"Pensaron que me hab¨ªa vuelto loco"
Es inevitable, cuando se habla con Roger Penrose, preguntarle algo acerca de su libro La nueva mente del emperador. ?C¨®mo es que se decidi¨® a escribirlo? No quiere decir que cuando uno lo lea diga "no es algo del estilo de Penrose". En absoluto, pero s¨ª sorprende."Algunos de mis mejores amigos pensaron que me hab¨ªa vuelto loco. Aborda temas que me hab¨ªan preocupado durante mucho tiempo. En 1955, despu¨¦s de terminar mi doctorado, estuve interesado en cuestiones sobre la fundamentaci¨®n de la matem¨¢tica en relaci¨®n con el pensamiento. Antes incluso de acabar de escribir mi tesis doctoral tuve un empleo durante seis meses en la National Research Development Corporation, en Londres, trabajando con Christopher Strachey, que fue el responsable de algunos de los desarrollos de los computadores Pegasus. Fue la ¨²nica vez en mi vida que trabaj¨¦ realmente con computadores. Con Strachey tuve largas discusiones, a menudo sobre temas filos¨®ficos relativos al pensamiento mediante computadores, inteligencia artificial dir¨ªamos ahora. Creo que muchas de mis ideas sobre estas cuestiones proceden de entonces. Pero nunca pens¨¦ en escribir acerca de ellas. S¨®lo gradualmente empec¨¦ a pensar que me gustar¨ªa escribir un libro popular, o semipopular, sobre ideas f¨ªsicas para explicarlas a la gente, as¨ª como sobre algunas de las cuestiones filos¨®ficas acerca de las que hab¨ªa estado pensando. Uno de los hechos que me estimul¨® a escribir el libro fue un programa de la BBC, en el que se expresaron puntos de vista extremadamente radicales sobre la relaci¨®n entre inteligencia y computadores. Los expertos que participaron en aquel programa manten¨ªan una postura racional, pero que consider¨¦ equivocada. No hab¨ªan tomado en cuenta la posibilidad de que las leyes de la fisica no fuesen computables".
Pregunta Que es la lecci¨®n principal de su libro.
Respuesta Exacto. Nadie hab¨ªa tomado en consideraci¨®n seriamente esa posibilidad. Necesitaba ser dicho. As¨ª que cambi¨¦ mi deseo de escribir un libro semipopular expresando mis ideas sobre la fisica, con la existencia de esa necesidad de referirse a la computabilidad. Creo que es importante comprender la naturaleza del mundo f¨ªsico para ver si existe lugar para algo no computable.
P. ?Cu¨¢nto tiempo le llev¨® escribir el libro?
R. No puedo recordar bien cu¨¢ndo lo comenc¨¦. Creo que, aproximadamente, tard¨¦ cinco a?os; pero lo hice de forma discontinua.
P. Har¨¢ unos tres a?os que termin¨® de escribirlo. ?Piensa que habr¨ªa que cambiar algo de ¨¦l?
R. No he cambiado de opini¨®n sobre el tema desde que acab¨¦ el libro. He aprendido m¨¢s acerca de lo que piensan otras personas, en particular las preocupaciones de la gente sobre el argumento de G?del. Al escribirlo, no me preocup¨¦ demasiado por conocer todo lo que se hab¨ªa escrito sobre el tema, ni por contestar a todas las objecciones que podr¨ªan plantear los expertos. Consiguientemente, no apreci¨¦ realmente que mucha gente, especialmente los que trabajan en inteligencia artificial, piensan que el argumento de G?del ha sido refutado. A m¨ª me parece, desde luego, que el argumento es b¨¢sicamente correcto, pero es necesario discutir en detalle todos esos diferentes contraargumentos. De hecho estoy escribiendo un nuevo libro en el que me ocupo de todo argumento que ha llegado a mi conocimiento. Algunos son interesantes; otros, simplemente err¨®neos.
P. A mucha gente le gustar¨¢ saber si existe alg¨²n tipo de relaci¨®n de su libro con Una breve historia del tiempo, de amigo Stephen Hawking.
R. No. De hecho yo comenc¨¦ a escribir mi libro antes que Stephen el suyo. Existen adem¨¢s otras diferencias. Cuando le pregunt¨¦ a Stephen d¨®nde iba a publicar el libro, si lo har¨ªa en una editorial universitaria, acaso Cambridge University Press -¨¦l es, como sabe, profesor en Cambridge-, me dijo: "Dios m¨ªo, ?no!, pretendo ganar dinero con ¨¦l". Yo eleg¨ª Oxford University Press. No quiero decir, por supuesto, que me parezca mal lo que ha hecho Hawking. En absoluto. Se merece su ¨¦xito. Pero a m¨ª no me gustar¨ªa que se vendiesen tantos ejemplares de La nueva mente del emperador como se han vendido de Una breve historia del tiempo.
Babelia
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