Signo de los tiempos
No desmereci¨® en nada el reparto que estuvo plenamente integrado en la visi¨®n global de Riccardo Muti. Si a alguien hay que destacar ¨¦sa es Carol Vaness en el papel de Electra. Su aria del tercer acto D'Oreste e D'Ajace, dicha con una fuerza y una convicci¨®n que recuerdan a la excelsa Schwarzkopf, arranc¨® uno de los pocos aplausos habidos en medio de la representaci¨®n. No menos fascinante result¨® la interpretaci¨®n de Tutto nel cor vi sento durante el segundo acto, pieza de grandeza intimista. Notable tambi¨¦n el Idomeneo de G?sta Winbergh, que tiene su mejor escena en Fuor dal mar, del segundo acto, centro de gravedad de toda la ¨®pera. Bien el resto: Delores Ziegler (ldamante), Patricia Schuman (llia, incierta al principio, m¨¢s segura al final, aunque su timbre no es exactamente mozartiano) y Bruno Lazzaretti (Arbace).Roberto de Simone es el director de escena preferido de Muti. Diplomado en piano y composici¨®n, su trabajo se caracteriza por un respeto sagrado a la partitura, a la m¨²sica. Acaso en exceso: por m¨¢s que se pretenda recrear la estaticidad de un friso hel¨¦nico, tampoco hay que pasarse en el empe?o de mantener plantados a los cantantes. En cualquier caso, la apuesta es muy dif¨ªcil: Idomeneo forma parte, hoy en d¨ªa, del repertorio del teatro irrepresentable. Si se opta por la ambientaci¨®n de la Grecia cl¨¢sica se cae en el kitsch. Si se elige la ambientaci¨®n del siglo XVIII, cuando Mozart escribi¨®, entonces resulta insoportablemente manida y el aburrimiento est¨¢ garantizado.
El ¨²nico incidente de la velada se produjo en el vest¨ªbulo, antes de empezar la representaci¨®n. Miembros de una liga contra la vivisecci¨®n consiguieron introducirse clandestinamente en el teatro y lanzar sobre un par de pieles de vis¨®n una italian¨ªsima salsa de tomate, salteada con despojos de pollo. Los culinarios contestatarios fueron arrestados, pero dejaron el testimonio de su mensaje en una pancarta: "?Cu¨¢ntos animales hab¨¦is matado para el lujo de una bestia?". En los setenta se hubiera atacado al contenido de la pelliza, s¨ªmbolo de las perversiones del capital. Hoy la protesta se dirige hacia el continente, en nombre de la ecolog¨ªa. Es el signo de los tiempos.
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