Pisagua fue un infierno
Una fosa clandestina aloj¨® en el norte de Chile los cad¨¢veres de presos pol¨ªticos ejecutados durante la dictadura
MANUEL D?LANO ENVIADO ESPECIAL Prendi¨® un cigarrillo y permaneci¨® en silencio respetuoso, mirando hacia la fosa, del ancho de una persona, de dos metros y medio de profundidad y 12 de largo La cuadrilla de obreros sacaba en esos momentos dos cuerpos momificados, con expresiones crispadas, de horror, en sus esquel¨¦ticos rostros. Eran los exhumados n¨²meros 18 y 19 en una semana. En el otro extremo de la tumba clandestina, bajo dos mont¨ªculos de tierra, se adivinaban m¨¢s restos humanos. A 100 metros, golpeaban las olas del Pac¨ªfico y hab¨ªa un hedor que impregn¨® las ropas durante horas.
Apag¨® el cigarrillo. Con el rostro tenso y los ojos brillantes, Pedro Arancibia, un ex detenido del campamento de prisioneros de Pisagua, inaugurado por la dictadura del general Augusto Pinochet al d¨ªa siguiente del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, reviv¨ªa las jornadas en el campo de concentraci¨®n.
"Un compa?ero fusilado agit¨® su mano para despedirse de los que segu¨ªamos encarcelados. Otro fue al pared¨®n cantando La Internacional. Asesinaron con la llamada Ley de fugas a seis compa?eros que se ofrecieron cuando un oficial pidi¨® voluntarios para trabajos de carpinter¨ªa. Fusilaron tambi¨¦n a coqueros (vinculados al tr¨¢fico de coca¨ªna) y hasta hubo cr¨ªmenes por venganzas personales", record¨® Arancibia, un profesor de castellano que tiene a¨²n huellas en los brazos y piernas de las torturas con electricidad y golpes que recibi¨® de los soldados en Pisagua, en 1973.
Entre 1.500 y 2.500 personas pasaron por el campo de concentraci¨®n de Pisagua durante 1973 y 1974. Muchos, al menos 21 de los prisioneros exhumados fueron ejecutados all¨ª, aunque el n¨²mero final puede ser superior. "Adem¨¢s de los cuerpos en las fosas, hay testimonios sobre esqueletos encadenados que est¨¢n en el fondo de la bah¨ªa de Pisagua", dijo el ex diputado de la zona, VIadislav Kuzmicic, ex prisionero en el lugar.
En sacos de patatas
Los recuerdos de Alberto Newmann, un m¨¦dico, tambi¨¦n prisionero en Pisagua, que fue obligado a presenciar fusilamientos para certificar la muerte de sus amigos, y de un sargento retirado, cuya identidad se mantiene en secreto para protegerlo, permitieron los hallazgos de Pisagua. Los cuerpos estaban alineados en filas, uno al lado del otro, envueltos en sacos de patatas, con su ropa conservada, algunos atados de pies y manos y vendados, otros con sus manos en los bolsillos. Todos tienen impactos de bala.
Rodeado por cerros de 400 metros de altura y pendientes lisas, y por m¨¢s de 80 kil¨®metros de desierto, Pisagua es una c¨¢rcel natural. En 1948, el entonces capit¨¢n Augusto Pinochet tuvo su primer destino importante: jefe militar de Pisagua, cuando el pueblo fue usado para la deportaci¨®n de comunistas. All¨ª aprendi¨® la perversidad del comunismo y comenz¨® a estudiar c¨®mo contrarrestarlo, escribi¨® despu¨¦s Pinochet.
La tradici¨®n izquierdista del norte chileno explica el mayor grado de represi¨®n respecto de otros lugares despu¨¦s del golpe militar. "Fue como un campo nazi", dijo Francisco Prieto, un ex prisionero. Freddy Alonso, v¨ªctima de dos simulacros de fusilamiento, record¨® qu¨¦ despu¨¦s de la alfombra roja, cuando una compa?¨ªa de soldados corri¨® durante horas sobre las espaldas de 60 prisioneros desnudos, un subteniente especialmente s¨¢dico, para relajarse, tocaba el R¨¦quiem de Mozart en un ¨®rgano en la parroquia de Pisagua.
Las excavaciones son cuidadosas, casi sin instrumentos, y dirigidas por un arque¨®logo. Entre los obreros, hay uno particularmente delicado. Es hijo del abogado Julio Cabezas. Busca entre los restos humanos el cuerpo de su padre, fusilado por orden de un consejo de guerra, con el cargo de autor del plan Z en la zona, un supuesto intento de los izquierdistas para asesinar militares y opositores al Gobierno de Salvador Allende y tomar el poder. Un burdo plan, como se comprob¨® despu¨¦s, inventado para justificar la represi¨®n.
Los detenidos en Pisagua coinciden en que el abogado Cabezas fue ejecutado por una venganza personal de uno de los fiscales de los consejos de guerra. Cabezas estaba investigando en el momento de su detenci¨®n las conexiones entre traficantes de coca¨ªna y el poder judicial en 1973, afirm¨® Carlos Vila, presidente de la comisi¨®n de derechos humanos de Iquique, la ciudad m¨¢s cercana a Pisagua.
Ejecuciones ilegales
"Los consejos de guerra eran una parodia para las ejecuciones ilegales", dijo Haroldo Quinteros, ex detenido de Pisagua. ?l fue condenado a muerte por uno de esos tribunales en tiempos de guerra en 1973 y se salv¨® por influencia familiar. "Conoc¨ª al abogado defensor cinco minutos antes del consejo. Le dije que era inocente de los cargos, pero ¨¦l no se atrevi¨® a plantearlo en el consejo, porque era peligroso. S¨®lo pidi¨® clemencia", cont¨® Quinteros.
"?Qu¨¦ horror! ?c¨®mo es posible?", coment¨® a EL PA?S, junto a la fosa, el juez especial investigador Hern¨¢n S¨¢nchez, designado en un controvertido nombramiento de la Corte Suprema. Su antecesor en este caso, el juez local Nelson Mu?oz, fue amenazado. "Hoy, tu gatito. Ma?ana, t¨². Pisagua 1990", dec¨ªa un mensaje que encontr¨® Mufloz el viernes junto al cuello de su felino degollado. Los abogados de la Vicar¨ªa de la Solidaridad de la Iglesia cat¨®lica, que denunciaron la inhumaci¨®n ilegal de cuerpos en Pisagua, y altos funcionarios del Gobierno de Patricio Aylwin prefieren que siga Mu?oz ante el temor de que el juez trasladase la investigaci¨®n a un tribunal militar.
"Forestier y Pinochet son responsables. La sociedad chilena tiene que saber la verdad, hacer el duelo por sus muertos y debe una reparaci¨®n a las v¨ªctimas por el tiempo en que no se les crey¨®", afirm¨® el diputado Jaime Est¨¦vez, uno de los parlamentarios que visit¨® la zona. El conocimiento de "la catadura moral de los autores de estos cr¨ªmenes ser¨¢ la primera sanci¨®n. Estos hechos muestran la necesidad de que Pinochet se retire del Ej¨¦rcito", a?adi¨®.
En el desierto chileno, el m¨¢s seco del mundo, est¨¢n surgiendo las huellas de la "gesta liberadora", como el general gusta llamar al golpe de Estado de 1973.
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