Arte
Dios cre¨® al hombre, Giorgio Armani lo visti¨®, Leo Castelli lo hizo artista y Paul Getty lo compr¨®. A trav¨¦s de esta ficci¨®n circula el dinero arrastrando a la belleza, y al final de semejante teatro uno queda confundido. Tal vez Dios era un modista de alta costura lleno de frivolidad, y el que manipul¨® con hondura el barro de Ad¨¢n fue realmente Leo Castelli. Tal vez el arte se mueve hoy con el poderoso instinto de un capricho de temporada a la manera de un mundo hecho a imagen y semejanza de Armani, pero es seguro que la fortuna del petr¨®leo que Paul Getty uni¨® al esp¨ªritu ha convertido la pintura en una pasi¨®n demoledora. Las arpilleras de Millares parecen los despojos de un mendigo arrollado por un tren. Una exquisita materia de T¨¢pies podr¨ªa servir de pared en un infame prost¨ªbulo. Un monstruo de Saura, un holocausto de Kiefer fabricado con paja quemada, un feto de Francis Bacon que cabalga una taza de retrete, no dejan de ser emblemas para una c¨¢mara de los horrores cuando uno contempla esas obras con la virginidad en los ojos. ?Qui¨¦n las ha transformado en sustancia de los sue?os? El propio artista o el omnipotente galerista que ungi¨® a ¨¦ste con su dedo. El amor del esteta, el deseo del coleccionista o la codicia del especulador. Si ma?ana Leo Castelli, Bruno Bischofberger y Lucio Amedio, los tres grandes modistas del arte, magnates del gusto, compraran a la vez un cuadro de un pintor malo y desconocido, ¨¦ste se convertir¨ªa en pocas semanas en un valor ensalzado por los cr¨ªticos, en una mercancia deseada y convencional. Por suerte, la ¨²ltima vanguardia no tiene precio. Consiste en ser maravilloso y exhibirse uno a s¨ª mismo como obra de arte en la inauguraci¨®n de una muestra del pintor de moda. Sus cuadros est¨¢n en las paredes, pero eso no tiene importancia, ya que la verdadera representaci¨®n se realiza sobre el pavimento de la galer¨ªa o del museo. La pintura s¨®lo despierta admiraci¨®n si es muy cara. Tambi¨¦n t¨² debes hacerte inasequible si quieres desatar pasiones venenosas. Abst¨¦nganse los mayores de 30 a?os.
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