muerte hab¨ªa sucedido hac¨ªa dos a?os, cuando perdi¨® el habla". El cortejo f¨²nebre partir¨¢ hoy a las 12.45 de su casa, en el n¨²mero 23 de la calle de Alberto Alcocer.D¨¢maso Alonso muri¨® en los primeros minutos del d¨ªa que hab¨ªa de marcar el 42 aniversario de su ingreso en la Real Academia Espa?ola, y en la primera noche de la semana en que afloj¨® el fr¨ªo de la noche hasta s¨®lo cero grados, la temperatura en que se hielan los estanques. Difundida por los acad¨¦micos y, tambi¨¦n, por los soplones de las funerarias, la noticia s¨®lo comenz¨® a saberse a media ma?ana, a tiempo de ordenar la suspensi¨®n de la elecci¨®n que a las siete de la tarde hab¨ªa de decidir, entre Francisco Umbral y Jos¨¦ Luis Sampedro, qui¨¦n ocupar¨ªa en adelante el sill¨®n F, el de Manuel Halc¨®n. "Enterados del fallecimiento del maestro, le enviamos nuestro afectuoso recuerdo y sentido p¨¦same", dice el telegrama enviado por los Reyes.
"Se nos ha muerto"
Eulalia Galavarriato estaba destrozada. A sus 85 a?os, sin hijos, dijo quien pudo verla que lloraba e inclinaba la cabeza, y durante una misa que ofici¨® el cura de la parroquia a las cinco de la tarde tuvo que permanecer sentada. A esa hora ya se hab¨ªa instalado una capilla ardiente en el ala de la casa que hace de biblioteca, una biblioteca armada de cerca de 100.000 libros en dos pisos, y all¨ª se hab¨ªa instalado el f¨¦retro que dos empleados hab¨ªan tra¨ªdo tan solo media hora antes: un gran f¨¦retro de madera noble con un Cristo en la tapa; de uno de sus brazos pend¨ªa amarrada, con un hilito blanco, una misteriosa llave. Los empleados entraron primero con la tapa, por lo que el ata¨²d permaneci¨® un buen rato frente a la puerta, mientras, un mont¨®n de fot¨®grafos y reporteros permanec¨ªan en un silencio asustado. Ca¨ªa la tarde del invierno y unos asm¨¢ticos rayos de sol se filtraban por las hojas de unos pocos ¨¢rboles polvorientos."Los espa?oles podemos decir que se nos ha muerto D¨¢maso Alonso", dijo Pedro La¨ªn Entralgo, heredero en la direcci¨®n de la Real Academia Espa?ola que Alonso ejerci¨®, tras sucesivas votaciones, durante 14 a?os. Y a Rafael Lapesa, hombre en apariencia brusco a quien las gafas de hiperm¨¦trope le subrayan la sensibilidad, se le notaba particularmente afectado: eran amigos desde muchachos. Un d¨ªa de no hace tanto, cont¨® Lapesa, D¨¢maso Alonso se qued¨® mirando las flores de su amplio jard¨ªn que ya, como ayer, se hab¨ªa quedado sin flores. "Est¨¢... est¨¢...", dijo Alonso con esfuerzo, refiri¨¦ndose al jard¨ªn, "est¨¢... sin poes¨ªa".
Sin poes¨ªa segu¨ªa ayer. La casa de D¨¢maso. Alonso es una grande y sobria construcci¨®n de dos cuerpos y ventanas enrejadas que da a una extra?a callejuela irregular en la calle Alberto Alcocer, que compr¨® con las 100.000 pesetas ganadas como profesor en universidades americanas. La casa est¨¢ cercada por altos edificios donde lo que triunfa es el ¨¢ngulo recto, y a su permanencia no puede ser ajena la negativa a enriquecerse, el deseo de espacio, en definitiva una concepci¨®n del mundo. Cuando la compr¨® era una zona apartada, no era Madrid, era Chamart¨ªn, provincia de Madrid. Una casa con huerta y jard¨ªn que hoy parece una reliquia, una extravagancia.
"La Generaci¨®n del 27 a la que permanec¨ªa Alonso", dijo Jorge Sempr¨²n, ministro de Cultura, "ha sido la m¨¢s importante del mundo como generaci¨®n. No estoy diciendo ahora que no haya poetas m¨¢s grandes fuera de Espa?a, aisladamente, pero como generaci¨®n la del 27 es incomparable". Sempr¨²n no hab¨ªa acudido hasta ayer a primera hora de la noche al velatorio del poeta, si bien el director general del Libro, Jos¨¦ Manuel Velasco, anunci¨® su asistencia al funeral.
Y sin embargo no siempre. hubo esa unanimidad. La posici¨®n de D¨¢maso Alonso en la guerra y despu¨¦s, al igual que la de Gerardo Diego, no fue comprendida pues sus dem¨¢s compa?eros de generaci¨®n, o hab¨ªan muerto o se hab¨ªan marchado al exilio: Federico Garc¨ªa Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hern¨¢ndez, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Jos¨¦ Bergam¨ªn...
D¨¢maso Alonso vivi¨® la mayor parte de sus 91 a?os en Madrid, en cuya plaza de San Miguel hab¨ªa nacido, salvo los per¨ªodos en que la docencia -era un gran profesor, dicen muchos- le llev¨® a universidades extranjeras, y alg¨²n tiempo de su infancia en La Felguera, Asturias, y Ribadeo, Galicia.
Cuando la I guerra Mundial iba para. ingeniero de caminos tras estudiar con los jesuitas pero una grave enfermedad en los ojos le hizo desistir. Despu¨¦s de fulgurantes estudios de Derecho y Filosof¨ªa y Letras, que termin¨® en 1921, se convirti¨® en disc¨ªpulo de Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal y le ayud¨® a sacar adelante la secci¨®n de Filolog¨ªa del Centro de Estudios Hist¨®ricos. All¨ª fue cuando coincidi¨® con Lapesa.
Poemas puros, poemillas de la ciudad fue el libro con el que D¨¢maso Alonso se inici¨® en la carrera literaria. Lo escribi¨® entre 1919 y 1920, y fue publicado en la primavera de 1921. Para entonces ya conoc¨ªa a Vicente Aleixandre, con quien hab¨ªa coincidido en Navas del Marqu¨¦s en 1916.
Concursos en el Retiro
Un viaje a Sevilla en 1927 le hizo encontrar a varios de los poetas. que a partir de entonces ser¨ªan citados con su nombre. Al comienzo, estos j¨®venes a quienes un¨ªa el deseo de reivindicar a G¨®ngora, se guiaban por los ideales de la poes¨ªa pura, el juego est¨¦tico y los hallazgos idiom¨¢ticos; s¨®lo m¨¢s tarde cedieron a la preocupaci¨®n social y la pol¨ªtica. Deb¨ªa de ser por entonces cuando D¨¢maso Alonso hac¨ªa concursos con Rafael Alberti de memoria po¨¦tica mientras paseaban por el parque del Retiro.Y sin embargo, Alonso escribi¨® poca poes¨ªa a partir de 1925. En los a?os siguientes se casa con Eulalia, ense?a en Cambridge y Oxford; y tambi¨¦n en Stanford (California) y el Hunter College de Nueva York, donde coincide con Garc¨ªa Lorca que escribe Poeta en Nueva York. Esa fue la ¨¦poca en que, seg¨²n ¨¦l, m¨¢s unido se sinti¨® al granadino. La guerra de Espa?a le sorprende en, Leipzig, Alemania, y tras su regreso a Espa?a recorre Barcelona y Valencia junto con otros intelectuales. En 1939, la paz relativa le lleva a la universidad de Madrid, que ayer envi¨® una de as primeras coronas de flotes. Finalmente aparecen Oscura noticia e Hijos de la ira, en 1944, que habr¨¢n de marcar en adelante la poes¨ªa espa?ola.
Su elecci¨®n en la Real Academia, al final de los a?os 40, se vio retrasada por lo que para el r¨¦gine de entonces eran motivos m¨¢s que suficientes: D¨¢maso Alonso proced¨ªa del Centro de Estudios Hist¨®ricos, era amigo de los mejores escritores de la Rep¨²blica y del siglo espa?ol (Juan Ram¨®n, Garc¨ªa Lorca, Alberti, Aleixandre, Diego, Guill¨¦n, Salinas...) y pertenec¨ªa a la misma generaci¨®n. ?l se declaraba apol¨ªtico. A partir de 1968, como presidente de la instituci¨®n, volcar¨ªa sus esfuerzos en fomentar la unidad del idioma. En 1978 se le concedi¨® el Premio Miguel de Cervantes.
Abandon¨® la presidencia en la Espa?ola en 1982. Dej¨® de escribir entre 1984 y 1985, cuando public¨® su ¨²ltimo libro, Duda y amor sobre el Ser Supremo. "Yo he trabajado muy intensamente. La ancianidad que tengo es casi in¨²til, inconveniente". Le gustaba la siesta, "porque as¨ª el d¨ªa ten¨ªa como dos ma?anas" y pod¨ªa trabajar m¨¢s, aunque en los ¨²ltimos a?os casi no sal¨ªa.
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