Novelar despu¨¦s de vivir
Debate sobre la obra de Pen¨¦lope Fitzgerald en la Universidad de Alcal¨¢
"Yo no s¨¦ muy bien cu¨¢ndo escribo", dice Pen¨¦lope Fitzgerald en la tarde de Alcal¨¢ de Henares. Antes ha dicho que tampoco sabe -y se lo han preguntado mucho- por que una se?ora espera a los 59 afios para ponerse a novelar, por cierto que con notable ¨¦xito: a sus 73 a?os, ha sido finalista cuatro veces del Booker Prize, el premio de mayor prestigio en el Reino Unido (a una obra publicada), y ha ganado una. Pero no hay que dejarse enga?ar por esas negaciones, pues esta mujer t¨ªmida es, cuando habla y cuando escribe, de las que desvelan lo que saben como si no tuviera importancia.
Todas las novelas de esta se?ora discreta son autobiogr¨¢ficas. Es m¨¢s: no cree que sea posible escribir otra cosa que autoblograf¨ªa. Lo que, una vez conocidas sus tramas distantes, no deja de sorprender: 0 sea que esta se?ora ha vivido una novela de misterio en un museo (The golden child, El chico dorado) y ha residido en una barcaza del Tamesis, que termin¨® naufragando (Off-shore, Fuera de borda, premio Booker Prize). En realidad Grace, el barco al que dedica el libro, no se hundi¨® del todo porque el lecho del r¨ªo es convexo, explica. Pen¨¦lope Fitzgerald ha participado este fin de semana en un encuentro sobre su obra organizado por la Universidad de Alcal¨¢ y el British Council.Tambi¨¦n ha regentado con hero¨ªsmo una librer¨ªa literaria en provincias (The bookshop, La librier¨ªa), inspirada en una experiencia al final de la cual se sent¨ªa expulsada de la ciudad por esa irirnensa mayor¨ªa que prefer¨ªa la televisi¨®n.
Ha participado en las emisiones de la BBC durante la guerra (Human voices, Voces humanas), ha intentado ense?¨¢r algo a esos "extra?os seres" q'ue son los alumnos de una escuela de teatro (At Fredd¨ªe`s, Donde Freddie), y se ha documentado extraordinariamente para reproducir el famoso debate del cuerpo y el esp¨ªritu -que no pueden vivir el uno sin el otro- en el Cambridge de comienzos de siglo (The gate of angels, La puerta de los ¨¢ngeles, cuyo t¨ªtulo modificado por el editor iba a ser Los errores de los cient¨ªficos). Aqu¨ª es donde el lector espa?ol se entera que el Papa Luna es el origen de uno de los m¨¢s rancios colleges de Cambridge.
Hija de Evoe
Despu¨¦s de The goldien child, noveta de misterio que Fitzgerald escribi¨® para distraer a su marido enfermo, Fitzgerald escribi¨® dos biograf¨ªas. La del pintor Edward Burne-Jones y la de Los he,manos Knox, notable familia de intelectuales que adem¨¢s resulta que es la suya: Uno de los hermanos, Evoe, el editor de la revista Punch, era su padre.De ah¨ª, y de su experiencia en la BBC durante la guerra, con el encarcelamiento de su hermano en Jap¨®n y la movilizaci¨®n de los suyos, le viene una idea del periodismo m¨¢s bien dura. Se acuerda de la semanal tensi¨®n de su padre para escribir obligatoriamente con ingenio y humor cada siete d¨ªas. "La gente dice ahora que se divirti¨® durante la guerra. Para m¨ª fue un tiempo incacabable". Luego vinieron los ni?os. "Siempre hay muchos ni?os tras las guerras. Es como si fuese algo biol¨®gico".
"Lo que cambia de la biograf¨ªa a la ficci¨®n es la actitud ante la verdad", dice, aunque en su caso la frontera es sutil vista la experiencia vivida que arma sus novelas. A su juicio, la novela contempor¨¢nea oscila entre el apego a la historia y la fantas¨ªa m¨¢s extrema. Dentro de un orden, sin embargo, pues "los editores quieren vender sus libros". Vista desde hoy, Silvia Beach, la visionaria librera de Par¨ªs que se atrevi¨® a publicar Ulises, de Joyce, fue "una heroina".
Parpadeos
"No creo que debieran permitir el tr¨¢fico en esta plaza", comenta t¨ªmida y firmemente cuando entrevistada y cronista se ven obligados a cambiar el hotel por un despacho de la universidad en busca de un lugar silencioso, y atraviesan la armoniosa plaza de don Diego, perturbada por el tr¨¢fico del atardecer.Es, en efecto, ese tipo de persona que parpadea en cadaflash del fot¨®grafo y s¨®lo parece que se encuentra a gusto cuando escucha. Lo que m¨¢s llama la atenc¨ª¨®n de los cr¨ªticos es su don para la concisi¨®n, la exactitud, para decir mucho con pocas palabras pese a una aparente fluidez, y para elegir entre las citas, en sus biografias, las m¨¢s reveladoras. Como casi todos los buenos novelistas brit¨¢nicos, ha sido adem¨¢s tocada por el dios del humor, en su caso extremadamente sutil. "Debo de ser la ¨²nica autora en el mundo que a¨²n escribe con tinta", dice Pen¨¦lope Fitzgerald. As¨ª se reparte su tiempo, en Londres: leyendo a los cl¨¢sicos -"?un cl¨¢sico?, Joyce, por ejem-' plo"-, o escribiendo. Lo hace sobre la mesa de la cocina. "No s¨¦ cu¨¢ndo", dice. Desde luego no por la tarde..."
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.