Todo fue como de compromiso
Si no lo era, lo parec¨ªa: una corrida de puro compromiso. Para celebrar el d¨ªa de Castilla y Le¨®n en la Expo, pero de puro compromiso. Y, adem¨¢s, result¨® mala; y, por si fuera poco, gafe.De compromiso para el ganadero, que envi¨® una corrida gordinflona (tres toros por encima de los 600 kilos), que se negaba a embestir, y que fue mansa, deslucida y floj¨ªsima. De compromiso para los toreros, con menos ¨¢nimo que los toros; de compromiso para el escas¨ªsimo p¨²blico castellano-leon¨¦s que acudi¨® a la plaza (la afici¨®n de Sevilla volv¨ªa del Roc¨ªo); de compromiso para los pol¨ªticos que, encima, trajeron el gafe: chicas muy monas repartieron gorras y abanicos. Pues, en lugar de sol y moscas, hubo nubarrones, viento y fr¨ªo. Al final, cuando el p¨²blico sal¨ªa al paseo de Col¨®n, se encontr¨® con los 800 jornaleros sevillanos que hab¨ªan acudido a protestar a la capital, y que, al un¨ªsono, gritaban: "Trabajo, s¨ª; limosna, no". El colmo de la torer¨ªa.
Bayones / Ni?o de la Capea, Dom¨ªnguez, Luguillano
Toros de Los Bayones, desiguales de presentaci¨®n, mansos, muy flojos y deslucidos.Ni?o de la Capea: media (silencio); estocada baja (silencio). Roberto Dom¨ªnguez: pinchazo y estocada corta (ovaci¨®n); pinchazo y estocada (silencio). David Luguillano: media tendida, pinchazo, media y tres descabellos (silencio); estocada corta, cuatro descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio). Plaza de La Maestranza, 11 de junio. Corrida patrocinada por el Pabell¨®n de Castilla y Le¨®n en Expo 92. Menos de media entrada.
Ser¨¢ dif¨ªcil que vuelvan a salir seis toros m¨¢s sosos a una plaza. Sobre todo, porque los m¨¢s sosos ya han salido con motivo de esta corrida extraordinaria. Toros para no embestir, mansos y flojos; con genio, algunos, en el caballo, pero todos huidizos y a la b¨²squeda desaforada de las tablas. Un lucimiento ganadero.
As¨ª las cosas, parece como si los toreros estuvieran justificados. Pero lo que no tiene justificaci¨®n es la apat¨ªa, la falta de ilusi¨®n y el deseo patente de salir del paso por parte de la pareja de toreros maduros; ni la inseguridad de un Luguillano para quien la corrida fue un verdadero compromiso del que sali¨® escaldado.
Seguro que Ni?o de la Capea y Roberto Dom¨ªnguez han venido a Sevilla para hacer un favor a alguien. A ellos, desde luego, no. Ninguno de los dos est¨¢ en su mejor momento, y, por si fuera poco, ambos han comprobado el tir¨®n que tienen hoy en la Maestranza.
Ni uno ni otro encontraron enemigos potables para el lucimiento. Pero ni uno ni otro demostraron algo m¨¢s que escasa torer¨ªa. Menos mal que durante la lidia del cuarto se escucharon cohetes, que no eran para Ni?o de la Capea, sino en honor de la virgen del Roc¨ªo.
Luguillano demostr¨® que su postura pinturera no est¨¢ para aguantar los arreones peligrosos del tercero ni la soser¨ªa del sexto. Muy inseguro e inexperto, sopl¨® m¨¢s de lo debido y se qued¨® quieto menos de lo necesario.
Babelia
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