Una reflexi¨®n cr¨ªtica
Ante la fulminante destituci¨®n de Tom¨¢s Llorens, primer director del Centro de Arte Reina Sof¨ªa (CARS) y su sustituci¨®n por Mar¨ªa Corral, se impone una reflexi¨®n que trascienda la an¨¦cdota y apunte al problema de fondo: ?qu¨¦ va a ocurrir con el largamente frustrado proyecto de crear un museo estatal de arte contempor¨¢neo?, cuya ausencia o deficiente presencia nos pone ante la pat¨¦tica situaci¨®n de tener que asumir que el coleccionismo oficial espa?ol termina justo donde lo hace el Museo del Prado, o, lo que es lo mismo, que nuestro pa¨ªs, desde el punto de vista art¨ªstico, carece de presente y debe conformarse con exhibir la imagen de su pasado.Aunque es obvio que las cosas no estaban funcionando adecuadarnente en el Reina So fia -una costos¨ªsima y m¨¢s que dudosa remodelaci¨®n del edificio, su p¨¦simo funcionamiento, probablemente por carecer todav¨ªa de un m¨ªnimo dise?o organizativo eficaz, unas compra err¨¢ticas y, desiguales que pusieron en crisis un modelo de colecci¨®n permanente, el hundimiento de la pol¨ªtica oficial de exposiciones...-, ser¨ªa injusto y absurdo cargarle con todas las culpas a Llorens, cuya dign¨ªsima trayectoria intelectual y profesional es de sobra conocida.
No convirtamos pues a Llorens en el chivo expiatorio de una desdichada situaci¨®n en la que se implicaron de lleno la Direcci¨®n General de Bellas Artes y otras instancias del Ministerio de Cultura. Es cierto que su nombramiento fue una herencia del anterior titular pero los casi dos a?os que ha durado en el cargo hacen imposible aislar en ¨¦l s¨®lo la respon sabilidad del presente fiasco.
El mal de fondo
Pero no se crea que con estos considerandos trato simplemente de convertirme en un insidioso fiscal oportunista dispuesto a 2pedir sangre" indiscriminadamente, sino a se?alar el mal de fondo: la inexistencia o la mala orientaci¨®n de la pol¨ªtica oficial seguida a este respecto. Y, precisamente para no convertir est cr¨ªtica en una cuesti¨®n personal y a¨²n menos cifrar los posibles errores en este ¨²ltimo periodo de gesti¨®n, creo que es bueno hacer un poco de memoria hist¨®rica del CARS, que se inaugur¨® por primera vez en mayo de 1986 pero no sin antes haber pasado los casi cuatro a?os previos hasta esa fecha, curiosamente coincidente con las elecciones generales, en estado de hibernaci¨®n.
De hecho, fue Soledad Becerril, a la saz¨®n ministra de Cultura con el Gobierno de UCD presidido por Leopoldo Calvo Sotelo, la que encarg¨®, en 1981 al arquitecto Antonio Fern¨¢ndez Alba, la restauraci¨®n del antiguo Hospital General de Atocha, con vistas a una posterior reutilizaci¨®n de naturaleza cultural. Este expediente fue continuado con los socialistas en el poder, que, no obstante, permanecieron indecisos, un vez que se adecent¨® el edificio respecto a su posible uso, motivando que un conjunto de relevantes intelectuales y artistas de nuestro pa¨ªs firmasen un manifiesto en el que reclamaban que se respetase la integridad del edificio hist¨®rico y se le convirtiese en la sede del Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo (MEAC) y del Museo de Reproducciones Art¨ªticas.
Debe recordarse tambi¨¦n que, mientras se suger¨ªa esta funci¨®n para el antiguo Hospital General, se suced¨ªan los esc¨¢ndalos en el MEAC de la Ciudad Universitaria, el cual, como tal edificio, independientemente de su falta de recursos y deficiente gesti¨®n, ten¨ªa grav¨ªsimos problemas estructurales para desempe?ar adecuadamente la funci¨®n encomendada. Desgraciadamente, ni estos esc¨¢ndalos del MEAC ni el manifiesto antes citado surtieron los esperados efectos inmediatos, y el asunto qued¨® congelado hasta la inminencia electoral, que desencaden¨® una s¨²bita furia para lograr inaugurar, antes de esta comprometida fecha de las elecciones generales de 1986, lo que entonces se llam¨® Centro de Arte Reina Sof¨ªa. Ni que decir tiene que esta inauguraci¨®n se realiz¨® sin nombrar director, ni delimitar con claridad los fines de la nueva instituci¨®n.
Sin ninguna de estas cosas elementales, el CARS comenz¨®, no obstante, su incierta andadura, lav¨¢ndose al menos la cara mediante una sucesi¨®n de brillantes exposiciones temporales de arte de vanguardia, que obtuvieron un gran ¨¦xito de p¨²blico. Pues bien, a pesar de ello, hubo que esperar otros dos a?os y medio m¨¢s para que se nombrase a Llorens como primer director del CARS, y hasta pr¨¢cticamente ahora mismo, para que volviese a reinaugurarse, no sin visos de precipitaci¨®n y un profundo revuelo de fondo, que finalmente se ha manifestado como abierta crisis.
A pesar del tiempo y los recursos perdidos, esta crisis puede y debe ser la catarsis que enderece definitivamente una situaci¨®n sobre la que hasta este momento ha planeado la imprevisi¨®n, la frivolidad y la falta de criterio.
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