Riguroslamente vigilados
TANTAS HAN sido las cautelas -sobre todo en los ambientes pol¨ªticos conservadores- sobre la eventualidad de un fraude en las elecciones que tendr¨¢n lugar en Nicaragua el pr¨®ximo domingo que una cosa es absolutamente segura: ning¨²n otro proceso electoral de la historia reciente habr¨¢ sido observado tan de cerca y por tantos. Miles de observadores y analistas, adem¨¢s de las misiones de verificaci¨®n del Centro Carter, de la ONU y de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) han acudido al peque?o pa¨ªs para velar por la limpieza del escrutinio.Las sospechas sobre una eventual manipulaci¨®n por parte del Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN) parten de unas declaraciones realizadas por Daniel Ortega hace dos a?os (y de las que habr¨¢ renegado en m¨¢s de una ocasi¨®n en estas ¨²ltimas semanas) en las que afirmaba que los sandinistas podr¨ªan perder las elecciones, pero nunca el poder. Afirmaciones que no hac¨ªan sino confirmar la natural resistencia de los sistemas autoritarios a someterse al dictado de las urnas. Sin embargo, la presencia de los principales dirigentes de la contra en territorio nicarag¨¹ense haciendo campa?a en favor de la Uni¨®n Nacional Opositora (UNO), que encabeza Violeta Chamorro, es la mejor prueba de la buena disposici¨®n actual de los gobernantes sandinistas.
Cierto es que ese nuevo clima se debe en gran medida a las convulsiones producidas en la escena internacional -sobre todo la p¨¦rdida de referencias pol¨ªticas de un sistema que se autoproclama marxista- y a las presiones exteriores, pero se basan tambi¨¦n en el autoconvencimiento de que la popularidad ganada en a?os dif¨ªciles, y a pesar de los errores cometidos, puede pasar en estos momentos el examen de las mesas de votaci¨®n con m¨¢s que razonables posibilidades de ¨¦xito. El propio cardenal Obando, abanderado de la oposici¨®n que m¨¢s dificultades ha creado al Gobierno de Managua, lo ven¨ªa a reconocer en una reciente entrevista. En esas declaraciones, el prelado avanzaba incluso como hip¨®tesis el que, tras las elecciones, los sandinistas formar¨ªan un Gobierno de unidad nacional. Viniendo de donde vienen -el cardenal se hab¨ªa entrevistado pocos d¨ªan antes con Daniel Ortega y est¨¢ probada su capacidad como mediador entre Gobierno y oposici¨®n-, tal eventualidad se presenta como algo m¨¢s que una hip¨®tesis.
En todo caso, es dif¨ªcil predecir qui¨¦n ser¨¢ al ganador. Hasta hace unos d¨ªas, los sondeos pronosticaban resultados para todos los gustos: vencer¨ªa Chamorro, vencer¨ªa Ortega, la victoria ser¨ªa amplia, el margen ser¨ªa estrecho. Ayer, sin embargo, despu¨¦s de un moderado discurso de cierre de campa?a por la candidata de la oposici¨®n, la tendencia apunta m¨¢s claramente a una victoria del FSLN por un c¨®modo margen. Es posible que sea as¨ª. Pero una cosa importa sobre todas en estas v¨ªsperas electorales: que el presidente Bush se comprometa a respetar a quien finalmente resulte ganador en Nicaragua y le d¨¦ la oportunidad de pacificar al pa¨ªs.
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