La ratita
N¨²?ez / V¨¢zquez, Caballero, Gonz¨¢lez
Novillos de Carlos N¨²?ez (uno, devuelto por inv¨¢lido), en general chicos el 5?, impresentable , inv¨¢lidos y pastue?os. 2?, sobrero de Alcurruc¨¦n, manso y boyante. Javier V¨¢zquez: estocada saliendo trompicado (aplausos y tambi¨¦n algunos pitos cuando sale al tercio), estocada atravesada y estocada (vuelta protestada). Manuel Caballero: pinchazo hondo bajo, rueda de peones y descabello (silencio); estocada trasera ca¨ªda (ovaci¨®n). Cristo Gonz¨¢lez: pinchazo, estocada traser¨ªsima ca¨ªda y dos descabellos (silencio); dos pinchazos y media trasera atravesada (silencio). Plaza de Las Ventas, 20 de mayo. 11? corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
La ratita. Se ve¨ªa venir la ratita. Ten¨ªa que salir la ratita. Y la ratita sali¨®. Cuatro cornudillos le precedieron, cuatro cornudillos inocentes, pregoneros de lo que habr¨ªa de venir: la ratita. La sa caron al arenoso redondel para disfrute de un novillero (le muchos contratos y muchas puertas grandes, que se llama Manuel Caballero, y es cierto que la disfrut¨®: le dio pases mil.La ratita... Naturalmente, se dice en sentido figurado, pues uno se fijaba y aquel animalito de Dios no parec¨ªa roedor. Aunque rumiante no parec¨ªa tampoco. ?Qu¨¦ ser¨ªa la ratita? No es pecado capital decir estas cosas en sentido figurado porque todo iene un sentido figurado en la fiesta y cualquier elemento de la lidia, cualquier pasaje del toreo, se prestan a la hip¨¦rbole, cuando no es a la s¨ªstole y a la di¨¢stole. Sin ir m¨¢s lejos, un aficionado le grit¨® al presidente desde la andanada el surrealista consejo de que escribiera un libro.
Hab¨ªa un afectuoso di¨¢logo entre los aficionados de ambas medias plazas, y se preguntaban por la familia. "Tu padre", le mencionaba un aficionado del tendido cinco a otro del siete. Y respond¨ªa el del siete: "El tuyo, que es m¨¢s zurullo". Los aficionados son de una cortes¨ªa versallesca y jam¨¢s dejan pregunta sin responder.
Pudo advertirse que media plaza no estaba conforme con la ratita ni con lo que le precedi¨®, y la otra media s¨ª. Media plaza no quer¨ªa ver toreo si faltaban toros, mientras a la otra media le tra¨ªan sin cuidado los toros con tal de que hubiera toreo. En esta ¨²ltima mitad se encontraba el presidente, y como se llama el se?or Valderas, la facci¨®n opuesta, que es virtuosa de la rima, aprovechaba para gritarle "?Valderas, que no te enteras!". Eso le estuvo gritando toda la tarde, salvo la ocasi¨®n aquella en que el aficionado de la andanada le sugiri¨® que escribiera un libro, donde habr¨ªa de explicar c¨®mo pod¨ªa mantener en el ruedo animalitos inocentes rodando por la arena, sin que se le encendiera la faz de arrebol.
Una larga afarolada
Con la ratita -animalito de Dios-, con los cornudillos que le precedieron y con otro mejor comido que le sigui¨® pero inv¨¢lido total, los tres novilleros hicieron el toreo. A veces. Javier V¨¢zquez lo hizo precioso con el capote. Dio una larga cambiada a porta gayola, veronique¨® por lo fino, ci?¨® chicuelinas y gaorieras en sendos quites e intercal¨® de improviso una airosa larga afarolada. Ni siquiera la afici¨®n m¨¢s veterana recordaba ese lance, que interpretaban los antiguos maestros, y fue un grato reencuentro con la tauromaquia cl¨¢sica. Las banderillas, m¨¢s hubiera valido que no las cogiera, pues ah¨ª es torero vulgar. Y con la muleta tuvo intervenciones contradictorias: al boyante novillo que abri¨® plaza le tore¨® desacompasado -la mano iba a un ritmo, el giro de cintura a otro, el novillo a su aire- mientras al quedado cuarto le porfi¨® decidido y sac¨® algunos muletazos muy toreros. Ambas faenas las inici¨® con emocionantes pedresinas y las concluy¨® medianamente con el acero.
Cristo Gonz¨¢lez tuvo toros inv¨¢lidos, uno pastue?ito, con el que se amanoletaba -sin mucho exito, por cierto-, y otro cuya invalidez le imped¨ªa embestir, con lo cual frustr¨® los indudables buenos prop¨®sitos de Cristo Gonz¨¢lez. El sobrero, en cambio, embisti¨® con largura y encastada nobleza. Toro de faen¨®n, Manuel Caballero le aplic¨®, sin embargo, faenita superficial y corretoncilla, en la que no lig¨® ni un solo pase. Naturalmente, se reservaba para la ratita. Y al aparecer la ratita, chiquitina, veletilla y cojitranca, dijo esta es la m¨ªa, y fue, y le dio pases mil. Pero como si se operaba. Cuando termin¨®, media plaza se preguntaba por la familia y la otra media dorm¨ªa a pierna suelta, tan feliz.
Babelia
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