Punto de referencia simb¨®lico
El pa¨ªs del Tirant lo Blanc, la obra de la que en noviembre se cumplieron 500 a?os, es el Pa¨ªs Valenciano, Catalu?a y Mallorca, dice el autor, una sociedad con carencias que los pa¨ªses "normales" de Europa no tienen. La obra debe servir para llenar parte de los agujeros negros en la memoria de dicha sociedad.
El mes de noviembre pasado los valencianos, desde la Generalitat hasta las escuelas, gente de libros y mucha gente de la calle, celebramos nuestro 20-N particular: el d¨ªa en que hac¨ªa 500 a?os de la primera edici¨®n de Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell, en 1490. No era cosa s¨®lo de los valencianos, por supuesto: en Barcelona, Lleida, Perpiny¨¢ o Mallorca, la fiesta y la conmemoraci¨®n ten¨ªan el mismo valor y s¨ªgnificado. La cosa, la conmemoraci¨®n, pod¨ªa haberse quedado all¨ª: en la celebraci¨®n m¨¢s o menos sonada del V Centenario de una importante obra literaria; ocasi¨®n para recordarla, reeditarla, estudiarla o glosarla, y quiz¨¢s tambi¨¦n leerla. Un libro, por importante que sea -y el Tirant lo es-, en principio no da para mucho m¨¢s, como objeto de celebraci¨®n.Esta clase de conmemoraci¨®n existi¨®, evidentemente, en aquellos d¨ªas de noviembre, y continuar¨¢ todav¨ªa hasta el mes de noviembre pr¨®ximo. Con las iniciativas y patrocinios correspondientes de la Generalitat Valenciana o de la Generalitat de Catalu?a, y con la participaci¨®n y apoyo de diputaciones, ayuntamientos y otras instituciones: la reuni¨®n de una docena de traductores del Tirant organizada por Acci¨® Cultural del Pa¨ªs Valencl¨¢ y el editor Eliseu Climent, las nuevas ediciones promovidas por organismos p¨²blicos y cajas de ahorro, la edici¨®n especial del Ayuntamiento de Gand¨ªa, el gran protagonista del a?o, que ser¨¢ publicada tambi¨¦n en fasc¨ªculos por un semanario de Valencia, proyectos del Tirant en televisi¨®n, del Tirant en cine o del Tirant en c¨®mics. En fin, todo lo que corresponde a la conmemo raci¨®n sin olvidar las p¨¢ginas es peciales que la prensa valenciana y catalana (y tambi¨¦n EL PA?S) le dedic¨® en su momento. Hasta aqu¨ª, una celebraci¨®n normal, y parece que digna y suficiente. La celebraci¨®n que cualquier pa¨ªs europeo hubiera hecho de una obra capital de su literatura.
Ir m¨¢s all¨¢
Por tanto, si se pretende -y s¨ª que se prentende- que la conmemoraci¨®n del Tirant no se quede en eso, si muchos pretendemos que vaya bastante m¨¢s all¨¢, es porque el pa¨ªs del Tirant no es un pa¨ªs europeo cualquiera. El pa¨ªs del Tirant (que es el Pa¨ªs Valenciano, y es Catalu?a y es Mallorca), es un pa¨ªs con d¨¦ficits y carencias que los pa¨ªses "normales" de Europa no tienen ni han tenido, o si los tuvieron ya los han podido llenar y superar. Este es un pa¨ªs -una sociedad- lleno todav¨ªa de enormes agujeros negros en la memoria colectiva, de espacios en blanco y sin marcar en el mapa de la conciencia com¨²n. Falto y necesitado, todav¨ªa, de muchos de los pilares simb¨®licos, de la trama de referencias, que sostienen y enmarcan el funcionamiento normal de otros pa¨ªses, pueblos y culturas.Franceses o ingleses, alemanes o italianos, checos, polacos, h¨²ngaros, espa?oles, o castellano-espa?oles para ser m¨¢s exactos, han tenido en los poderes p¨²blicos el soporte principal para la construcci¨®n de este entramado simb¨®lico y referencial. Una construcci¨®n hecha a base de grandes nombres, fechas, hechos, obras o libros, que se convierten (desde las escuelas, los monumentos o los nombres de las calles) en hitos fijos y puntos de referencia de un espacio simb¨®lico com¨²n. Precisamente en la definici¨®n de este espacio simb¨®licoja literatura y sus grandes nombres, libros, autores o personajes, ha jugado un papel de primer orden. No es casual y sin motivo que en Francia (incluidas colonias) no haya villa o ciudad que no est¨¦ llena de liceos, plazas y calles dedicadas a V¨ªctor Hugo, Racine, Moli¨¦re o Zola. Ni que los organismos de proyecci¨®n exterior de llamen Goethe Institut, Instituto Leopardi... o Instituto Cervantes. O que en el centro de la Plaza de Espa?a de la capital de Espa?a haya un gran monumento dedicado no a un rey, militar o pol¨ªtico, sino al Quijote y a su autor.
Aqu¨ª, en el pa¨ªs del Tirant, no hemos tenido nada de eso. 0 tan poco, sobre todo en el Pa¨ªs Valenciano, -que ni se ve ni se nota. Hemos tenido, eso s¨ª, una "educaci¨®n nacional" seg¨²n la cual, una generaci¨®n tras otra desde hace al menos siglo y medio, no hab¨ªa m¨¢s que una historia, una lengua y una literatura. Que no eran precisamente las propias del pa¨ªs, pero que se obligaba a asumir como propias. "Nuestra" lengua empezaba con San Mill¨¢n de la Cogolla y el M¨ªo Cid, y "nuestros" cl¨¢sicos eran Lope, Quevedo o Cervantes. Las literaturas no castellanas, en los libros de texto, ocupaban unas pocas l¨ªneas en letra peque?a, generalmente ignorada: Llull, Muntaner, A. Marc o Martorell, eran un simple a?adido prescindible.Lo propio -lengua, literatura, autores, obras-, o era marginal o ni siquiera exist¨ªa. Ni cl¨¢sicos, ni s¨ªmbolos ni nombres de nada.
Por eso, para llenar tanto vac¨ªo, tanta alienaci¨®n, tanta aniquilaci¨®n de la conciencia, en este a?o del Tirant es tan necesario hacer con uno de nuestros grandes nombres algo, aunque s¨®lo sea la mitad o la cuarta parte, de lo que los dem¨¢s han hecho con los suyos. Quiz¨¢ el Tirant lo Blanc nunca llegue a ser del todo nuestro Quijote, nuestro Hamlet o nuestra Divina Comedia, ni Martorell nuestro Cervantes, Shakespeare o Dante. Pero han de ser algo parecido. Han de cumplir una doble funci¨®n: ser s¨ªmbolo y estandarte de nuestra literatura hacia el exterior (y al Tirant le sobran m¨¦ritos para conseguirlo, aunque le falte el apoyo de dos o tres ministerios), y ser punto central de referencia hacia el interior. Ha de ser, como un Quijote nuestro, figura aleg¨®rica, libro de cabecera, familiar, popular, ¨ªntimo y p¨²blico. En eso, que es mucho m¨¢s que un V Centenario, estamos empe?ados muchos en este pa¨ªs o pa¨ªses: ayuntamientos, entidades c¨ªvicas y culturales, y centenares de comisiones organ izadas en pueblos ,y ciudades. Hacia afuera, tenemos el apoyo de la UNESCO; del Consejo de Europa y de grandes casas editoriales. Hacia adentro, es trabajo nuestro y lo estamos haciendo ya. A otros no les hace falta: lo tienen hecho desde mucho tiempo atr¨¢s.
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