El Mercado Com¨²n del Sur
El autor aprovecha la firma, ma?ana d¨ªa 26 en Asunci¨®n, del tratado por el que se crea el Mercado Com¨²n del Sur entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay para hacer una serie de consideraciones sobre los movimientos de integraci¨®n econ¨®mica en Am¨¦rica Latina en relaci¨®n al momento por el que atraviesan los pa¨ªses de la zona y para analizar las posibilidades de integraci¨®n del nuevo tratado.
Cuando los redactores del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio establecieron que se podr¨ªan establecer zonas de libre comercio y uniones aduaneras entre sus pa¨ªses partes contratantes. La idea pareci¨® simple teor¨ªa basada en las experiencias del Zollverein alem¨¢n o de la Uni¨®n Italiana de finales del siglo XIX.Al cabo de pocos a?os, sin embargo, el sistema econ¨®mico internacional comenz¨® a entrar en una especie de frenes¨ª de creaci¨®n de integraciones econ¨®micas entre Estados independientes geogr¨¢ficamente pr¨®ximos.
Am¨¦rica Latina no escap¨® ciertamente a esta moda y con el tiempo se fueron configurando una serie de organismos de integraci¨®n econ¨®mica regional que a trancas y barrancas y con muchas vicisitudes han venido connotando el panorama econ¨®mico latinoamericano: el Mercado Com¨²n Centroamericano, la Asociaci¨®n Latinoamericana de Libre Comercio transformada luego en Asociaci¨®n Latinoamericana de Integraci¨®n, el Grupo Andino y la Zona de Libre Comercio del Caribe transformada luego en Comunidad Econ¨®mica del Caribe son los ejemplos bien conocidos de todo este movimiento asociativo continental.
El ¨¦xito de estos movimientos integradores continentales no es comparable con el que han obtenido sus hom¨®logos europeos, sea la CE; sea la Asociaci¨®n Europea de Libre Comercio.
Causas tan dispares como la guerra Honduras-El Salvador, que sumi¨® al Mercado Com¨²n Centroamericano en una crisis de la que s¨®lo ahora parece empezar a remontar tras el proceso de paz centroamericano y el apoyo de la CE para la creaci¨®n del Sistema Centroamericano de Pagos; el golpe de Estado contra Allende, que llev¨® a repensar sin demasiado ¨¦xito el esquema de integraci¨®n que se hab¨ªa creado con el Grupo Andino; las disparidades de criterios aduaneros, que hicieron inviable avanzar para el perfeccionamiento de la Asociaci¨®n Latinoamericana de Integraci¨®n, etc¨¦tera, han hecho que las integraciones latinoamericanas avanzaran poco.
Desarmes arancelarios
La situaci¨®n econ¨®mica por la que han atravesado y atraviesan los pa¨ªses latinoamericanos tampoco ha sido el caldo de cultivo m¨¢s propicio para que hubiera desarmes arancelarios que no tropezaran con los intereses de amplios sectores acostumbrados al proteccionismo de las polic¨ªas de sustituci¨®n de importaciones y que no propiciaran temores sobre deterioros adicionales de las balanzas de pagos de los pa¨ªses en cada caso integrados en la respectiva uni¨®n econ¨®mica regional.
Los problemas de la deuda externa, el escaso comercio rec¨ªproco efectuado por unos pa¨ªses cuyos intercambios m¨¢s importantes no se hacen entre ellos, sino con Estados Unidos, con la CE y con Jap¨®n, y, a¨²n, el sesgo nacionalista de las pol¨ªticas econ¨®micas practicadas por la mayor¨ªa de las dictaduras que durante unos a?os han caracterizado el panorama pol¨ªtico latinoamericano no eran, tampoco, factores que ayudaran a ning¨²n tipo de cesi¨®n de competencias econ¨®micas y de soberan¨ªa desde las capitales de los pa¨ªses integrados a la secretar¨ªa de los respectivos esquemas de integraci¨®n econ¨®mica regional.
Pero la vuelta a la democracia de la mayor¨ªa de los pa¨ªses que durante unos a?os vivieron en dictadura ha dado nuevos alientos a la cooperaci¨®n econ¨®mica regional, y tanto Estados Unidos como la Comunidad Europea est¨¢n alentando este proceso desde el firme convencimiento de que la mayor¨ªa de los Estados latinoamericanos tienen una dimensi¨®n econ¨®mica insuficiente si no se agrupan con otros en alg¨²n tipo de esquema de integraci¨®n.
Sin citar el caso en que se ve envuelto M¨¦xico al irse perfilando su pr¨®xima participaci¨®n en el ?rea de Libre Comercio con Estados Unidos y Canad¨¢, y sin concreci¨®n aduanera, a¨²n, la creaci¨®n de la zona de libre comercio continental que debe suponer la Iniciativa Bush para las Am¨¦ricas (con su complemento de deuda externa e inversiones privadas), el ejemplo m¨¢s claro de este renovado aliento es el Tratado de Asunci¨®n, de 26 de marzo de 1991, por el que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay establecen el Mercado Com¨²n del Sur (Mercosur).
El tratado -breve en cuanto a su n¨²mero de art¨ªculos- es ambicioso respecto a su objetivo de alcanzar la libre circulaci¨®n de bienes, servicios y factores productivos en el ¨¢rea regional -sin grav¨¢menes y restricciones no arancelarias- en un periodo de transici¨®n que culminar¨¢ el 31 de diciembre de 1994 y en cuanto a establecer dos ¨®rganos de integraci¨®n (el Consejo de Mercado Com¨²n y el Grupo Mercado Com¨²n, que contar¨¢ con una Secretar¨ªa Administrativa con sede en Montevideo), as¨ª como en su empe?o en consolidar un gran espacio econ¨®mico y en lograr la adecuada inserci¨®n internacional de sus Estados miembros, respaldada en la creaci¨®n, por cierto, de un Arancel Externo Com¨²n.
Est¨¢ ya hoy muy claro que el horizonte para que el Mercado Com¨²n del Sur consiga despejar sus inc¨®gnitas no es f¨¢cil. La situaci¨®n econ¨®mica (paro, productividad, comercio rec¨ªproco y complementariedad econ¨®mica, situaci¨®n de las balanzas de pago, etc¨¦tera) y financiera (diferentes ritmos de inflaci¨®n, estabilidad de tipos de cambio, endeudamiento externo, etc¨¦tera) es distinta en los cuatro Estados, y, por si ello fuera poco, existe una notable asimetr¨ªa entre el peso econ¨®mico de los cuatro Estados (Argentina, 32 millones de habitantes y trig¨¦simo pa¨ªs del mundo en cuanto a dimensi¨®n de su PIB; Brasil, 145 millones y d¨¦cimo pa¨ªs; Paraguay, 4 millones y cent¨¦simo pa¨ªs, y Uruguay, 3 millones y octog¨¦simo pa¨ªs). El propio proyecto de dolarizaci¨®n de la econom¨ªa argentina propuesto por Menem es un factor m¨¢s de divergencia.
Viejos temores
A pesar de todo ello, hay una voluntad pol¨ªtica decidida que ha permitido superar viejos temores y avanzar por una l¨ªnea de esperanza integradora. Es cierto que los cuatro Estados integrados no hacen cesi¨®n de soberan¨ªa a favor de los ¨®rganos comunes del Mercosur al establecerse que todas las decisiones deben adoptarse por consenso y no por simple mayor¨ªa, y es cierto que habr¨¢, a¨²n, que esperar el plazo de 60 d¨ªas que el Tratado de Asunci¨®n establece para que el Grupo Mercado Com¨²n (que es el ¨®rgano ejecutivo del Mercado Com¨²n y que es coordinado por los ministerios de Relaciones Exteriores de los Estados miembros) establezca su Reglamento Interno para ver hasta d¨®nde se alcanza en el camino de la integraci¨®n real; pero todos los indicios pol¨ªticos muestran que los Estados miembros tienen un aut¨¦ntico deseo de que este Mercado Com¨²n del Sur que ahora se crea haga olvidar las viejas frustraciones de la integraci¨®n econ¨®mica latinoamericana que siempre qued¨® muy lejos de los objetivos inicialmente planteados.
Hay que confiar en que, con este esp¨ªritu, el nuevo Mercosur se dote lo antes posible de los engranajes jur¨ªdicos, institucionales y presupuestarios para que sus objetivos se alcancen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.