Baj¨® la carne de toro
Galache / S¨¢nchez Puerto, Campuzano, Vi?a
Un toro -2?- de Francisco Galache (uno fue rechazado en el reconocimiento y cuatro devueltos al corral, por inv¨¢lidos), terciado, inv¨¢lido y encastado; 5? de Ortigao Costa, terciado, bravuc¨®n, noble. Sobreros, todos con gran trap¨ªo: 1? de R¨ªo Grande, flojo y top¨®n; 3? de Puerto de San Lorenzo, manso en varas y con casta; dos de Diego Garrido, 4? bravo en varas y acab¨® manseando, 6? manso y desarroll¨® sentido. S¨¢nchez Puerto: pinchazo y estocada (aplausos y tambi¨¦n algunos pitos cuando sale al tercio); dos pinchazos, estocada atravesada que asoma y descabello (silencio). Tom¨¢s Campuzano: estocada delantera (divisi¨®n); dos pinchazos bajos, bajonazo descarado y dos descabellos (pitos). Rafi de la Vi?a: pinchazo y estocada corta baja (divisi¨®n y tambi¨¦n protestas cuando saluda); estocada corta escandalosamente baja (silencio).
El banderillero Jos¨¦ Manuel Capilla fue asistido en la enfermer¨ªa de lesiones de pron¨®stico reservado.
El presidente, Luis Espadas, fue ovacionado repetidas veces por su decisi¨®n de devolver cuatro toros inv¨¢lidos al corral.
Plaza de Las Ventas, 19 de mayo. 10? corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
Buena noticia para los consumidores: ?Baj¨® la carne! Baj¨® la carne de toro bravo, que para estofado est¨¢ riqu¨ªsima. Inesperadamente, se duplic¨® en Madrid el abastecimiento de la carne de toro y es el momento de comprarla y guardarla en el congelador, para cuando sea menester. Estaba previsto surtir los mercados madrile?os con seis toros terciados y lo que lleg¨® fueron 10, de ellos cuatro bien hermosos, uno de los cuales pudo romper la b¨¢scula, pues pesaba 627 kilos, el pedazo toro. De los 10, seis se lidiaron y cuatro murieron a mano de matarife en los corrales, a donde los envi¨® sin contemplaciones el presidente de la corrida, que era el comisario Luis Espadas -ayer, para la afici¨®n en general, don Luis, y para la afici¨®n conspicua, excelent¨ªsimo se?or don Luis- por las graves culpas de estar inv¨¢lidos.Merced a la decisi¨®n del comisario Espadas, don Luis, no hubo esc¨¢ndalo alguno en la plaza. Hay otro presidente en el palco comport¨¢ndose como se suelen comportar casi todos los presidentes en el palco cuando salen toros inv¨¢lidos y el p¨²blico protesta -es decir, haci¨¦ndose los sordos; ll¨¢manlos, tambi¨¦n, suecos- y esa plaza, tan hist¨®rica, tan neomud¨¦jar, la queman. Las decisiones de don Luis Espadas, en cambio, r¨¢pidas y expeditivas, provocaron la adhesi¨®n de los aficionados, -que le aplaudieron con mucha fe y contento. Estaban deseosos los aficionados de demostrar a los presidentes que no les tienen man¨ªa. Estaban deseosos de demostrar que no son anarquistas, ni van a los toros para asumir un protagonismo que ni les corresponde, ni quieren tampoco. Pero, claro, alguien tiene que defender la fiesta. Y si el presidente se hace el sordo 0 el sueco cuando aparece el toro y resulta que es vaco, alguien tiene que decir "por aqu¨ª no pasamos" y exigir el toro ¨ªntegro. Y si luego determinados toreros no se atreven con ese toro, pues ya vendr¨¢n otros m¨¢s cabales, que abundan y s¨®lo necesitan una oportunidad.
Un aficionado pidi¨® a voces una nueva oportunidad para S¨¢nchez Puerto, que porfiaba con sus dos toros busc¨¢ndoles las vueltas, mudando terrenos, aplicando distintas suertes, y no pudo redondear faenas, ya que uno embest¨ªa con la cara alta, el otro se escapaba hacia las tablas. L¨¢stima de torero, con tan malos toros. Hubo otros buen¨ªsimos, que le correspondieron a Tom¨¢s Campuzano, pero este coletudo no acert¨® a embarcar las boyantes embestidas, e incluso se vio desbordado por el quinto, que era terciado y pastue?o. Rafi de la Vi?a tuvo un toro de casta que se entregaba cuando le consent¨ªa y templaba, y le quer¨ªa desbaratar la ingle cuando no. El sexto, un entrepelao escurrido y veleto de a?eja estampa, parec¨ªa sacado de una l¨¢mina impresa en color sepia donde s¨®lo faltaban Reverte o Bonarillo intentando darle fiesta. O quiz¨¢ estaban, reencarnados en Rafi de la Vi?a, que tambi¨¦n quer¨ªa d¨¢rsela, pero el toro a?ejo desarrollaba sentido y no se dej¨®.
Otras escenas de toreo antiguo hubo en el ruedo. La m¨¢s aut¨¦ntica, el quite sensacional de Joselito Calder¨®n al banderillero Jos¨¦ Manuel Capilla, libr¨¢ndole de una cornada segura. La m¨¢s bella, un espl¨¦ndido par de banderillas de Montoli¨². La m¨¢s entra?able, el gran Florito, maestro de cabestreros, conduciendo toros al corral a punta de chaquetilla. Cuatro se llev¨® as¨ª. Cuatro que morir¨ªan a mano de matarife en la oscuridad de los corrales y luego ser¨ªan trasladados al desolladero, donde los carniceros no daban abasto a pelar y cortar. Llega el se?or Espadas a devolver otro, y lo tienen que descuartizar en la Avenida de los Toreros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.