?Hemos llegado a tiempo, se?or Solchaga!
Cu¨¢ntas cosas est¨¢ logrando trastocar el mal llamado por nuestro presidente Gonz¨¢lez "conflicto regional" del Irak.Cu¨¢ndo ya hab¨ªa entregado para su publicaci¨®n un art¨ªculo titulado Prudencia y cautela, se?or Solchaga, ante la aceleraci¨®n que nuestro ministro de Econom¨ªa iba a proponer en Roma, sobre la segunda fase del Plan Delors, me veo en la agradable sorpresa de tener que rectificar el mismo sobre la marcha, por el radical cambio de actitud que usted mismo ha experimentado frente a la reuni¨®n del ECOFIN.
Ya no es aceleraci¨®n de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria lo que Espa?a va a pedir, sino retrasar un a?o el proceso para afianzar el mercado ¨²nico. As¨ª empezamos a entendernos, se?or Solchaga. Nuestros lectores desconocen sin duda por no haberse hecho nunca p¨²blicas mis intervenciones como portavoz de la Comisi¨®n de Comunidades Europeas en el Congreso, que siempre le ped¨ª prudencia y cautela y posibilidad de estudiar otras alternativas, como la del ministro de Econom¨ªa de la se?ora Thatcher, lord Major, de un ecu fuerte con un Fondo Monetario Europeo.
Prudencia y cautela
Veo que aunque siempre rechaz¨® tal posibilidad, usted, al fin, ha aceptado escuchar voces m¨¢s autorizadas que la m¨ªa, sin duda, como la del ministro de Econom¨ªa del Reino Unido y cediendo en su bunkerizaci¨®n ideol¨®gica, ha aceptado lo que ven¨ªamos proponi¨¦ndole. Ahora s¨®lo falta que en Roma, como espero, predomine esta tesis de la prudencia y cautela, porque los alemanes tambi¨¦n van a apoyarla, y al quedarse solo el se?or Delors, ¨¦l tambi¨¦n tenga que aceptar su primera derrota europea, esencialmente importante. Quienes propugnamos alternativas m¨¢s favorables a los intereses europeos que las intervencionistas propuestas del Plan Delors, habremos ganado la primera batalla.
Enhorabuena, se?or Solchaga. ?Hemos llegado a tiempo!
Y como creo que es bueno que nuestros lectores conozcan los t¨¦rminos exactos en que yo trataba de hacer un ¨²ltimo intento, por convencer al se?or Solchaga de lo que de verdad es m¨¢s conveniente para Espa?a, transcribo el texto ¨ªntegro del art¨ªculo como estaba previsto.
- Me felicito y le felicito, se?or Solchaga, por haber llegado a tiempo.
"Antes de apuntarse una vez m¨¢s nuestro Gobierno socialista a las tesis de Miterrand-Delors, como ha pasado en la crisis del golfo P¨¦rsico, en un mimetismo carente de toda reflexi¨®n, convendr¨ªa que el se?or S11chaga escuchara voces mucho m¨¢s autorizadas que la m¨ªa, que aconsejan prudencia y cautela ante la gran tentaci¨®n de querer avanzar demasiado deprisa hacia la uni¨®n monetaria europea.
Antes de pronunciarse a favor de una moneda ¨²nica y de un banco central europeo, en un proceso de aceleraci¨®n de la segunda fase del Plan Delors, como propugna el ministro Solchaga, deber¨ªa distinguir entre uni¨®n monetaria europea y uni¨®n economic a europea.
La uni¨®n monetaria se limita a un concepto de moneda ¨²nica o com¨²n (seg¨²n el distinto modelo que se baraje), concepto de moneda sometida a un tipo fijo de cambio, mientras que uni¨®n econ¨®mica es mucho m¨¢s compleja, mucho m¨¢s importante, y por ello m¨¢s dificil de conseguir.
De lo que se trata ahora, y m¨¢s ante la crisis del golfo P¨¦i s¨ªco, para lograr la cohesi¨®n europea en materia econ¨®mica, no es tanto de dividir a la CE entre los que quieren moneda ¨²nica y banco central, o moneda com¨²n, sino en establecer una cohesi¨®n entre las distintas pol¨ªticas econ¨®micas de los 12 pa¨ªses.
Acercar las pol¨ªticas antiinflacionistas de los Doce, reducir los d¨¦ficit presupuestarios, equilibrar la balanza comercial, reducir los ¨ªndices de desempleo... son pol¨ªticas que exigen una coordinaci¨®n, antes que trasladar la decisi¨®n de la pol¨ªtica monetaria de cada pa¨ªs a una instituci¨®n -comunitaria, que llevar¨ªa aparejada la p¨¦rdida de soberan¨ªa econ¨®mica inmediata suplantando por otra parte a los mercados en la determinaci¨®n de los precios de las monedas, cuando ¨¦sta ser¨ªa la soluci¨®n m¨¢s real y eficaz.
Est¨¢ claro que el proceso de uni¨®n econ¨®mica y monetaria hacia el que caminamos, es irreversible; y bienvenido sea, siempre que vaya apoyado en un proceso simult¨¢neo de uni¨®n pol¨ªtica. Pero una cosa muy distinta es ir avanzando hacia dicho sistema, coordinando las distintas pol¨ªticas econ¨®micas de los Doce, y otra que nosotros mismos, por boca de nuestro ministro de Econom¨ªa, pidamos de antemano las consecuencias negativas que dicha uni¨®n supondr¨¢ para Espana, si se acelera el proceso.
Al no haber sido capaces de incorporarnos plenamente a la primera fase, logrando la plena liberalizaci¨®n de] mercado de capitales, estamos aceptando impl¨ªcitamente, con la actitud del se?or Solchaga, la Europa de dos o m¨¢s velocidades, en donde Espa?a quedar¨ªa condenada al vag¨®n de cola una vez m¨¢s.
Mientras Espa?a, que representa el segundo pa¨ªs de la CE en extensi¨®n, y aporta el 10% de la poblaci¨®n activa comunitaria, siga teniendo la mayor tasa de desempleo de toda la comunidad; mientras Espa?a siga ocupando el noveno lugar en el PIB por habitante, inferior al nivelmedio comunitario; con las diferencias regionales m¨¢s fuertes de toda la Comunidad; mientras sigamos siendo el pa¨ªs comunitario que ha experimentado mayor aumento del gasto p¨²blico y precisamente en gastos corrientes y suntuarios, pero no en inversiones productivas.
Mientras sigamos por debajo de la media comunitaria en inversiones en vivienda y urbanismo; en ense?anza y cultura; en sanidad, y con los gastos m¨¢s bajos en prestaciones sociales, pero con el mayor aumento del esfuerzo fiscal en los ¨²ltimos 10 a?os..., falta mucho a nuestra econom¨ªa para acercarnos a los niveles de los dem¨¢s socios comunitarios.
Desequilibrios b¨¢sicos
Por todo ello, se?or Solchaga, en la pr¨®xima reuni¨®n del ECOFIN no pida usted, a trav¨¦s de la aceleraci¨®n de la entrada en vigor de la segunda fase del Plan Delors, que se consagren definitivamente estas diferencias para Espa?a. Pida usted ayuda y tiempo para aplicar ya, sin demora m¨¢s que la mala pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno socialista, las medidas de saneamiento econ¨®mico que se requieren para corregir nuestros desequilibrios b¨¢sicos y quiz¨¢ me atrevo a afirmar que cuasiestructurales: inflaci¨®n y balanza de pagos por cuenta corriente.
Ponga usted en marcha las medidas de una aut¨¦nticamente europea pol¨ªtica fiscal; liberalice ya el sistema financiero y ayude a la mejora de la competitividad de nuestras empresas, abaratando los costes de producci¨®n: de Seguridad Social, financieros y fiscales. Reduzca el tama?o del sector p¨²blico, pero sin disminuir a¨²n m¨¢s la calidad de los servicios p¨²blicos...
Y mientras no se decidan a poner en pr¨¢ctica tales medidas, no jueguen ustedes a europeos: porque ni la crisis del golfo P¨¦rsico ha creado la situaci¨®n que he descrito en Espa?a, ni la moneda ¨²nica y el banco central europeo del Plan Delors, va a aportarnos ninguna soluci¨®n a todos estos problemas.
Nuestra colaboraci¨®n la tiene, pero la responsabilidad es exclusiva suya y de su Gobierno socialista, que despu¨¦s de ocho a?os no ha sabido lograr m¨¢s que un crecimiento econ¨®mico espectacular, pero ficiticio".
Y ahora a?ado: el triple salto mortal que supone el radical cambio en la postura de nuestro ministro de Econom¨ªa abre al menos hoy una puerta a la esperanza. Le reitero mi colaboraci¨®n, que es la de mi partido, porque ?hemos llegado a tiempo, se?or Solchaga.!
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