"Escritura y sexo son los ¨²ltimos espacios de libertad"
A Edward Lim¨®nov se le ha llamado el disidente de los disidentes" y tambi¨¦n "el Jean Genet sovi¨¦tico". Y eso porque este escritor, medio ruso, medio ucranio, de 47 a?os, nunca ha querido desempe?ar el papel del fugitivo del Este boquiabierto ante las maravillas del mundo libre. Residente desde hace 17 a?os en Occidente -en Nueva York y ahora en Par¨ªs-, Lim¨®nov ha criticado y critica con la misma ferocidad ambos lados del desaparecido tel¨®n de acero. Ediciones del Oriente y del Mediterr¨¢neo acaba de publicar Historia de un servidor, primero de sus 12 libros traducido al castellano, en el que cuenta su experiencia como mayordomo de un millonario neoyorquino.
JAVIER VALENZUELA, La entrevista ha terminado, y Lim¨®nov saca del cochambroso frigor¨ªfico una botella de vino blanco y se apresta a liquidarla de una sola tacada en uni¨®n de los periodistas. Vive el escritor en un viejo edificlo de la Rue de Turenne, en el abigarrado tercer distrito de Par¨ªs. Su min¨²sculo apartamento est¨¢ decorado con carteles sovi¨¦ticos que animan a las masas a producir m¨¢s gas o exaltan al fundador del KGB.En un rinc¨®n, cubierta con una bandera norteamericana, reposa una vieja Olivetti con caracteres cir¨ªlicos. Es una m¨¢quina de escribir robada en la Unesco, pero, con grandes risas, Lim¨®nov se apresura a sefialar que ¨¦l no fue el autor de la fechor¨ªa.
Es una precisi¨®n que no est¨¢ de m¨¢s, porque este hombre, de pelo gris cortado a cepillo y ojos grises tras gruesas gafas de miope, ha reconocido en sus libros haber sido un peque?o delincuente en un periodo de su juventud en la URSS, y tambi¨¦n haber frecuentado, durante su estancia en Nueva York, los bajos fondos del alcohol, la droga y la prostituci¨®n homosexual.
"No me atrevo a llamarme un intelectual", dice Lim¨®nov, un escritor cuya obra es considerada por la cr¨ªtica francesa como uno de los mayores ejemplos de furor, procacidad y humor negro de nuestro tiempo. "Yo", a?ade, "soy un aventurero cultural, que se identifica con esa mayor¨ªa de la poblaci¨®n terrestre que vive mucho m¨¢s peligrosamente que la otra".
Pregunta. Usted naci¨® en Jarkov, hijo de un capit¨¢n del Ej¨¦rcito Rojo. Luego fue delincuente juvenil, metal¨²rgico y finalmente poeta clandestino, autor de numerosos samizdat. Abandon¨® la URSS en 1974. ?Fue una decisi¨®n voluntaria o el KGB le puso de patitas en la calle?
Respuesta. Fue una mezcla de ambas cosas. El KGB me detuvo en 1973, porque me hab¨ªa casado en una iglesia ortodoxa de Mosc¨² delante de un mont¨®n de extranjeros. En aquel tiempo, yo frecuentaba en Mosc¨² a muchos extranjeros. Las embajadas y los centros culturales ten¨ªan la costumbre de invitarme a sus fiestas en calidad de celebridad literarla local. El KGB quer¨ªa que me convirtiera en un sopl¨®n, as¨ª que, un a?o despu¨¦s de mi detenci¨®n, yo mismo decid¨ª abandonar el pa¨ªs. La verdad es que el KGB no hizo ning¨²n esfuerzo para dificultar mi salida.
Sue?o americano
P. Poco despu¨¦s, usted aterriza en Estados Unidos, en la ciudad de Nueva York. ?Lleg¨® a ese lugar fascinado por el sue?o americano?
R. En absoluto. Ya estaba preparado para no caer rendldo de a,dmiraci¨®n ante el modo de vida norteamericano gracias a los contactos que hab¨ªa tenido en Mosc¨² con intelectuales occidentales de izquierda.
P. De usted se ha escrito que es igualmente duro con las pesadillas sovi¨¦tica y occidental. ?Qu¨¦ le parece que tienen de com¨²n y de diferente ambos sistemas?
R. El universo colectivista sovi¨¦tico es una pesadilla para las incilvidualidades, porque pretende, mejor dicho, pretend¨ªa, igualar a todo el mundo a la baja. En cambio, el mundo occiderital es nefasto para sectores sociales, excluye de su bienestar a capas completas de la poblaci¨®n.
P. En varias de sus novelas, incluida Historia de un servidor, usted tia retratado con mucha dureza. Nueva York. ?C¨®mo definir¨ªa esa ciudad?
R. Un decorado de pel¨ªcula de Mad Max, una jungla fascinante donde cohabitan, cada cual en su rinc¨®n, las personas m¨¢s ricas y las m¨¢s pobres del planeta.
P. ?Qu¨¦ motivos le trajeron a Par¨ªs?
R. El azar. En 1976 escrib¨ª en Nueva York mi primera novela, Los poetas rusos prefieren a los grandes negros, y durante cuatro a?os no le encontr¨¦ ning¨²n editor norteamericano. Los editores norteamericanos pretend¨ªan que yo escribiera como el buen exiliado ruso en Occidente, quer¨ªan que me centrara en la cr¨ªtica del universo totalitario sovi¨¦tico. Pero yo me negaba a desempenar ese papel; yo quer¨ªa ser como todo el mundo: un miembro enloquec?do de la sociedad occ?dental. Entonces se interes¨® en mi obra el editor franc¨¦s Jean-Jacques Pauvert, el hombre que hab¨ªa publicado, entre otros, a Georges Bataille, el marqu¨¦s de Sade, la antolog¨ªa del humor negro...
P. No es de extra?ar, puesto que algunos de sus libros parecen encuadernados con esperma. ?Estaba usted en Mosc¨² al corriente de la moderna literatura maldita occidental?
R. No. Tan s¨®lo conoc¨ªa algunos nombres, los del marqu¨¦s de Sade, Henry Miller o Jean Genet. Pero no sus obras que estaban prohibidas. Esa literatura constitu¨ªa para m¨ª una leyenda.
Ap¨¢trida
P. Volvamos a Par¨ªs. Supongo que me iba a decir que Pauvert fue el motivo que en 1980 le trajo a esta ciudad.
R. Exacto.
P. Pero una vez aqu¨ª, usted comenz¨® a batallar por obtener la nacionalidad francesa, y a final la obtuvo. ?Por qu¨¦?
R. Porque no ten¨ªa ninguna Desde la salida de Mosc¨² me hab¨ªa convertido en un ap¨¢trida, lo cual est¨¢ muy bien desde el punto de vista est¨¦tico, pero es francamente engorroso s pretendes viajar por el mundo
P. ?Le gusta Par¨ªs?
R. Yo me considero parl
siense, pero sobre todo vecino de mi distrito, el tercero. Odio los barrios burgueses de Par¨ªs y tambi¨¦n sus suburbios. En cambio, me gusta este tipo de barrios populares, donde la gente se saluda por sus nombres en los caf¨¦s. Aqu¨ª la gente no se llama por tel¨¦fono, ni tampoco se visita. Se grita de un lado a otro de la calle, como en los pa¨ªses del Este. Tambi¨¦n me encanta la mezcla de gentes del tercer distrito. En mi Finca vivimos un escritor ruso, un matrimonio de trabajadores negros con sus tres hijos, un ense?ante franc¨¦s con una chica coreana... Y abajo hay un taller de cuero y una boutique de ropa barata.
P. Usted es de los pocos escritores rusos que han abordado sin tapujos el sexo. ?Por qu¨¦ no existe una tradici¨®n er¨®tica en la literatura rusa?
R. Los viejos cuentos populares rusos son tan obscenos que pueden hacer enrojecer al vigilante de un burdel. Pero, a diferencia de Francia, esa tradici¨®n verbal no ha pasado masivamente a la literatura rusa.
P. ?Y usted por qu¨¦ ha dado ese salto?
R. Porque la escritura y el sexo son los dos ¨²nicos terrenos en los que con un poco de valor el ser humano puede a¨²n realizarse m¨¢s o menos libremente. Y si van juntos, tanto mejor.
P. ?Ha vuelto alguna vez a la URSS?
R. Dos veces; la ¨²ltima, invitado por la televisi¨®n sovi¨¦tica. Aquello es una tragedia. El Estado sovi¨¦tico se muere a chorros. Yo comprendo perfectamente que los occidentales est¨¦n encantados con Gorbachov, pero para nuestro pueblo, sus ambig¨¹edades y contradicciones son una calamidad. Ahora lo que reina en la URSS es un capitalismo salvaje, incontrolado.
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