Literatura libre
Coincid¨ªamos en encuentros sobre Unamuno, Machado, Juan Ram¨®n, Alberti o la poes¨ªa hisp¨¢nica contempor¨¢nea. Aislada en la nebulosa del humo de su larga boquilla, Aurora de Albornoz parec¨ªa una figura sacada de las l¨¢minas de Penagos. ?En qu¨¦ pensaba? Acaso en la Asturias natal, donde se hund¨ªan las ra¨ªces familiares de su liberalismo de pensamiento y del compromiso ¨¦tico krausista que le llegaba de Alvaro de Albornoz. O, tal vez m¨¢s, sin duda, en el campus de R¨ªo Piedras en Puerto Rico, adonde hab¨ªa emigrado con su familia y donde hab¨ªa sido disc¨ªpula de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, de Salinas, de Ricardo Guli¨®n. Casi 30 a?os en aquellas latitudes hicieron de Aurora de Albornoz -alumna primero y despu¨¦s profesora- un producto t¨ªpico del gran magisterio de los transterrados.En revistas de aquella orilla -La Torre, Asomante, Sur- fueron llegando a Espa?a sus primeros trabajos que rescata ban la prehistoria de Antonio Machado. Oreste Macr¨ª ha reconocido cu¨¢nto debe su magna edici¨®n a los trabajos de Aurora de Albornoz y a la generosidad con que ella, despu¨¦s de publicar, junto con Guillermo de Torre, las primeras Completas machadianas le fue ayudando con hallazgos y notas. Cuando este pa¨ªs nuestro, tan iconoclasta, se empecinaba en olvidar a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Aurora rescat¨® en una Antolog¨ªa imprescindible la mejor producci¨®n del andaluz universal desde 1939. Y esta labor pionera de rescate se fue extendiendo a los poetas de la Espa?a peregrina.
Doctora por la Universidad de Salamanca, Aurora de Albornoz ten¨ªa ideas muy claras sobre la autonom¨ªa de la literatura, pero conoc¨ªa al mismo tiempo su interacci¨®n con otros sistemas ideol¨®gicos y sociales. Revivo los encuentros a que alud¨ªa. Cuando, al final de cualquier ponencia, Aurora retornaba de su mundo, guiaba invariable el discurso hac¨ªa ese ¨¢mbito de convergencia. Era el que ella hab¨ªa investigado cr¨ªticamente en su libro sobre La presencia de Miguel de Unamuno en Antonio Machado. Seg¨²n ella, el rector de Salamanca, a quien Curtius hab¨ªa bautizado de "excitador de Espa?a", era quien m¨¢s hab¨ªa excitado en don Antonio inquietudes y problemas a los que ¨¦ste intentaba ofrecer soluci¨®n. Las soluciones eran casi siempre contrarias, pero como en un juego de espejos enfrentados, uno y otro se intercambiaban se?ales que alumbraron toda una ¨¦poca. En este mismo ¨¢mbito situaba Aurora de Albornoz la Obra de Juan Ram¨®n, demostrando cuanto le debe la l¨ªrica espa?ola contempor¨¢nea.
Al repasar ahora otros trabajos de Aurora de Albornoz me doy cuenta de que lo que, en definitiva, ella persegu¨ªa en su estudio era la configuraci¨®n del espacio profundo en que una literatura libre e intelectualmente rigurosa sirve a la vertebraci¨®n de un pueblo.
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