Encuentros en la segunda fase
Reducir el d¨¦ficit p¨²blico, rebajar la inflaci¨®n y moderar el crecimiento, objetivos del pacto econ¨®mico
La econom¨ªa espa?ola se enfrenta a una segunda fase, la primera tras la transici¨®n democr¨¢tica, y ¨¦sta con la vista puesta en el mercado ¨²nico europeo sin fronteras. El Gobierno ha ofrecido un lugar de encuentro con las fuerzas pol¨ªticas y sociales para modernizar la econom¨ªa espa?ola, mientras se trabaja en un plan econ¨®mico a medio plazo con objetivos situados en un d¨¦ficit p¨²blico cero para 1992, reducir la inflaci¨®n a la mitad y moderar el crecimiento econ¨®mico.
Las situaciones hist¨®ricas son irrepetibles. Pero si hubiera que comparar, el acuerdo para modernizar la econom¨ªa espa?ola que ahora se propone se asemeja, a vista de p¨¢jaro, a la situaci¨®n que engendr¨®, hace ya algunos a?os, los llamados Pactos de la Moncloa.En los primeros pasos de la transici¨®n democr¨¢tica, con una inflaci¨®n galopante, se busc¨® el respaldo pol¨ªtico a un compromiso con los sindicatos para negociar los aumentos salariales en base a la inflaci¨®n prevista y no en relaci¨®n a la pasada.
El camino no fue precisamente de rosas, pero al cabo del tiempo, la econom¨ªa espa?ola ha terminado por reducir la inflaci¨®n a tasas m¨¢s razonables y ha generado puestos de trabajo. Con este importante activo, ahora se pide un nuevo esfuerzo ante la cuenta atr¨¢s que termina en 1993, con una Europa sin fronteras.
Las fuerzas pol¨ªticas, con m¨¢s o menos reticencias, se han apuntado a este reto, por otro lado, los empresarios tambi¨¦n llevaban ya alg¨²n tiempo haciendo sonar esta campana, pero los sindicatos siguen mostr¨¢ndose reacios.
Por el momento, el Gobierno no ha concretado su oferta de di¨¢logo m¨¢s all¨¢ de cuatro ideas b¨¢sicas. Los t¨¦cnicos del Ministerio de Econom¨ªa preparan estos d¨ªas un nuevo programa econ¨®mico a medio plazo, que se har¨¢ p¨²blico despu¨¦s de Semana Santa y en el que han marcado un escenario con importantes objetivos hasta 1992.
La idea b¨¢sica es que la econom¨ªa espa?ola no puede seguir creciendo al 5% mientras que la demanda interna lo hace al 7,7%, porque ello crea grandes desajustes que se traducen en inflaci¨®n y en d¨¦ficit exterior, y ello, a su vez, resta competitividad a la econom¨ªa espa?ola.
El pa¨ªs consume m¨¢s de lo que produce y necesita hacer importaciones y, a la vez, una demanda pujante hace tirar para arriba los precios.
El problema no ser¨ªa grave si ocurriera aquello del mal de muchos. Pero la cruda realidad indica que en la Europa de los doce la econom¨ªa est¨¢ creciendo de manera m¨¢s equilibrada en tasas del 3,4%, y la demanda interna, en un 3,8%. El resultado es que la inflaci¨®n media de los doce pa¨ªses, comunitarios est¨¢ en el 4,8%, y en Espa?a, en el 6,9%.
Con una situaci¨®n as¨ª prolongada en el tiempo, acabar¨¢ siendo m¨¢s barato comprar productos de importaci¨®n que hacerlo en Espa?a, sobre todo cuando desaparezcan definitivamente las barreras arancelarias.
A su vez, las exportaciones no ser¨¢n competitivas en precios, y la peseta se encuentra ya inmersa en los cauces del Sistema Monetario Europeo.
Los primeros an¨¢lisis que realiza el Ministerio de Econom¨ªa apuntan a que en 1992 el d¨¦ficit p¨²blico debe ser cero, objetivo que ya fue asumido por el Gobierno hace m¨¢s de un a?o.
De esta forma, existir¨ªa un equilibrio entre lo que el Estado ingresa a trav¨¦s de los impuestos y lo que se gasta en alimentar su propia maquinaria, en inversiones y en servicios p¨²blicos.
Con este balance de saldo cero, el Estado no ser¨ªa un factor de calentamiento de la econom¨ªa, tendencia ya iniciada en los ¨²ltimos a?os, gracias a unas moderadas inversiones -para lo que el pa¨ªs necesita- y al incremento de la recaudaci¨®n.
Moderaci¨®n salarial
El otro objetivo es que la inflaci¨®n se rebaje a la mitad, en una tasa que podr¨ªa situarse en el 3%, en l¨ªnea con los pa¨ªses m¨¢s moderados de la Comunidad Europea.Para ello, el Gobierno considera que uno de los aspectos fundamentales es moderar los salarios de forma que no pierdan poder adquisitivo, pero que se mantengan al paso de la inflaci¨®n prevista. Lograr un compromiso con los sindicatos de forma que la inflaci¨®n vuelva a ser punto de referencia es el freno que pretende poner el Gobierno.
Este a?o puede darse pr¨¢cticamente por perdido, ya que se est¨¢n negociando incrementos salariales del 8,5%, cuando el Gobierno ha fijado su objetivo de inflaci¨®n en el 5,7%.
Esta diferencia obligar¨¢ a ajustes m¨¢s severos en otros componentes de la demanda, sobre todo la inversi¨®n, a trav¨¦s de mayores restricciones monetarias, lo que ya se est¨¢ notando en un menor ritmo de creaci¨®n de empleo. Pero tambi¨¦n en el gasto p¨²blico, lo que redundar¨¢ en un mayor atraso de la econom¨ªa espa?ola en infraestructuras y servicios p¨²blicos.
Causa-efecto
Los sindicatos niegan que exista una relaci¨®n de causa efecto entre los males de la econom¨ªa espa?ola y los aumentos salariales. Se?alan que los beneficios empresariales han crecido m¨¢s que los salarios y que el problema de la inflaci¨®n es estructural, es decir, derivado de unos canales de comercializaci¨®n oligopolistas y de una deficiente oferta p¨²blica que contrarreste la presi¨®n de los precios que marca el sector privado.En cuanto al crecimiento econ¨®mico, el objetivo es solamente moderarlo (al 4%), ya que sigue existiendo una brecha importante entre la capacidad de generaci¨®n de empleo en estos momentos de la econom¨ªa espa?ola y la de la media comunitaria. As¨ª, en Espa?a la tasa de paro fue el pasado a?o del 16,7%, mientras que en la Comunidad Europea el porcentaje de parados que se registr¨® en ese mismo tiempo sobre la poblaci¨®n activa es del 7,8%.
Un mayor auge de la inversi¨®n y una reducci¨®n de la demanda interna a la mitad, de forma que se acompase con el ritmo de crecimiento econ¨®mico, permitir¨ªan reducir considerablemente los desequilibrios de la inflaci¨®n y el d¨¦ficit exterior, los dos grandes problemas con los que se enfrenta nuestra econom¨ªa en los ¨²ltimos a?os.
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