De amistad y poes?a
Rafael Alberti rememora al compa?ero del grupo po¨¦tico m¨¢s importante del siglo
JOS? M?NDEZ La noticia de la muerte de D¨¢maso Alonso sorprendi¨® a Rafael Alberti en el primer noticiario que emite TVE por la ma?ana. Amigos ¨ªntimos y compa?eros de generaci¨®n po¨¦tica, su relaci¨®n se vio interrumpida en el tiempo, pero nunca en la emoci¨®n y el recuerdo. Alberti, ahora ¨²ltimo representante vivo de la generaci¨®n del 27, rememora al poeta y al amigo como "un ser vital, generoso, y un gran poeta, profundo conocedor de su tradici¨®n, a la que dio nueva luz a trav¨¦s de una gran labor de investIgaci¨®n". Alberti valora tambi¨¦n su influencia sobre las generaciones posteriores.
El diecis¨¦is de diciembre pasado Rafael Alberti cumpli¨® 88 a?os. Ayer, en su casa. de Madrid, con los libros de D¨¢maso Alonso sobre su mesa y la insistencia de los periodistas sobre su voluntad, estaba triste, aunque al autor de Sobre los ¨¢ngeles le cueste traslucir esa emoci¨®n tan opuesta a su vitalidad. "Conoc¨ª a D¨¢maso en 1923 cuando yo a¨²n era solamente pintor. Acudi¨® a mi casa en compa?¨ªa de Juan Chab¨¢s, tra¨ªa su libro Poemas puros, poemillas de la ciudad'.Entre frase y frase Alberti deja vagar sus recuerdos, hace pausas y gestos muy privados, "era alegre, divertid¨ªsimo, ten¨ªa una enorme gracia", a?ade; y sentencia: "de eso, los m¨¢s j¨®venes no saben nada".
Un d¨ªa malo
Fue un d¨ªa malo. "Me despert¨¦ temprano y ya en el primer noticiario de la televisi¨®n me enter¨¦ de su muerte". Una televisi¨®n sin voz que le acompa?a como un mar de colores -y ocasionalmente de furtivas bellezas-, casi siempre. "Me despert¨¦ temprano... quise saludar a su mujer, Eulalia, que tan bien le acompa?¨® en su vida". "Cuando muri¨® Jorge Guill¨¦n recuerdo que le coment¨¦: D¨¢maso, s¨®lo quedamos t¨² y yo". Un d¨²o que entonces resum¨ªa a una generaci¨®n de artistas, "no s¨®lo de poetas, que tuvieron el privilegio de ser amigos".
"Pase¨¢bamos por los jardines de la Moncloa o del Retiro haciendo continuos desaf¨ªos gongorinos, recitando los versos de nuestro admirado don Luis. ?l ten¨ªa una memoria prodigiosa". Aqu¨ª Alberti hace un peque?o repliegue sobre si mismo y se dice, "yo todav¨ªa la conservo". En 1927 la Academia Espa?ola le neg¨® a G¨®ngora el homenaje que los j¨®venes ped¨ªan por su tercer centenario. "D¨¢maso organiz¨® con otros el homenaje del Ateneo de Sevilla del que nuestra generaci¨®n tom¨® su nombre".
La Academia no aceptaba de buen grado el magisterio de "aquel poeta para ellos oscuro", pero el homenaje de Sevilla no qued¨® en el mero simbolismo, "porque D¨¢maso, que, fue un sabio, le dedic¨® estudios y ensayos maravillosos, que adem¨¢s demostraban, que la oscuridad, el hermetismo gongorino no eran tales, y que el juego con el lenguaje de sus versos era pura luz".
"Yo soy un autodidacta y ¨¦l un estudioso, esto hizo que perdi¨¦ramos el contacto unos a?os, los que pas¨® en las universidades de Alemania, Francia e Inglaterra". El periodo de la guerra civil es evocado inevitablemente. "D¨¢maso no era muy pol¨ªtico, paso la guerra con mucha dignidad en nuestro bando", -el bando republicano- y despu¨¦s no pudo salir de Espa?a y perdi¨® sus posibilidades acad¨¦micas hasta que Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, en un gesto que le honra, reconoci¨® que, estando en Espa?a, D¨¢maso deb¨ªa ser el director de la Academia".
"En aquel grupo hab¨ªa una ¨²nica divisi¨®n que nunca signific¨® entre nosotros nada m¨¢s que una disculpa para hacer bromas. Por un lado, los poetas profesores, Salinas, Guill¨¦n, D¨¢maso... y por otro los que nunca estudiamos nada, que ¨¦ramos Federico y yo. Federico comenz¨® a estudiar Derecho y lo dej¨®, y yo no pas¨¦ del cuarto curso de Bachillerato". Alberti desv¨ªa su mirada hacia el televisor, mudo un instante, y al regresar a?ade: "¨¦ramos muy amigos, muy amigos. De Federico tambi¨¦n, pero Federico siempre estaba rodeado de gente, como un torero", y calla.
En la Argentina Rafael Alberti pas¨® 17 a?os; hasta all¨ª lleg¨® D¨¢maso y en su breve estancia surgi¨® de su vitalidad esta an¨¦cdota. "En una ocasi¨®n le¨ªmos versos Le¨®n Felipe, que era un ser ang¨¦lico, Victoria Ocampo, D¨¢maso y yo. De aquella lectura le surgi¨® la idea a Le¨®n de que pod¨ªamos formar un grupo y recorrer Am¨¦rica leyendo versos. La disparatada ocurrencia fue acogida con entusiasmo por D¨¢maso. A¨²n le estoy viendo intentando convencer a la elegante y aterrada Victoria".
Regreso
En 1977, Alberti regres¨® a Espa?a con Mar¨ªa Teresa Le¨®n desde su exilio romano. "Cuando volv¨ª encontr¨¦ a D¨¢maso muy bien, asist¨ª a varias conferencias suyas. Recuerdo una sobre Juan Ram¨®n Jim¨¦nez en el C¨ªrculo de Bellas Artes, memorable". La labor erudita e investigadora de D¨¢maso Alonso, su contribuci¨®n al conocimiento de los cl¨¢sicos de nuestra tradici¨®n po¨¦tica, es constantemente valorada por Alberti. "Era un sabio, un monstruo. Creo que Men¨¦ndez Pelayo, Men¨¦ndez Pidal y D¨¢maso Alonso, son los grandes estudiosos de la literatura espa?ola".
Erudici¨®n y estudio que, seg¨²n Alberti, "volc¨® con enorme generosidad sobre sus compa?eros de generaci¨®n, olvid¨¢ndose de si mismo.
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